Uno podría decir que más que victorias y derrotas, porque no sabemos qué pasará en adelante, estamos ante lecciones y posibles reorganizaciones estratégicas y tácticas a partir de lo que ha sucedido estos primeros 12 días
Tal como lo ha venido procurando de manera vehemente en la guerra de Europa del Este, Donald Trump anunció a los cuatro vientos la consecución de un alto al fuego en la guerra iniciada por el Estado Israel en contra de la República Islámica de Irán, y que a nuestro criterio tiene como telón de fondo, escudado bajo la supuesta reducción o eliminación de capacidades nucleares del Estado persa, el clásico expediente del cambio de régimen político que ha venido instrumentando el occidente colectivo en estas últimas décadas para tratar de preservar su hegemonía exclusiva.
Todo esto ha llevado a una serie de conjeturas y aseveraciones que bien pueden formar parte de escenarios en la coyuntura y hacia el futuro de lo que puede representar, no solo el conflicto que se ha iniciado en Oriente Medio, como línea de continuidad del delito histórico del genocidio en contra del pueblo palestino en la Franja de Gaza, sino además qué contiene este alto al fuego que rige la actualidad del conflicto entre Israel, con EE.UU. a su lado, e Irán.
El alto al fuego no es más que una pausa que puede llevar a una paz construida desde la diplomacia y el diálogo, o por el contrario, el reinicio de hostilidades a partir de una parada técnica para reabastecimiento de las partes en conflicto mientras las cuestiones de fondo no son resueltas ni parcial ni totalmente.
Mucha propaganda hace ver una especie de victorias y derrotas en una guerra que no sabemos si va a terminar, que apenas lleva 12 días, y que además ha contado con un hito agravante en la participación directa del Estado de Israel y el Gobierno de Estados Unidos en una nueva violación abierta a todo lo que se llama derecho internacional público, especialmente en cuanto a las normativas del Consejo de Seguridad de la incapaz Organización de las Naciones Unidas, así como las relativas a la energía nuclear que están asentadas en la hoy instrumentalizada Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA).
Uno podría decir que más que victorias y derrotas, porque no sabemos qué pasará en adelante, estamos ante lecciones y posibles reorganizaciones estratégicas y tácticas a partir de lo que ha sucedido estos primeros 12 días. Es evidente que el llamado domo de hierro del Estado de Israel ha demostrado ser absolutamente incapaz de sostenerse en una guerra prolongada, dónde además la República islámica de Irán no llegó a probar toda la capacidad misilística que ha venido desarrollando desde el mismo momento de un hostigamiento sistemático por el occidente colectivo, que hoy apenas encuentra el tema nuclear como una de sus justificaciones.
Por otra parte, los laboratorios de ideas y operadores políticos en Washington, independientemente de los efectos o no del bombardeo ejecutado en contra de las tres centrales nucleares iraníes, de Natanz, Isfahan y Fordow, sobre lo cual también se tejen muchas conjeturas como las que se ventilan en los medios de comunicación de Estados Unidos; posiblemente estén calibrando nuevamente sus miras hacia la estrategia de cambio de régimen; llegando en estos 12 días a la conclusión de que no hay ninguna posibilidad de quebrar internamente a la República islámica de Irán sin tener que iniciar una campaña terrestre, es decir, una intervención militar directa cuyos costos políticos y económicos deben ser asumidos.
Más allá de estos dos asuntos, los temas de fondo en torno al conflicto y a la atención creciente en esa región se mantienen absolutamente latentes. Es totalmente falso que la República Islámica de Irán haya sido dañada en sus capacidades de desarrollar energía nuclear, tanto que ya han declarado darle continuidad a ese proceso, cosa que sin duda va a dar noticias en los próximos días, cuando se den las negociaciones que eventualmente están siendo mediadas por el Estado de Qatar.
De igual manera, el desafío de sostener el alto al fuego actual pasa por ver también la detención de la masacre que se está cometiendo en contra del pueblo de Palestina, y que en la actualidad se presenta como una mancha directa al expediente del occidente colectivo que ha parado la injustificable acción del Estado de Israel sin que existan leyes ni mecanismos internacionales para detener este genocidio en pleno siglo XXI. Creer que este asunto está desconectado y pensar que se puede sostener un alto al fuego mientras se siguen dando hechos en la Franja de Gaza es absolutamente ingenuo.
Por supuesto, nadie puede negar el papel de las tres grandes potencias, de aquello que algunos han llamado la tripolaridad, para buscar destensar este asunto. El detalle está en que una de ellas se hizo participe directo en el conflicto entre Israel e Irán, bombardeando territorio iraní como lo hizo el gobierno de Estados Unidos, lo cual hace frágil el referido alto al fuego.
Sin embargo, es evidente que la promoción de la Federación de Rusia y la República Popular China de una postura para la búsqueda de soluciones pacíficas a esta situación, incluso llegando a rechazar -como lo hizo el gigante asiático- la posibilidad de cualquier maniobra en el Estrecho de Ormuz, abrió las puertas para que se diera esta pausa que no necesariamente conduce a una paz definitiva, y aún sin saber hasta dónde forma parte de una nueva pieza de la «diplomacia del engaño» de Estados Unidos, para luego ir a un nuevo ejercicio de «diplomacia por la fuerza».
Tal vez, al considerar todas estas variables, y a sabiendas de que la paz real y definitiva está lejos de llegar, el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela encabezado por el presidente Nicolás Maduro ha elevado, a través de una carta, la propuesta de realización de una Cumbre para la Paz, que lejos de pretender sustituir los mecanismos existentes en Naciones Unidas, procura desde el sur global establecer un diálogo propositivo que permita destensar una actualidad imparable hacia el crecimiento de conflictos que tienen varios frentes de guerra abiertos, más la posibilidad de nuevas tensiones mundiales.
Una iniciativa que bien pudiera fortalecer el alto al fuego que vemos en la actualidad, si es que este no es una nueva cortina de humo desde la diplomacia estadounidense para ir a una nueva etapa de guerra entre Israel e Irán.
Sólo el tiempo lo dirá.