Cientos de víctimas sufren, a diario, los estragos de una arremetida injustificada.
Agresiones que forman parte de la cotidianidad de quienes aprendieron a convivir con el odio ciego de los simpatizantes de la derecha y de ciudadanos que se desprenden de sus deberes para atacar la dignidad de un cuerpo de seguridad vital para la nación y para la defensa del territorio y demás espacios.
La Guardia Nacional Bolivariana ha conmemorado 80 años de rectitud y honradez desde el día en el que naciera esta respetuosa entidad. Ha pasado el tiempo, y con él, muchos puestos se han vaciado y llenado una y otra vez, pero la imagen sigue fija, un cuerpo seguridad que vela por los intereses populares, más, lucha por mantener y garantizar la paz de una nación que siempre ha sido libre en el ejercicio de sus derechos.
El presidente lo ha dicho, aunque ni haría falta, pero es sumamente necesario que se realce el valor incalculable de un grupo de hombres y mujeres, formados y comprometidos para la defensa de cada ciudadano, quienes son el valuarte principal de este país.
En cuanto a la reciprocidad todo se ha olvidado. No somos hijos de una patria ya, al menos no de la boca para fuera, de otra forma, nuestras palabras solo se dirigirían hacia ellos con el amor y la firmeza característica del cuerpo que nos representa armamentísticamente, y no con esas armas para atacar, sino con las armas que construirán el futuro próspero y pacífico que la humanidad, y en especial el venezolano busca reafirmar desde la llegada de la revolución.
Un año más de lucha, uno más de defensa, y seguirán muchos más de respeto y amor por nuestra nación.
Gracias, Guardia Nacional Bolivariana.
J. C. Gómez