La guerra por la independencia de Venezuela que lideró Simón Bolívar contra el imperio español y la dirigida por Hugo Chávez y Nicolás Maduro contra el imperio yanqui en defensa de la Revolución Bolivariana, no habrían sido tan largas y sangrientas, de no haberse dado la criminal complicidad del clero en ambos conflictos en favor de esos imperios y sus lacayos.
Bolívar lo acusa de la caída de la Primera República, como lo hizo Chávez tras el fallido golpe de Estado del 11-A cuando los jerarcas de la iglesia apoyaron la golpista y apátrida oposición y la siguen ayudando como lo confirma el documento leído el jueves por la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), entre otras evidencias.
En el histórico Manifiesto de Cartagena, el Libertador los llama «sacerdotes traidores» diciendo que «la influencia eclesiástica tuvo, después del terremoto, una parte muy considerable en la sublevación de los lugares y ciudades subalternas; y en la introducción de los enemigos en el país; abusando sacrílegamente de la santidad de su ministerio en favor de los promotores de la guerra civil».
Hoy, sus herederos de la CEV se ponen del lado de los golpistas en sus fallidos golpes de Estado, magnicidios, invasiones, marchas «pacíficas» como la de Puente Llaguno, la firma del Decreto de Carmona y las guarimbas y barricadas que culminaron gracias a la Asamblea Nacional Constituyente convocada por Maduro que devolvió la paz a los venezolanos.
Una paz que buscan sabotear el Imperio y sus esbirros opuestos al diálogo que en Barbados adelantan el gobierno y la oposición y los obispos leyendo ese documento titulado «Dios quiere para Venezuela un futuro de Esperanza». Lo deseará Dios, pero no ellos.
Y es que exigen «la inmediata salida de Nicolás Maduro; el cese de la Asamblea Nacional Constituyente; la entrada masiva y distribución de la ayuda de alimentos y medicinas y la realización de elecciones presidenciales en el menor tiempo posible».
Propuesta indecente que pretende borrar valores y principios impresos en los artículos de la Carta Magna con la sangre de los mártires que dieron sus vidas por la libertad y dignidad del pueblo y que en la voz de Maduro el legítimo y único presidente constitucional de Venezuela le dice a los sucesores de quienes ayer traicionaron a la Patria: «Dentro de la Constitución todo, fuera de ella, nada».