Tienen una campaña diciendo que todos los crímenes del mundo hoy los comenten venezolanos, una campaña para manchar a Venezuela. ¡Alerta con esa campaña!, porque es año electoral, es para manchar a Venezuela”,
Nicolás Maduro
Lo veníamos anunciando ya, desde este portal y otros espacios, tarde o temprano Estados Unidos dejará sola a Ucrania.
La incomodidad y el desespero son de las peores consejas, cuando de accionar políticamente se refiere, ya que dificultan el uso racional del cerebro para llevar a cabo una determinación, para avanzar hacia un objetivo.
Por estos días, a los enemigos de la República Bolivariana de Venezuela les viene sucediendo algo similar. No hayan cómo disimular su definitivo desespero y desagrado; no sólo ante el hecho evidente de que nuestra Nación no ha caído en sus manos; luego de una inclemente y salvaje guerra multiforme impulsada bajo la anuencia de una oposición incapaz y divorciada de los intereses nacionales; sino además de que nuestra patria se sostiene en paz, con estabilidad y mucho por hacer para reconstruir el tejido dañado, o muerto, producto de sus acciones de agresión.
Consecuencias que no han sido exclusivamente sistematizadas por militantes de la Revolución Bolivariana o afines al chavismo, o instancias del Estado venezolano; sino precisamente por quienes las han analizado desde las esferas de poder donde se decidieron por ejemplo las 930 medidas coercitivas unilaterales, como el Bundestag de Alemania o el Congreso de EEUU; así como por relatores de Naciones Unidas sobre la materia.
Me alegré de que las elecciones en Venezuela fueran fijadas para el 28 de julio (…) Lo que me dijeron en la reunión que tuve en la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) es que van a invitar a observadores de todo el mundo, si el candidato de la oposición tiene el mismo comportamiento que el nuestro aquí, ya saben, no vale nada”,
Luiz Inácio Lula da Silva
Ahora, se impulsa una desesperada campaña de factores extremistas internacionales para tratar por un lado de agredir al país, y todo cuanto habite en él, señalando toda clase de infamias para posicionarnos como si fuésemos una República, o un Estado fallido al cual hay que «ayudar humanitariamente», y al mismo tiempo atacar al presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, por ser este un año donde se realiza constitucionalmente la Elección Presidencial.
Estratégicamente, tal cuestión esboza el intento de posicionar a Venezuela como Estado promotor del terrorismo y el narcotráfico, así como con capacidad de realizar acciones de violencia planificadas y fuera de su territorio, todo esto contextualizado en la solicitud, que parece exigencia, de la Casa Blanca a gobiernos de la región para “incrementar las presiones” a Caracas.
El propio presidente de la República advirtió sobre el desarrollo de esta campaña en contra del país y de su propia figura política: “…tienen una campaña diciendo que todos los crímenes del mundo hoy los comenten venezolanos, una campaña para manchar a Venezuela. ¡Alerta con esa campaña!, porque es año electoral, es para manchar a Venezuela”.
No albergamos dudas que esta campaña tendente a alterar las posiciones internacionales hacia una Venezuela que empieza a tener visos de real recuperación en todos sus órdenes, especialmente el económico con su impacto asociado en lo social, viene aparejada de acciones en el terreno para mal poner al Gobierno Bolivariano, y al presidente en particular generando acciones de sabotaje programado para alterar la paz en el territorio y promover consecuencias negativas en lo electoral para la Revolución Bolivariana.
Todo esto tiene que ver con una oposición extremista que sigue trabajando en su doble banda tradicional (insurrección–elección) con fuertes apoyos de enemigos externos; incluido un poder de medios de comunicación que tratan de generar masa crítica desfavorable al país, hasta en asuntos risibles como el narcotráfico donde pretende posicionarse irresponsablemente a Venezuela como cuarto país productor de droga en el planeta, una barbaridad que no tiene sustento real en ninguna parte, pero que corre como narrativa reproducida por quienes tratan de dañar al país de cualquier forma posible.
Les ha pegado de manera sensible dos elementos que resultan disruptivos en todo sentido para su propósitos actuales, que también responden al hecho que la República Bolivariana de Venezuela no se ha dejado tutelar en cuanto al funcionamiento libre y democrático de su sistema político, sin arreglo a ningún interés que no sea el de los venezolanos y venezolanas.
Por un lado la movilización del pasado 29 de febrero para ratificar el carácter antiimperialista y soberano de la Revolución Bolivariana, que se ha exponenciado a partir de las victorias ante cada agresión dispuesta en esta última década republicana, contando con la presencia en Caracas de un chavismo movilizado, vivo, vigente y dispuesto a defender la patria en cualquier circunstancia, y cuyo volumen ha generado una furiosa reacción de quienes procuraron su eliminación como comunidad política, con infructuosas consecuencias.
Por el otro, les ha caído como un balde de agua fría las aseveraciones del presidente de la República Federativa del Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien ha valorado con racionalidad y claridad política lo que está sucediendo en el proceso político en la República Bolivariana de Venezuela y el valor de este proceso, sin caer en el chantaje de la narrativa que se pretende imponer desde afuera en contra del país.
«Venezuela sabe que necesita elecciones altamente democráticas para que pueda recuperar el espacio de participación ciudadana en los foros mundiales que tanto necesita y para que podamos ver el fin del bloqueo de Estados Unidos a Venezuela (…) Me alegré de que las elecciones en Venezuela fueran fijadas para el 28 de julio (…) Lo que me dijeron en la reunión que tuve en la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) es que van a invitar a observadores de todo el mundo, si el candidato de la oposición tiene el mismo comportamiento que el nuestro aquí, ya saben, no vale nada», afirmó el mandatario Brasileño.
Incluso avanzó mucho más recordando que él mismo no pudo postularse a la elección presidencial de su país, en 2018, y lejos de querer patear el tablero político decidieron alternar un candidato para enfrentar en su momento a Jair Bolsonaro, desarrollando esta acción política como él mismo afirmó: “sin llorar”.
A pesar de estas buenas bocanadas de oxígeno y verdades políticas, la realidad es que las provocaciones de los enemigos de la paz en Venezuela seguirán incrementándose, en la misma medida que se acerque el proceso electoral de 2024, lo cual por supuesto nos debe tener muy ojo avizor.
Saben ellos de dos cuestiones que al sol de hoy son inamovibles: en primer lugar el carácter inquebrantable del pueblo venezolano, de la Revolución Bolivariana y de la institucionalidad democrática que se ha solidificado luego de tantas agresiones repelidas y contenidas victoriosamente; en segundo lugar la incapacidad moral y política de la oposición para conducir los destinos de Venezuela, lo cual les impone buscar desde afuera nuevas agresiones para tratar de torcer lo que puede representar una nueva derrota política, como evidencia de esas condiciones estructurales que hoy los adversarios del Proyecto Histórico Bolivariano exhiben.
No perdamos el centro estratégico y sigamos avanzado por la paz, estabilidad, y el desarrollo del país, y en especial promoviendo el bienestar para nuestro pueblo en todos sus órdenes.