El presidente ha explicado el plan de la extrema derecha para sabotear el proceso electoral y sembrar el caos en el país
“¿Por qué tanta violencia mediática contra Venezuela, no les da vergüenza?” Pregunta el presidente venezolano, Nicolás Maduro, a los periodistas que participan en la rueda de prensa internacional. “¿Por qué Occidente no acepta nuestra realidad, no acepta que aquí hay otro mundo, otro modelo”? Pregunta de nuevo. Y luego recuerda las numerosas ocasiones en las que los medios de comunicación han liderado guerras imperialistas, construyendo o avalando mentiras, como la de las inexistentes armas de destrucción masiva en Irak, o han allanado el camino para la destrucción de un país, como ocurrió en Libia tras el asesinato de Gadafi.
Luego, asistido por el equipo de comunicación, dirigido por el ministro de Comunicación, Freddy Ñáñez, el mandatario mostró varios vídeos de la violencia organizada por los «comanditos» de María Corina Machado y Edmundo González, quienes no reconocieron los resultados de los comicios. Un plan que reedita un esquema muchas veces implementado por la extrema derecha en Venezuela, y siempre financiado por sus padrinos norteamericanos.
“Venezuela lleva 200 años ardiéndole a Estados Unidos”, porque desde Bolívar hasta hoy no han logrado someterla para apoderarse de sus riquezas, y han implementado todo tipo de estrategias para destruir los procesos de integración. Y lo consiguieron gracias a la traición de Santander, y, como en la época de Bolívar, todavía hoy se intenta destruir la libertad de Venezuela organizando planes terroristas desde Colombia.
“Así volvió a ser esta vez, aún con más intromisión, ya que, -explicó Maduro- elementos criminales entrenados en el extranjero entraron en acción y aprovecharon los planes de Vuelta a la Patria, organizados por el gobierno bolivariano. Por eso, -recordó- Machado ha insistido tanto en este tema del regreso de quienes se habían ido a Texas, Chile, Perú, Colombia, países de origen de los mercenarios enviados a quemar instituciones públicas y propiedades privadas, a disparar contra las Fuerzas Armadas y militantes”.
Por otro lado, para la extrema derecha no es difícil tener control sobre este tipo de población, considerando que por cada «migrante venezolano» recibe dinero a través de las grandes instituciones internacionales, que han impulsado esta política a través de la narrativa de la «crisis humanitaria de Venezuela». Y estos mercenarios ingresaron a varios estados del país. Uno de ellos, filmado durante los disturbios y confeso, estuvo junto al candidato de papel maché durante la campaña electoral.
En los vídeos muchos de los detenidos -bajo los efectos de las drogas-, acusan a los dirigentes de la extrema derecha de haberles pagado 150 dólares diarios para que siguieran instrucciones desestabilizadoras, y se desprende la participación en la violencia de los delincuentes del Tren de Aragua, al igual que del Niño Guerrero. Por tanto, es inútil, añadió el presidente, intentar presentar, como antes, a los autores de esta violencia como sujetos políticos, ya que se trata de delincuentes comunes, entrenados para pronunciar algunas consignas y agitar algunas banderas para enturbiar las aguas.
Y con qué valentía algunos organismos internacionales empiezan a defenderlos, acusándonos de querer procesarlos. “¿Deberíamos dejarles destruir las instituciones del Estado”? Preguntó el presidente.
El objetivo esta vez, dijo, era llevar la violencia a los sectores populares, hacer creer que el pueblo, especialmente los jóvenes (como los detenidos en flagrante delito), están cansados de la revolución bolivariana y están luchando «por la libertad».
Un guion fue preparado en las salas de Washington, afirmó el presidente al informar sobre una reunión entre representantes del gobierno estadounidense y de la extrema derecha, que viven con lujo fuera del país. Una reunión animada porque, al parecer, Estados Unidos ya no está tan dispuesto a firmar cheques en blanco sin obtener resultados.
Maduro acusó a EE.UU. de haber utilizado un doble registro -aparentemente diplomático, pero encubiertamente golpista- incluso durante las rondas de diálogo que tuvieron lugar con su gobierno. Y reiteró su deseo de seguir manteniendo abierta la puerta del diálogo, pero en igualdad de condiciones, porque la dignidad de Venezuela no se puede negociar. Y si Estados Unidos cierra la puerta, tiene todo que perder, dada la sed de petróleo a la que lo exponen sus políticas de guerra, que han empujado a muchas empresas internacionales a invertir en Venezuela.
El presidente denunció entonces los intentos de reactivar el extinto Grupo de Lima, y las declaraciones injerencistas de quienes no reconocieron las elecciones: incluido el Centro Carter, «que ya no es el de la época de Jimmy Carter, sino que ha caído en manos de un grupo, emanado de USAID, cuyo informe ya estaba listo -dijo- en base al plan ya acordado”.
Un plan que pretendía impedir la difusión oportuna de los resultados, mediante diversas acciones de sabotaje que -explicó el presidente- fueron parcialmente desactivadas. Y aquí entró en el fondo de porqué el resultado, por irreversible que sea, se conoció sólo con el 80% de los votos y, sobre todo, porqué las acusaciones de fraude formuladas por la oposición son engañosas, funcionales para mantener el caos, y la posibilidad de una intervención externa contra el país. Por ello, la extrema derecha ha intentado activar la Carta Democrática dentro de la OEA, pero sin éxito por falta de apoyo.
“¿Y con estos supuestos, estas personas podrían gobernar un país?” Preguntó Maduro, recordando también el oscuro pasado diplomático de Edmundo González, quien persiguió a opositores a la dictadura cuando estuvo destinado en El Salvador. “Detrás de la apariencia de este anciano inofensivo -afirmó el presidente- se esconde un individuo siniestro, responsable, como la señora Machado, de este intento de golpe de Estado, que no quedará impune”.
El presidente no rehuyó las preguntas de los periodistas, interesados principalmente en conocer el motivo del retraso en los conteos. Tampoco evitará, precisó, todos los controles que el máximo órgano encargado de mantener el equilibrio de los cinco poderes del Estado, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), al que la Constitución permite recurrir según el artículo. 297, para este tipo de problemas electorales.
El PSUV y los partidos del Gran Polo Patriótico, anunció, están listos para presentar todas las pruebas. Y exigirá que la derecha, que se jacta de tener los recuentos exactos, haga lo mismo. Sin embargo, aclaró, incluso ante los ataques de los que fue víctima, -en los que el presidente ve la mano de Elon Musk- observó escrupulosamente, el CNE además tiene 30 días para actualizar los resultados.
Por otro lado, en otros países, como Estados Unidos, no existe una autoridad electoral nacional ni órganos a los que recurrir en caso de impugnación de los resultados. Entonces ¿por qué tanta furia contra Venezuela? Maduro les preguntó a los periodistas, denunciando la acción concertada del fascismo internacional que tiene sus articulaciones en Venezuela. Y con el fascismo, han reiterado en los últimos días los líderes del proceso bolivariano, no se negocia. Y la revolución bolivariana lo combatirá con todo el peso de la ley.
«Somos una revolución pacífica, pero armada«, recordó el presidente, advirtiendo sin embargo, que si los ataques promovidos desde fuera no cesan, está dispuesto a transformarla en una revolución tradicional.