“Derrocar a la fiera militar de turno dejando a la frutera intacta era engañarse, y atacar a la compañía con el dictatorzuelo encima era imposible. Había que acabar con los dos al mismo tiempo”.
Miguel Ángel Asturias (Los ojos de los enterrados)
La posteridad le hizo justicia
Más de cincuenta años pasaron para que el gobierno de Guatemala, en el marco del proceso de reconciliación del país, pidiera perdón al pueblo y a la familia de Jacobo Arbenz, por las violaciones a los derechos humanos y por el largo y sangriento conflicto que sacudió al país Centroamericano. La semilla de la violencia política que se desencadenó en tierra guatemalteca durante cuatro décadas fue el golpe de Estado contra Arbenz.
Vale recordar que meses antes del golpe, el presidente y su canciller Guillermo Toriello, mostraron en la X Conferencia de la OEA celebrada en enero de 1954 precisamente en Caracas, “abundantes pruebas materiales e incluso correspondencia cruzada entre agentes de la conspiración” contra su gobierno. Sin embargo, “las cartas estaban echadas” y cinco meses más tarde, bajo el mando de Dwight Eisenhower, y gestionada por la CIA, se llevó a cabo, la Operación Éxito o PBS-Success, contra Guatemala. Un detalle importante es que Alles Dulles, director de la CIA y organizador del golpe, era socio de la firma de abogados patrocinante de la United Fruit Company, y su hermano, John Foster Dulles, accionista de la bananera.
Ejercitemos la memoria y no nos despistemos, pues un país que aspire a la independencia y a la soberanía siempre estará en la mira del imperialismo.
El soldado del pueblo
Jacobo Arbenz Guzmán, militar patriota, conocido como el soldado del pueblo, fue el segundo presidente de Guatemala elegido democráticamente, por amplia mayoría y vía sufragio, como resultado de un movimiento cívico militar llamado la revolución de 1944, el cual derrocó a Jorge Ubico Castañeda y posteriormente a Federico Ponce Vaides, continuador de Ubico.
Entre 1931 y 1944, el pueblo guatemalteco vivió el horror del régimen de Ubico, el cual, se caracterizó por represión permanente, persecuciones, desapariciones forzosas, supresión de la prensa y de otras libertades. Solo los terratenientes fueron privilegiados al igual que el gobierno y las empresas estadounidenses, Railway of Central America (IRCA), que controlaba los ferrocarriles de Guatemala y la United Fruit Company (UFCO) – hoy conocida como Chiquita- la cual ejerció el monopolio bananero, se adueñó de inmensas extensiones de tierra estatal y sometió a condiciones de esclavismo al pueblo campesino e indígena. De modo que, lejos de ser un país, la hermana Guatemala, era una finca anclada en el feudalismo.
A su vez, durante su mandato, las palabras obreros, sindicatos, huelga fueron proscritas, los intelectuales abiertamente rechazados y el ingreso al país, circulación, tenencia y lectura de ciertos libros, estuvo prohibido. Ubico fue feroz con el pueblo, y servil al imperio.
Un levantamiento popular logró su salida, y tras la renuncia de un triunvirato militar designado, el general Federico Ponce Vaides asumió la presidencia dando continuidad al régimen dictatorial. Así que en octubre de 1944, se gestó un movimiento que logró su renuncia. Arbenz, junto a Jorge Toriello Garrido y al Mayor Francisco Javier Arana, conformó una Junta de Gobierno e inició reformas democráticas como la convocatoria a una Asamblea para la redacción de una nueva Constitución que contempló la separación de los poderes dentro del Estado, el reconocimiento de las garantías constitucionales, el fin del trabajo forzoso, el reconocimiento de la mujer como ciudadana y su derecho al voto, entre otras. En su novela “Los ojos de los enterrados”, Miguel Ángel Asturias, escritor guatemalteco, Premio Lenin de la Paz y Premio Nobel de Literatura, relata la revolución octubre y como los humildes, protagonizaron una revuelta para dar con la salida de Ubico.
En diciembre de ese año, Juan José Arévalo fue electo presidente y Árbenz, quien se dedicó al estudio de la situación social, política, económica, de defensa, y, especialmente, en el tema agrario y productivo, designado Ministro de Defensa.
Arbenz presidente bajo fuego
Culminado el mandato de Arévalo, Arbenz obtuvo la presidencia con amplia mayoría. Su objetivo era construir una Guatemala independiente y soberana, y garantizar la inclusión social. El 15 de marzo de 1951, en los albores de la Guerra Fría, asumió la presidencia, y expresó: “(…) Nuestro gobierno se propone iniciar el camino del desarrollo económico de Guatemala, (…) de una Nación dependiente y de economía semicolonial en un país económicamente independiente (…) porque esta transformación (…) traiga consigo la mayor elevación posible del nivel de vida de las grandes masas del pueblo”.
Sobre su propuesta, un funcionario de la embajada estadounidense refirió: “Guatemala se ha convertido en una amenaza creciente (…) Su reforma agraria es una poderosa arma propagandística; su amplio programa social de ayuda a los trabajadores y a los campesinos en una lucha victoriosa contra las clases altas y las grandes empresas extranjeras (…)”.
En medio de ataques permanentes, Arbenz implementó, políticas laborales y de seguridad social para el pueblo trabajador, y avanzó en la democratización de la educación. A su vez, entregó a campesinos e indígenas el 57,4% de las tierras ociosas, logrando incrementar la producción gracias a la tecnificación de la agricultura, y abaratar el precio de los productos.
Sin embargo, la campaña en su contra arreció, y tuvo lugar la incursión realizada por el coronel Carlos Castillo Armas, que contó con tropas entrenadas y organizadas por la CIA, y con el apoyo de Leónidas Trujillo de República Dominicana y de Anastasio Somoza en Nicaragua, para consumar el golpe de Estado. Finalmente, el 27 de junio de 1954, renunció: “(…) Han tomado pretexto al comunismo (…) La verdad hay que buscarla en los intereses financieros de la compañía frutera y en los de los otros los monopolios norteamericanos (…) en la esperanza de detener la agresión y devolverle la paz a Guatemala (…)”.
Sus bienes fueron confiscados y se exilió junto a su familia. Antes de salir a México fue humillado públicamente, pues le hicieron desvestirse en el aeropuerto ante las cámaras. Estuvo en México y luego inició un periplo por diferentes países, para regresar a México, donde falleció a los 57 años. Asturias publicó “Wekeend en Guatemala”, en el cual presenta el desarrollo del golpe, a través de diferentes relatos.
Quetzaltenango
Jacobo Árbenz Guzmán nació el 14 de septiembre de 1913, en Quetzaltenango al occidente de Guatemala. Fue un niño reservado y con grandes dotes de liderazgo. En 1932 ingresó en la Escuela Politécnica de Guatemala, ocupó el puesto de Sargento Primero de la Compañía de Caballeros Cadetes y a partir de 1937 se incorporó como catedrático en la Politécnica.
Como oficial del ejército, estuvo en el Fuerte de San José, de Ciudad de Guatemala y en San Juan, Sacatepéquez, donde compartió cercanamente con las comunidades indígenas. Fue testigo de las condiciones de esclavismo a las que eran sometidas y se sensibilizó con los temas de la tierra, la producción, la exclusión social y la pobreza.
En 1943, ascendió al grado militar de capitán y fue designado Comandante de la compañía de Caballeros Cadetes. Desde allí promovió la rebelión patriótica.