Se plantea un esquema económico de desarrollo en la región que permita la diversificación de los aparatos productivos; la conformación de encadenamientos productivos binacionales; la profundización del intercambio comercial
La firma del Memorando de Entendimiento para la creación de una zona de desarrollo binacional en región fronteriza de Venezuela y Colombia, que abarca en una primera fase el estado Zulia (Maracaibo), por un lado; y por el otro el Norte de Santander, (La Guajira y Cesar), constituye uno de los avances más relevantes logrados en el histórico esfuerzo de integración de nuestras naciones.
Esta iniciativa, no solo tiene su raíz histórica en la doctrina bolivariana de la Patria Grande; sino que se corresponde plenamente con las más urgentes prioridades de nuestro desarrollo independiente, tal como lo formuló como estrategia y transformó en política el comandante Chávez.
Este proyecto esta fundamentado en principios como la cooperación y la integración. Solo fusionando nuestras fortalezas, y cohesionando nuestro trabajo, podremos superar el atraso al que hemos sido sometidos por el colonialismo y el imperialismo durante siglos. Este acuerdo apunta también a fortalecer el diálogo binacional y el entendimiento, dejando atrás la política de confrontación y provocaciones promovida por los gobiernos de las oligarquías en el pasado.
Asimismo, hay dos principios centrales, y estrechísimamente vinculados de este proyecto, que revelan los objetivos estratégicos de la zona de desarrollo binacional: el orden, la seguridad y la paz, por una parte, y el desarrollo integral, por la otra. Claramente, la violencia, el narcotráfico y el paramilitarismo constituyen uno de los principales obstáculos para el progreso socioeconómico de nuestra región fronteriza. Esos flagelos tienen que suprimirse para poder desplegar el desarrollo.
De tal manera que el Estado fortalecerá su presencia y su rol como garante de la seguridad en contra de los grupos delincuenciales y las mafias del narcotráfico. Sobre la base de la cooperación entre nuestros Estados y sus fuerzas del orden público se impondrá la tranquilidad y estabilidad en función del desarrollo. Ese paso es vital, porque no hay nada más dañino para las inversiones y la actividad económica en general, que los conflictos y la violencia.
Dada esta condición de primordial relevancia, se plantea un esquema económico de desarrollo en la región que permita la diversificación de los aparatos productivos; la conformación de encadenamientos productivos binacionales; la profundización del intercambio comercial. Acá es necesario aprovechar las economías de escala, la ampliación de los mercados y los tradicionales vínculos entre las empresas venezolanas y colombianas de esta región fronteriza.
Las actividades industriales de mayor potencial en esta región son la metalmecánica, petroquímica, textil, plástico, etc. El sector energético tiene una gran fortaleza en la parte venezolana. Mientras tanto, en el área agrícola se persigue la sustitución de cultivos que sirven al narcotráfico por otros como el café, la caña de azúcar, el cacao y las frutas tropicales, entre otros. Asimismo, se promoverá la ganadería y producción de lácteos con grandes fortalezas en la región.
Será indispensable una precisa coordinación binacional en la elaboración de una estrategia efectiva de estímulos a la inversión. Atraer inversión de nuestros países individualmente y en forma de proyectos binacionales, así como la inversión extranjera será determinante para imprimirle dinamismo a esa zona económica. Por su parte, la exportación debe ser una actividad priorizada, así como también la generación de bienes y servicios que sustituyan importaciones.
Obviamente, a partir de nuestra visión de desarrollo integral se hace indispensable una agenda social para este modelo. De ahí, la presencia de acuerdos para el desarrollo de la educación, la salud y la cultura, entre otras áreas esenciales. Esto no es solo el resultado de un enfoque ético que persigue el progreso social partir del desarrollo económico. Más que eso, por una parte, será imposible elevar el dinamismo productivo sin una fuerza de trabajo educada, sin aceptables condiciones sanitarias para la población; entre tanto, la lucha contra la violencia y el narcotráfico exige una base social sólida, es decir, educación, empleo, cultura, deporte para la población en general y la juventud en particular.
Como era de esperarse, se han disparado todo tipo de mentiras contra nuestro proyecto binacional desde los sectores que promueven la violencia, sirven a los grupos delincuenciales de la frontera, se subordinan al imperialismo para torpedear los proyectos de la integración bolivariana.
Fuerzas de derecha, pitiyanquis y vinculadas al narcotráfico al frente de nuestros gobiernos harían polvo este proyecto, como ya lo han anunciado. De tal manera que más allá del debate político, nuestra respuesta se debe basar en avances sólidos de este extraordinario proyecto de desarrollo, paz, orden e integración. A su vez, la condición indispensable para su concreción es la permanencia en el poder de las fuerzas progresistas (en el caso nuestro, socialista) en nuestros países.