«¡El 27F no fue una guarimba financiada por la embajada de EE. UU.; sino un pueblo rebelde que gritaba ya basta!”, aclaró el presidente Nicolás Maduro Moros, estableciendo las enormes diferencias entre un estallido popular y la violencia inducida por los laboratorios de ideas del imperialismo, mediante las llamadas guarimbas, en su afán de crear malestar social para derrocar a la Revolución Bolivariana, y apoderarse del país que posee las mayores reservas de crudo del planeta, –certificadas en la Faja Petrolífera del Orinoco–.
El llamado Caracazo cambió la historia de Venezuela, hiriendo de muerte al pacto elitista (Pacto de Punto Fijo) que gobernaba, con protección de la Casa Blanca, antes de la llegada de Hugo Chávez al poder.
«Hoy, 27 de febrero, el pueblo venezolano no olvida la barbarie y la injusticia del puntofijismo y el imperialismo norteamericano; fecha histórica de rebeldía frente a las nefastas políticas neoliberales de Carlos Andrés Pérez (CAP) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). ¡No volverán!», dijo el presidente Nicolás Maduro, desde su cuenta de Twitter.
«Hace 34 años, el pueblo cansado de las injusticias se rebeló contra un gobierno arrodillado a los intereses del FMI, una gran fortaleza emergió de aquellos días de profundo dolor; gracias a la valentía de nuestros mártires que hoy viven en cada batalla y victoria de la Revolución», expresó el presidente, también por la red social.
El 27 de febrero de 1989, estalló la inédita rebelión en Guarenas, estado Miranda, que se extendió luego como fuego por todo el país, con miles de personas protestando contra el llamado «paquetazo» impuesto por CAP, quien se subordinó a las medidas neoliberales del FMI.
El ente multilateral ordenó el aumento de los pasajes, la liberación de precios de los productos de primera necesidad, la privatización arbitraria de empresas del Estado, el congelamiento de sueldos y salarios y recortes de todos los «gastos» destinados al área social, así como un acelerado aumento de la deuda externa del país.
Pero el detonante fue el aumento de 100 % del precio de la gasolina, que entró en vigor el domingo 26 de febrero de 1989. El lunes 27 de febrero los transportistas de las líneas Caracas- Guarenas- Guatire aumentaron el pasaje en igual proporción al combustible, y el descontento se volvió saqueos y un pueblo en la calle que no aceptaba las medidas neoliberales.
“Una rebelión de millones. Se le llamó Caracazo; pero fue un Venezolanazo, millones de rebeldes en las calles diciendo ¡ya basta! De dos siglos de traiciones, saqueos, represión de la cuarta república: negándole los derechos sociales a un pueblo invisible y aplastado; que solo era buscado cada 5 años para lograr su voto”. Explicó el Presidente Maduro.
La televisión mostraba muy poco de lo que acontecía, mientras la ira popular se propagaba por las avenidas Lecuna y Bolívar, en el centro de la capital; llegó al 23 de Enero, El Valle, Petare, San Agustín; se expresó también en La Guaira, Maracay, Valencia y Mérida.
Los medios definieron a los rebeldes como “marginales” que bajaron de los cerros a saquear y destruir la propiedad privada.
La represión del gobierno de Carlos Andrés Pérez contra los manifestantes comenzó la madrugada del 28 de febrero. La orden fue:·”disparen a matar”.
CAP decretó el “Estado de emergencia” previsto en el artículo 240 de la Constitución de 1961. Durante 10 días estuvieron suspendidos los derechos a la libertad y seguridad personal, a la inviolabilidad del hogar doméstico, a transitar libremente por el territorio nacional, a la libertad de expresión, a reunirse en público y a manifestar pacíficamente. Durante el toque de queda el pueblo fue perseguido y masacrado, los cadáveres, sin nombre, fueron depositados en las fosas comunes del Cementerio General del Sur llamadas La Peste I y La Peste II. Aún se desconoce la cifra real de víctimas.