La amenaza de intervención militar que Donald Trump lanzó contra Venezuela ocurre en medio de señales diplomáticas contradictorias.
Días antes del polémico anuncio del mandatario estadounidense, voceros de la Casa Blanca calificaron a Nicolás Maduro como «dictador». Inmediatamente después anunciaron tener intenciones de dialogar con Caracas, al tiempo que pedían anular la elección de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC).
La pregunta de fondo es a quién va dirigida esa declaración sobre una posible opción militar. ¿Intenta el Presidente de EE.UU. cambiar el rumbo de la política venezolana, o más bien calmar los ánimos de las fuerzas políticas internas, en especial del complejo industrial militar?
Pentágono
En abril pasado, a propósito de un ataque con misiles que EE.UU. dirigió contra la base de Shayrat, situada en la provincia siria de Homs, un conocido diputado venezolano, Adel El Zabayar, presidente además de la Federación de Asociaciones y Entidades Árabes de Venezuela (FEARAB), destacaba contradicciones similares.
Recordó entonces que el 30 de marzo la embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley, aseguraba que a su Gobierno ya no le interesaba la destitución del presidente de Siria, Bashar al Assad.
Pocos días después, el 6 de abril, y tras un rápido giro diplomático, Trump amenazó a Siria y horas más tarde se produjo el ataque con misiles. Un ataque que, sin embargo, no tuvo mayores consecuencias.
Poder real
El Zabayar consideró entonces que las primeras declaraciones del nuevo presidente hacia Siria fueron «rápidamente neutralizadas por el Pentágono, debido a las presiones de grupos de poder internos de Estados Unidos». Aseveró que «el poder real está en manos del Pentágono», y que es la industria guerrerista «la que decide cuál es la verdadera política que ejecuta ese Gobierno».
Una fuente militar venezolana explicó a RT que ese ataque a Siria estaba decidido desde antes de la elección de Trump, y éste debió autorizarlo «para calmar a los halcones del Pentágono».
El militar consultado consideró «extraño»que se tratase de un ataque «sin consecuencias».
«¿Cómo es que unos misiles de alta precisión impactan una base y no logran sacarla de operaciones? Al día siguiente, desde esa base militar, en Shayrat, despegaron aviones de combate», aseguró.
Sin subestimar
Por ese poder que ostenta el Pentágono, señala James Petras, profesor emérito de la Universidad de Binghamton, Nueva York, «siempre existe la posibilidad real de una intervención militar».
En su opinión, no puede tomarse a la ligera una amenaza militar que EE.UU. lance contra otra nación.
No obstante, Petras considera que «en este momento no hay ambiente favorable para intervenir en un país, y mucho menos con los problemas internos de Estados Unidos».
Los complacidos
El intelectual estadounidense está seguro de que Trump habló sobre el posible uso de la fuerza militar en un intento por «fortalecer a los enemigos que Venezuela tiene dentro de sus fronteras, es decir, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y los otros grupos violentos que están aterrorizando a la población».
Igualmente, estima Petras, es una forma de apoyar «a los países que en América Latina muestran una oposición a Venezuela».
Consultado sobre la reacción de los países de la región que condenaron la amenaza, el académico cree que esa fue una señal contundente, por lo que deduce que una invasión a Venezuela «no está en la agenda inmediata de Trump».
Temores internos
Por el contrario, asegura, es en el frente interno donde están los problemas que ocupan la atención del mandatario.
«Ahora mismo Trump teme por los incidentes que provocan los fascistas, que han movilizado una gran oposición en su contra. Teme por un ‘impeachment’, que podría perjudicar la continuación de su presidencia. Y hacia el exterior, no existe ningún país que esté preparado para respaldar un posible ataque de Estados Unidos contra Corea del Norte. Esas son sus principales preocupaciones», enumeró Petras.
Ernesto J. Navarro