El pasado 15 de septiembre se conmemoró el Día Internacional de la Paz, un día para la reflexión, pues la paz es un objetivo al cual se accede al lograr un estado de conciencia que nos permita la libertad de vivir en armonía con el conjunto de la sociedad.
La paz, el desarrollo y la protección del medio ambiente y las especies que habitan el planeta son fenómenos que evidencian el respeto y el amor a la vida, por eso la paz no es solo ausencia de violencia, es algo mucho más profundo y que requiere de un trabajo constante para su logro.
Es por eso, que quienes nos identificamos con la causa animalista y ambientalista y reivindicamos el ecosocialismo, luchamos contra todas las formas de violencia, y fundamentalmente tratamos de erradicar las formas de violencia que han sido toleradas por la sociedad a lo largo de la historia y se trasmiten de generación en generación.
El maltrato animal, atenta y perturba la paz social, pues despierta la intolerancia al ser concebido como un acto cruel e injusto hacia un ser en inferioridad de condiciones, generando la reacción de los seres sensibles.
Hay quienes justifican las tortura de un animal amparándose en un legado cultural, sin comprender que una sociedad evolucionada erradica ese tipo de prácticas en aras de consagrar el respeto a la vida de otro ser vivo.
La paz no es solo un fenómeno observable también debe ser un proceso interior vivible, al cual se llegue por la modificación de la conducta mediante un trabajo transformador desde la toma de conciencia.
Nuestra insensibilidad, nuestro egoísmo, nuestra irresponsabilidad, nuestro desprecio hacia los seres vivos y el medioambiente, tiene consecuencias nefastas para la paz que queremos lograr definitivamente.
Sin educación y solidaridad la paz es imposible, de allí la necesidad de constituirnos en seres de paz que con el ejemplo construya día a día una sociedad mejor, una sociedad de tolerancia y respeto a las diferencias de todo tipo, aferrada a la justicia de los intereses colectivos.
La educación, la información y la reflexión nos deben transformar en seres sensibles que desarrollen una práctica que posibilite el cambio de actitud de la colectividad ante las constantes agresiones que sufre el medioambiente y que vuelven en forma de catástrofes, o el maltrato y la prepotencia que contaminan la posibilidad de la paz social.