Uno de sus más cercanos “amigos”, Elon Musk inició un ataque contra su gestión y Trump mismo, por la misma plataforma en que había aupado la candidatura de Trump meses atrás.
¿Por qué?…
Nunca antes, por lo menos en las últimas décadas, habíamos visto que un empresario, un personaje desligado de los aparatos estatales, insultara y desafiara públicamente a un presidente, y no un mandatario cualquiera, sino al jefe de Estado de la “nación más poderosa del planeta”.
Eso, hasta hace poco, era impensable. Más aún cuando se suponía que con Donald Trump volvía el “hombre duro”, el hombre que restauraría la plena hegemonía de Estados Unidos.
Parte de la campaña presidencial prometió restaurar la «majestad de la figura presidencial» tan desmejorada con Joe Biden.
Eso convenció a muchos norteamericanos de votar por Trump. Decidieron pasar de un “timorato” Biden a un “macho alfa”.
Y así comenzó su mandato, lanzando amenazas por doquier, aranceles a diestra y siniestra. Presionando a propios y ajenos. Muchas veces más a sus aliados que a los adversarios.
Habló de anexar Canadá a su país, de tomar el Canal de Panamá, de apropiarse de Groenlandia. Ni Atila atemorizó tanto, diría algún europeo.
Esto, como era de esperarse, comenzó a crear molestias en todo el planeta, pero también a nivel interno.
Sobre todo con el tema de la migración. Trump se enfrentó a los estamentos judiciales y los poderes estatales que no compartían su visión agresiva contra los migrantes, por las ilegalidades que perpetraba.
Trump es un hombre de show, un hombre de acciones efectistas, aunque no siempre sean beneficiosas, ni puedan llevarse a cabo convenientemente.

La reciente pelea pública entre Donald Trump y Elon Musk no solo ha sacudido los mercados y la escena política, sino que ha puesto en evidencia el peso que ejercen las grandes figuras del poder tecnológico
Y es allí cuando surge un acrónimo: TACO. ¿Qué significa? “Trump Always Chickens Out”, traducido al español: “Trump siempre se echa para atrás”.
Este término, que irrita mucho a Trump y a sus más allegados, lo acuñó Robert Armstrong, columnista del Financial Times.
El 2 de mayo, en un comentado artículo, explicaba la tendencia del presidente estadounidense a cambiar de opinión cada vez que los mercados financieros lo presionan.
“Los mercados se han dado cuenta de que el gobierno estadounidense no tiene una gran tolerancia a las presiones económicas y bursátiles, y que retrocederá rápidamente cuando los aranceles causen dolor. Esa es la teoría TACO: Trump siempre se echa para atrás”, escribió.
Aunque Armstrong acuñó la frase el 2 de mayo, ya el Wall Street hizo ver, el 9 de abril, que el gobierno de Donald Trump “se había echado para atrás al decidir una pausa en los grandes aranceles recíprocos” que el multimillonario republicano quería imponerle al mundo.
Quince días después, retrocedía también ante China.
El actual inquilino se defiende diciendo que esa es su forma de negociar. Los expertos dicen que es una forma muy extraña. Claro, para negociar uno debe tener credibilidad, y el señor Trump hace de todo para que esa cualidad quede en duda.
Aquello de TACO se lo restregaron en una rueda de prensa el 4 de junio.
Para mala suerte de Trump, un día después surge otro escándalo que pone en duda su condición de hombre duro, del Alfa que controla la manada.
Y es que uno de sus más cercanos “amigos”, Elon Musk inició un ataque contra su gestión y Trump mismo, por la misma plataforma en que había aupado la candidatura de Trump meses atrás.
¿Por qué? Porque Elon Musk fue comisionado por Trump para efectuar grandes recortes en el presupuesto nacional norteamericano, tarea que le costó muchas enemistades en diversas esferas estatales, con diversos personajes incluso del Partido Republicano; pero, sobre todo, con el llamado Estado Profundo.
Uno podría pensar que Trump convocó a Musk para que hiciera el “trabajo sucio”.
Cuando aparece la ley presentada por la Administración Trump, Musk se enoja y hace una serie de comentarios subidos de tono.
El inquilino de la Casa Blanca le sale al paso, y por ahí se fueron en una escalada de agravios y amenazas nunca antes vistos.
Haciendo un breve resumen de lo sucedido, desde el jueves 5 de junio hasta el cierre de esta edición, empezaríamos con el mensaje de Trump; luego de los comentarios del magnate sudafricano, cuando afirmó que no volvería a tener «una gran relación» con Musk tras su salida del Gobierno la semana pasada y sus críticas al proyecto de ley de gasto del mandatario.
Musk ripostó señalando: «¡nunca me fue mostrado ni una sola vez y fue aprobado en la oscuridad de la noche, tan rápido que casi nadie en el Congreso pudo ni siquiera leerlo!«.
Fue más allá indicando que sin él Trump habría perdido las elecciones, los demócratas controlarían la Cámara de Representantes y los republicanos estarían 51-49 en el Senado. Musk llamó ingrato a Trump.
En pleno flujo de dimes y diretes, Elon Musk exclamó: «Es hora de soltar una bomba realmente grande: Donald Trump está en los archivos de Epstein. Esa es la verdadera razón por la que no se han hecho públicos».
De hecho, publicó imágenes de Trump con el tenebroso sujeto.
Recordemos que a Jeffrey Epstein lo encontraron sin vida, el 10 de agosto de 2019, en su celda del Centro Correccional Metropolitano de Manhattan (Nueva York), donde esperaba ser juzgado por tráfico sexual de menores.
El hecho se produjo un día después que se revelaran documentos judiciales que implicaban a numerosas personas influyentes, ente ellos el príncipe británico Andrés; el inversionista multimillonario, Glenn Dubin; y el exgobernador de Nuevo México, Bill Richardson.
El Departamento de Justicia de Estados Unidos, en febrero hizo público un conjunto de materiales relacionados con el caso, que incluye una serie de pruebas importantes, como imágenes de mujeres desnudas, camillas de masaje y juguetes sexuales.
Son varios los parlamentarios que le están exigiendo a la fiscal general de EE.UU., Pamela Bondi, que publique los archivos del empresario en su totalidad.
Además, exigen que se informe al Congreso si el presidente Trump ha intervenido en la desclasificación.
Ojo, esto de Trump y su vinculación a Epstein se debatió durante la campaña presidencial, pero fue Musk uno de los encargados de silenciar las acusaciones.
Pero volviendo al actual escándalo, Trump expresó que Elon Musk se volvió «loco» y sugirió recortar contratos gubernamentales de sus empresas.
«La forma más fácil de ahorrar dinero en nuestro presupuesto, miles y miles de millones de dólares, es terminar con los subsidios y contratos gubernamentales de Elon. ¡Siempre me sorprendió que Biden no lo hiciera!«, escribió.
De inmediato Elon Musk, ante las amenazas del presidente Donald Trump de recortar contratos gubernamentales de sus empresas, publicó:
«A la luz de la declaración del presidente sobre la cancelación de mis contratos gubernamentales, SpaceX comenzará a desmantelar su nave espacial Dragon inmediatamente«.
Steve Bannon, asesor de Donald Trump durante su primer mandato, sugirió al presidente que tome el control «antes de la medianoche» de la empresa espacial privada SpaceX.
Llegado a este punto, y cuando ya las cosas empeoraban, donde el costo político para Trump era considerable y para Musk, también, porque las acciones de sus empresas se desplomaban en los mercados bursátiles, surgieron voces cercanas a Trump y a Musk que llamaban a bajar las tensiones.
Claro, había intereses que preservar.
Es ahí cuando Elon Musk dice que SpaceX no desmantelará la nave Dragon.
¿Qué es la nave Dragón? ¿Por qué su importancia?
Bueno, el vehículo espacial Dragon, desde 2012, fue fundamental en misiones de carga y transporte tripulado hacia la Estación Espacial (EEI); también cumple misiones de defensa y telecomunicaciones para agencias federales.
Ahora, ¿cómo llegó Musk a tener acceso a esa tecnología? ¿Cómo llegó a ser dueño de una empresa tan importante para la seguridad norteamericana? ¿Porque es muy brillante?
No lo creo.
El 9 de agosto del 2024, publicamos un material titulado: “Elon Musk ¿Payaso o demonio?” Explicábamos que bajo el amparo de la Ley Patriota, ya hace una década, Washington controla las redes sociales, las que trabajan en favor del Pentágono y la llamada Comunidad de Inteligencia.
El señor Musk no hace lo que le da la gana. No se manda solo, -como se dice coloquialmente en Venezuela-. Está bajo presión o chantaje de las autoridades norteamericanas.
En octubre del 2022 se informó que Elon Musk era investigado por el FBI respecto a la compra de Twitter. El 16 de julio del 2023, el multimillonario compartió una imagen en su perfil del pajarito azul, señalando que el FBI lo bloqueó en su misma plataforma digital, sin él saber los motivos por los que tomaron esa decisión.
No quiso decir que esas eran señales que el verdadero poder les envía a quienes creen que pueden salirse del redil. Personajes como Musk, u otros que aparecen en revistas como Forbes, presentándose como los hombres más ricos del mundo, son parte de la farándula. Los verdaderos multimillonarios, que tienen a la vez gran parte del control financiero, social y militar del mundo, hoy amenazados por el nuevo orden mundial emergente, tienen sus raíces en los últimos años de la llamada edad media, algunos los llamaron los «Amos de Venecia».
Musk es un arlequín, un payaso del gran circo mundial. Tiene recursos, claro. Pero el gran poder en la sombra lo controla. Por cierto, esas innovaciones tecnológicas de las que hace gala el señor Musk y otros dueños de esas plataformas, son desarrolladas por el Pentágono y se las dan a ellos para que cumplan su tarea. Así empezó la internet.
Musk es un magnate, claro, pero existe un poder mayor que, por ejemplo, podría congelar su fortuna, congelar sus finanzas en todo el planeta.
Un poder que puede intervenir todas sus empresas, expropiárselas bajo cualquier pretexto. Existe un poder verdadero, tras bambalinas, que durante siglos ha sabido adecuarse, o moldear la realidad según su conveniencia, ya hemos escrito sobre ello también.
Ahora, esta pelea entre Musk y Trump puede verse también como un desafío a los Estados nación.
Podría también ser una manifestación o un ensayo del nuevo orden mundial que viene fraguándose. Un ensayo de lo que sería la contraparte a lo que representan Rusia y China.
Estas dos grandes potencias han crecido por que tienen Estados fuertes y eficientes. ¿Qué se estaría ensayando o fraguando para adversar a Moscú y Pekín? Podría ser el tecnofeudalismo.
¿Qué es el tecnofeudalismo? Yanis Varoufakis, reconocido economista griego y autor del libro ‘Tecnofeudalismo: lo que mató al capitalismo’, piensa que el viejo capitalismo basado en mercados libres ha sido reemplazado por un sistema donde las plataformas digitales actúan como nuevos señores feudales.
No producen riqueza a través de la competencia, sino extrayendo rentas gracias al control de datos, algoritmos y redes de infraestructura digital.
Según Varoufakis, quien controla las plataformas domina el mercado, la opinión pública, la agenda política y hasta la seguridad nacional.
La reciente pelea pública entre Donald Trump y Elon Musk no solo ha sacudido a los mercados y la escena política, sino que ha puesto en evidencia el peso que ejercen las grandes figuras del poder tecnológico.
Es cierto, pero esas figuras del mundo tecnológico requieren un soporte real, un soporte militar, financiero.
Musk se pronunció y reculó. Más allá de sus impromptus, quizá por el consumo drogas, ese enfrentamiento puede ser un globo de ensayo, una acción para medir fuerzas. Para analizar como sería el nuevo escenario.
Durante las últimas horas, Trump y Musk han bajado las tensiones. Les han mandado a bajar las tensiones. Quizá pronto aparezcan amistados. Hay intereses de por medio.
Al final el tecnofeudalismo podría terminar «engulléndose al TACO» y a los Estados nación.