«Mientras nuestros adversarios prosiguen su infructuosa labor, el mundo avanza poco a poco hacia una nueva lógica de las relaciones económicas globales y a un sistema financiero renovado (…) Es imposible confiar en quienes congelan las cuentas de otros Estados, roban los activos empresariales y las posesiones personales de otras personas, comprometiendo los principios del derecho sagrado de la propiedad privada».
Esta afirmación, hecha por Dmitri Medvédev, expresidente de la Federación de Rusia y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad del país; es básicamente una de las primeras consecuencias prácticas de respuesta ante la andanada de medidas coercitivas establecidas por EE UU y la Unión Europea.
El ecosistema económico propio del hemisferio occidental paulatinamente viene moviéndose para enfrentar con sus propias capacidades la demencia de pretender excluir al país eslavo de un sistema que no puede sostenerse bajo la esfera de la unilateralidad con la cual Washington somete a sus socios europeos con tendencia a ser esclavos de sus designios.
Hay dos elementos que hacen ver esta nueva situación que emerge como respuesta a occidente.
Por un lado la erosión del monopolio del dólar, no solo para el sistema financiero en general; sino para un componente que ha sido vital en el desarrollo de las naciones o en la preservación armoniosa de aquellos bienes tangibles que lo constituyen, como el petróleo y el gas como matriz energética vigente para el movimiento del sistema capitalista mundial.
Aquí se subsumen dos ejemplos muy evidentes: Varios diarios estadounidenses, entre ellos el Wall Street Journal, informaron recientemente que “Arabia Saudí negocia con Pekín aceptar yuanes en algunas de sus ventas de crudo, lo que supondría un duro golpe para el dólar, la divisa de referencia en los mercados de petróleo”, observando que el Yuan es ya una moneda que puede comerciar mundialmente, con el peso específico de la República Popular China como actual motor de la economía mundial y primer importador de crudo del planeta, adicionando que Arabia Saudita es uno de los principales productores de petróleo a nivel mundial.
El segundo ejemplo viene de la determinación de la Federación de Rusia de cobrar en su moneda, el rublo, el suministro de gas y petróleo a los países considerados “no amistosos” como respuesta a las medidas impuestas a Moscú. Ello impone, a los países de Europa occidental, la obligación de comerciar en esta moneda si quieren seguir disfrutando de esta energía más rentable y barata que la que actualmente ofrece EE UU, separándose a su vez de la camisa de fuerza que representa el uso de la moneda estadounidense.
De hecho, un reporte reciente de la Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales (SWIFT), revela que el uso de la divisa estadounidense descendió en 1,07 %, hasta llegar al 38,85 % de todos los pagos internacionales realizados a través del sistema bancario controlado por Washington, en comparación con el mes de enero de este mismo año. Parece poco el descenso; pero en la medida que escala la agresión hacia Rusia y el conflicto en Europa del Este; tal cuestión podría avanzar hacia una tendencia constante.
Pero la conformación por vías bilaterales o multilaterales de esquemas financieros alternativos al mencionado sistema SWIFT, que eludan las medidas de bloqueo y rompan el monopolio estadounidense y europeo en una institucionalidad financiera internacional; resulta cada vez más anacrónica al colocarla sobre el actual contexto.
Enunciando sobre esto, la República Islámica de Irán y el país eslavo han configurado dentro de su agenda conjunta la posibilidad de incorporarse al sistema ruso de tarjetas Mir y al sistema de mensajería financiera SPFS; como parte de un trabajo más amplio de medios financieros alternativos en las transacciones comerciales.
Esto, en el marco de la evaluación que hace Rusia de exigir el pago en Rublos por otros bienes o servicios; en función de las potencialidades propias de un país que está entre los primeros productores y exportadores de trigo y maíz, así como de níquel, paladio y madera; siendo su principal destino Europa Occidental.
Ahora bien, este proceso en incremento puede que no se vea en el corto plazo, pero evidencia la erosión estructural de un sistema financiero que, por ejemplo, es severamente cuestionado ante el congelamiento de reservas de la Federación de Rusia; como parte de la guerra híbrida que le están aplicando.
La República Bolivariana de Venezuela posee ya suficientes malas experiencias de consecuencias catastróficas por medidas de bloqueo financiero que incluyen el robo de activos de la Nación y el bloqueo de recursos financieros como medios que son crímenes de lesa humanidad en contra del pueblo venezolano; buscando inhabilitar la capacidad estatal de cumplir con sus fines y así generar un estado de guerra interna.
Todas esas acciones vigentes, aún no han podido derrotar la inquebrantable voluntad de la Nación Bolivariana; que también trabaja en su incorporación al sistema de pagos ruso como parte de la alianza estratégica entre ambas naciones y su incorporación a este nuevo y multilateral hemisferio, creciente y emergente.
El eventual fin del petrodólar como monopolio de la economía mundial y eje del sistema financiero, aunque paulatino, parece ser el signo de este nuevo momento histórico a partir de la situación de conflicto entre Rusia y Ucrania, con las características geopolíticas analizadas en diversas oportunidades.
Tal como afirmó el canciller ruso, Serguéi Lavrov, en su encuentro con su par chino, Wang Yi: “Atravesamos un momento serio en la historia de las relaciones internacionales. Estoy convencido de que, tras los resultados, la situación internacional quedará mucho más clara; y junto a ustedes y otras naciones con ideas afines avanzaremos hacia un mundo multipolar, justo y democrático”.
El monopolio del dólar no quedará exento de estos cambios.
Por: Walter Ortiz