Las alteraciones alimentarias implican la participación del sistema inmunológico que normalmente lucha contra las infecciones. Cuando una persona es alérgica a determinado alimento, su organismo reacciona de forma desproporcionada a las proteínas que contenga ese producto.
Los expertos señalan que la cuajada, la cual es la sustancia que forma grumos en la leche agria o cortada, contiene el 80% de las proteínas de la leche, incluyendo varias sustancias que reciben el nombre de Caseínas, mientras que el suero, la parte más líquida o acuosa de la leche, contiene el 20% restante. Por tanto una persona puede tener rechazo algunas de estas sustancias en una o ambas partes de la leche. Es decir, que cada vez que se ingiere esas proteínas, su organismo las considera invasores nocivos, provocando así una reacción química llamada la Histamina.
Las reacciones son como la mayoría de las alergias alimentarias, suele ocurrir en un plazo de pocos minutos u horas después de ingerir alimentos que contengan proteínas lácteas.
Los síntomas y signos provocados por el líquido son diversos y pueden afectar a varios sistemas orgánicos, como la piel, el aparato digestivo y respiratorio, lo que puede dar lugar a erupciones, vómitos, diarreas, cólicos, estreñimiento o llantos excesivos en el caso de niños pequeños.
En casos de que no se pueda eliminar por completo las proteínas de la alimentación debe asegurarse de que las albúminas de la leche se sustituyan por alternativas nutricionales equivalentes.
Patricia Abreu Guillén