
Gente que quiere lo peor para Venezuela
Chevron sin licencia, ¡qué felicidad!
Durante 26 años, hemos tenido infinidad de demostraciones de vileza por parte de un sector opositor desquiciado, en especial de los factores que representan los intereses de la oligarquía nacional, esos a los que el presidente Nicolás Maduro ha caracterizado como “Los Apellidos”.
En lo poco que ha transcurrido de 2025, varias de esas expresiones se han sumado a la antología de la infamia. Una de las más destacadas es la “felicidad” de María Corina Machado al opinar sobre la arbitraria revocación de la licencia que tenía la empresa estadounidense Chevron para realizar operaciones en Venezuela.
La carcajada de la dirigente ultraderechista se dio, además, en el contexto de una entrevista con Donald Trump hijo, lo que reviste su gran dicha de mayor contenido injurioso para la soberanía y la dignidad del país.
La naturaleza antipatriótica de Machado quedó plasmada en esos gestos, así como en la vergonzosa disposición que mostró en esa entrevista a entregar todas las riquezas nacionales a las élites estadounidenses, si estas le hacen el gran favor de derrocar al gobierno constitucional y entronizarla a ella.
Machado festejó así lo que ella cree que va a ocurrir como consecuencia de la eliminación de la licencia de Chevron: que el país se sumirá de nuevo en un clima de crisis económica y social, caldo de cultivo del que ella y sus secuaces podrán sacar provecho. La carcajada de la oligarca es la evidencia de su deseo de que vuelvan los malestares que el bloqueo y las medidas coercitivas unilaterales ya nos han causado y de las que apenas estamos comenzando a salir, con muchas víctimas fatales y grandes cicatrices sociales.
Apoyan a Guyana y (sobre todo) a la ExxonMobil
Es difícil encontrar posturas más claras de apoyo a los intereses antinacionales que en situaciones al límite, como la que se plantea con la República Cooperativa de Guyana, que ha venido, como instrumento de la empresa estadounidense ExxonMobil, explorando y extrayendo petróleo de aguas cuya delimitación está pendiente y que Venezuela reclama como suyas, por ser proyección del territorio continental de la Guayana Esequiba y del estado Delta Amacuro.
Hay connacionales (compatriotas no son, eso es seguro) que critican las acciones de reivindicación de la soberanía realizadas por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y suscriben la narrativa desarrollada por el gobierno guyanés, por EEUU y por la ExxonMobil, y potenciada por la maquinaria mediática global, según la cual Venezuela actúa como potencia imperialista en contra de un pequeño país vecino.
Esas matrices de opinión carecen por completo de base porque incluso en el supuesto negado de que Venezuela aceptara la soberanía de Guyana sobre el territorio Esequibo —lo que, obviamente, no hace—, esa zona del océano Atlántico aún tendría que ser delimitada por los dos países. Explotar las riquezas de esos mares contraviene principios elementales del derecho internacional, por lo que la acción preventiva de la FANB está perfectamente justificada.
Quienes, teniendo la nacionalidad venezolana, apoyan las operaciones filibusteras de la ExxonMobil en esta región oceánica son, sin atenuantes, traidores a la patria, gente que cree que con ello están causándole daño exclusivamente al gobierno del presidente Maduro, cuando, en realidad, afectan la integridad de la nación y sus derechos históricos sobre el territorio de la Guayana Esequiba y el mar que corresponde a sus costas.
La canonización de José Gregorio Hernández
Es inaudito que el odio pueda brotar también en ámbitos en los que, en teoría, predominan las inquietudes espirituales y religiosas. Pero así pasa.
Un ejemplo actual es el anuncio de la canonización de José Gregorio Hernández, un acontecimiento que debería celebrar el país completo, pero que ciertos factores recalcitrantes de la derecha intoxican con sus bajas pasiones políticas.
Algunos de estos oscuros personajes lamentaron que el ascenso de José Gregorio a los altares de la santidad católica haya cristalizado bajo el papado de Francisco, un pontífice al que detestan con fruición, tanto que no faltan quienes andan rezando, no para que recupere su salud, sino para que muera.
Otros, amalgamando sus aversiones han llegado al extremo ridículo de afirmar que el primer milagro del nuevo santo fue lograr la suspensión de la licencia de Chevron. ¡Aunque usted no lo crea!
La inaceptable felicidad del pueblo en Carnaval
La inquina y el resentimiento de quienes quieren lo peor para Venezuela se expresó también en lamentos y rabietas en respuesta al clima de alegría y bienestar que floreció durante los días de Carnaval. Para los que han elegido el camino del rencor y el encono, resulta inaceptable que buena parte de la población sea feliz.
Fue evidente que grandes cantidades de personas viajaban por el país; asistían a las actividades de calle organizadas por el gobierno nacional o las autoridades regionales y locales; y llevaban a sus niños y niñas a disfrutar en los parques y plazas. Ante esa evidencia, la tirria y el desamor andaban rumiando por los rincones.
Se escuchó decir y repetir que las playas y otros espacios turísticos repletos de pueblo no son un síntoma de recuperación. Y, claro, unos cuantos acusaron al gobierno de estar en onda de pan y circo. Hay que lamentarlo por esos y esas que escogieron pasar unos carnavales de amargura y tormento. Pobre gente.