El Centro Rodrigueano de Investigación Social para la Latinoamericanidad (Crisol), consciente del mandato del presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, de fortalecer el bloque histórico, y de la importancia que para la unión latinoamericana y caribeña tiene el bicentenario de la campaña de Carabobo; concibe el libro Campaña de Carabobo: el nacimiento de una nación pensándolo en el logro de un objetivo: “Develar el verdadero significado de la Campaña y la Batalla de Carabobo”.
Para tales fines, hemos estructurado la obra en seis partes: la primera, un estudio preliminar, Carabobo: Nacimiento de un Estado, a cargo del historiador Linares con el que desmitifica lecciones que, aunque parecieran clavadas en la psique colectiva, el autor acude a todo su arsenal pedagógico para orientar a las lectoras y lectores sobre el plan trazado por Simón Bolívar en la laguna de Casacoima en 1817: “Dentro de pocos días rendiremos a Angostura y, entonces, iremos a liberar la Nueva Granada, y arrojando a los enemigos del resto de Venezuela, constituiremos a Colombia. Enarbolaremos después el Pabellón tricolor sobre el Chimborazo, e iremos a completar nuestra obra de liberar a la América del Sur y asegurar su independencia, llevando nuestros pendones victoriosos hasta el Perú: el Perú será libre”.
La segunda parte, Carabobo: Bolívar y Chávez, invitamos a leer el parte de batalla escrito por Simón Bolívar en Valencia, Colombia, un día después del triunfo de Carabobo en el que afirma: “ayer se ha confirmado con una espléndida victoria el nacimiento político de la República de Colombia”; y el artículo Carabobo en la espiral histórica escrito por Hugo Chávez Frías en el año 2001, en el que explica que “a partir de Carabobo, lo que está planteado es proseguir la guerra hacia el sur para ‘redondear’ a Colombia: todas las acciones las dirige hacia un mismo objetivo político: abrir caminos a la Nación Suramericana y en ese sentido adelanta a Sucre en la Campaña del Sur. Carabobo, por tanto, es un potente faro de luz que nos enseña la estrategia incomparable de Bolívar en esa espiral histórica que es la revolución de la América antes española”.
La tercera parte, Historiografía neocolonial y unidad bolivariana, contiene dos artículos. La doctora Iraida Vargas-Arenas diserta sobre un tema de suma importancia para la concepción axiológica de la historia insurgente porque cuestiona “las primeras reconstrucciones historiográficas de la Guerra de Independencia” por su “corte romántico, de carácter predominante bélico” con las que se “exaltan las actuaciones de los héroes en la guerra”. Para esta antropóloga maracayera, la historiografía oligárquica nos contó en los programas de estudio “reconstrucciones idílicas que hacían caso omiso de los problemas, contradicciones y correlaciones de fuerzas que se daban para esos momentos en el mundo real de la sociedad venezolana”, haciendo énfasis en “un carácter francamente antipopular, racista y patriarcal; pues estuvieron orientadas a crear la idea de que la gesta independentista fue la obra tan solo de un grupo de hombres, blancos y aristócratas que constituían una vanguardia, sin ninguna participación popular o de los varios grupos étnicos o de la femenina”. Explica la intelectual que “el resultado fue la generación de una ideología que sirvió para legitimar la exclusión y el extrañamiento social precisamente de indios, negros, mestizos, blancos pobres y de las mujeres de cualquier condición social o étnica, en la toma de decisiones y el disfrute de los bienes culturales”. El profesor tachirense José de Jesús Cordero Ceballos nos habla del pensamiento venezolano en relación a la unidad latinoamericana y caribeña.
La cuarta parte, Puntos itinerantes de la espiral histórica, se inicia con el artículo España en la campaña de Carabobo del historiador tachirense Manuel Carrero Murillo en el que nos explica qué acontecía en el Reino de España en este vital lapso de la independencia colombiana. En el artículo De Guayana a Carabobo, el antropólogo Mario Sanoja Obediente nos expone la importancia que tiene Guayana para el triunfo en Carabobo por ser “el Orinoco una vía de comunicación con el Caribe que controlaba las rutas que conducían hacia las regiones llaneras y permitían los procesos de comercialización del ganado en Apure y Barinas” y porque “la región oriental de Guayana era la sede de las Misiones Capuchinas Catalanas donde se hallaba concentrada una extraordinaria y valiosa cantidad de recursos humanos y materiales que hacía de la provincia de Guayana la base logística del esfuerzo militar realista en los llanos centrales”. Luego se vuelve la mirada al centro norte de Colombia, particularmente Maracaibo y Coro, con dos trabajos: Maracaibo: anclaje “para redondear a Colombia”; de la doctora zuliana Belin Vázquez. Y, Maracaibo y Coro se integran a Colombia; del cronista de Maracaibo Yldefonso Finol. El penúltimo trabajo de esta parte es En Trujillo nace Carabobo; del ingeniero y educador tachirense radicado en Boconó, Ubaldo García. Cierra la doctora Elizabeth Leal con el artículo Las diversiones: visión estratégica del Libertador, en el que la educadora guariqueña nos habla de las operaciones empleadas por Bolívar para distraer las fuerzas enemigas y que José Francisco Bermúdez, Cruz Carrillo y Juan Gómez siguieron al pie de la letra.
La quinta parte está dedicada a los Pueblos y personajes. Un brasileño en la Batalla de Carabobo de José Gregorio Linares. Carabobo: independencia, mujeres y repúblicas de la doctora Iluska Salazar; y Juan Germán Roscio Nieves, arquitecto de repúblicas, del doctor guariqueño Reinaldo Bolívar.
La sexta y última parte del libro es Redondeando Colombia. Abre el telón el contundente trabajo La herencia de Carabobo de Luis Britto García. Sigue el artículo Carabobo: corazón de la geopolítica del Sur del diputado barinés Edgardo Ramírez. El penúltimo artículo es Hacia una geografía de la liberación del arquitecto Héctor Torres Casado y cierra el artículo Carabobo: nacimiento político de Colombia de Alí Ramón Rojas Olaya.
Estas cimarronas y cimarrones sentipensantes demuestran que la Batalla de Carabobo no se restringe sólo a aspectos castrenses ni debe verse con gríngolas territorialistas. Bolívar concibe un proyecto geopolítico de independencia y soberanía continental totalmente contrario a las ansias expansionistas de Jefferson, Adams y Monroe. Esta intelectualidad tiene plena conciencia de que la Batalla de Carabobo no ha concluido. Saben que si ayer el pueblo en armas derrotó al rey Fernando VII, hoy nos toca resistir ante el mayor imperio de la historia; vomitar su lógica perversa; insurgir con nuestros poderes creadores para producir alimentos, ciencia y dignidad; y asumir la máxima bolivariana: «la unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino”.