El ejército israelí, descrito como el más moderno, no mata por error, sino «por horror», y las víctimas civiles son calificadas como «daños colaterales», una terminología de «guerras imperiales»
Por: Beatriz Rondón
El carácter del llamado terrorismo de Estado, como el de Israel, crea sus propios enemigos para justificar la violencia, sembrando odio y cosechando pretextos. Llamar «Estado» a esa insaciable industria armamentista que se ha volcado contra el Oriente Medio, es un eufemismo detestable.
En Gaza, supuestamente para erradicar terroristas, ha causado la muerte masiva; sobre todo de niños, y destruido hospitales y escuelas.
Desde 1948, los palestinos han vivido bajo humillación constante, privados de su autonomía, su tierra, su agua y su libertad; del derecho a vivir.
Palestina y la impunidad de Israel
Los cohetes rudimentarios de Hamás, lanzados desde Gaza, son presentados como el resultado de la impotencia y la desesperación de un pueblo acorralado. Las amenazas contra la existencia de Israel son vistas como gritos ineficaces frente a una guerra israelí que está borrando a Palestina del mapa. Los colonos y soldados israelíes expanden sus fronteras mediante la usurpación de tierras, justificando sus acciones como «legítima defensa».
Cabe comparar estás acciones con el gobierno de Bush invadiendo Irak, Obama, en Libia. Las guerras y la promovida por Israel siempre terminan en anexión de territorio palestino. Expansión que se justifica con argumentos históricos, religiosos (la Biblia), el sufrimiento judío (Holocausto).
La Impunidad Internacional
La ONU, las sentencias de tribunales internacionales y las leyes internacionales, son indiferentes a las acciones criminales de Israel, siendo el único país que ha legalizado la tortura de prisioneros.
La pregunta es, ¿de dónde proviene la impunidad con la que Israel lleva a cabo la masacre en Gaza? Ya que ningún otro país (como España con la ETA o Reino Unido con el IRA) podría actuar de manera similar.
La tragedia del Holocausto le concede a Israel el derecho a la impunidad o su libertad de acción proviene del apoyo incondicional de una potencia pranera (de “pran”, líder criminal en prisión) como lo es el gobierno de Estados Unidos.
La Hipocresía
El ejército israelí, descrito como el más moderno, no mata por error, sino «por horror», y las víctimas civiles son calificadas como «daños colaterales», una terminología de «guerras imperiales». En Gaza, tres de cada diez víctimas son niños, y miles están mutilados, resultado de una «tecnología de descuartizamiento humano» usada en lo que se califica como «limpieza étnica».
La desproporción de víctimas: cien palestinos muertos por cada israelí. Además, el papel de los medios de comunicación masivos manipulan la opinión pública al imponer cínicamente que una vida israelí parezca valer cien palestinas, y distorsionan la realidad sobre el armamento nuclear.
Ante la tragedia de Gaza, la hipocresía de los organismos multilaterales es evidente en la indiferencia, los discursos vacíos y la ambigüedad. La mayoría de los países árabes se lavan las manos y en los países europeos se frotan las manos, celebrando descaradamente.
Por eso citemos al Ayatolá Jamenei: «La Resistencia significa no doblegarse ante la voluntad de las grandes potencias. Si alguien cree que algo es necesario o considera algo prohibido, tiene que actuar según su convicción y no someterse a la voluntad del enemigo y a sus imposiciones«.
Esta declaración parece iniciar un proceso de reacción del mundo islámico frente al desenfreno criminal del sionismo.
El símbolo de la bandera
En 1967, Israel prohíbe mostrar cualquier símbolo de identidad palestina, lo cual significó la creación de otro símbolo mucho más poderoso que trascendió fronteras y creó nuevos nexos de solidaridad: la patilla, o sandía, una fruta que destaca los colores de la bandera Palestina y forma parte de platos típicos de la región como el Fatit ‘Ajir (sandía asada).
Es un símbolo que fomentó aún más la protesta en territorios donde se prohibía la identidad palestina. La prohibición fue cancelada en 1993, y la fruta fue usada en diferentes formatos, como en franelas y pancartas, murales y prendas de vestir, con la finalidad de visibilizar y apoyar la lucha palestina.
Los niños y las niñas palestinas representan el futuro de su país; un futuro que crece y sobrevive con símbolos de esperanza y entornos de desesperanza.