¡A ver, a ver, a mover la colita! –canta Pedro Pablo Kuczynski, en su reciente gira por los Estados Unidos.
PPK -así bautizado por el marketing político para hacer más potable su complicadísimo apellido-, afirmó, en la Universidad de Princeton, durante su ponencia “A New Age for Latin America” -Una Nueva Era para América Latina-, que los Estados Unidos ve a América Latina “como un perro simpático que está durmiendo en la alfombrita y que no genera ningún problema”. Claro, con la preocupante excepción de Venezuela, que se niega a ser perrito simpático y eso daña la imagen de la región. Dicho esto, PPK, no pudo reprimir su perruno deseo de ir a olerle el culo a un miembro de la directiva de la universidad que ese mismo día lo condecoró con una reluciente medallita, de esas que dicen que ese perrito no es peligroso porque está vacunado contra la rebelión -perdón- contra la rabia.
Un “perro simpático durmiendo en la alfombrita”, chiquitica la alfombrita, confinado a ese pedacito, aunque sea dueño de una casa enorme. Allí, mansito, más que mansito, dormido.
Mejor dormido, sí, porque, allá en el Norte, ya saben que despiertos somos un dolor de cabeza, porque nos da por reclamar lo que es nuestro por soberano derecho. Simpático el perrito domesticado. Esa es la nueva era de América Latina que propone Kuczynski de la oligarquía continental.
La nueva era que enfrentamos los movimientos nacionales y populares de todo el continente, es la era del cinismo, donde las incoherencias las maquillan los medios y las marramucias también. En esta era, vemos a Macri despedir a cientos de miles de empleados públicos “porque no hay dinero, ya saben, el desastre financiero que dejaron los K, sin contar con lo que se robaron”, pero crean nuevos cargos con sueldos millonarios para los amiguis del club.
O lo vemos eliminando planes de medicinas gratis para los abuelos, porque no hay dinero y bla, bla, bla… a la vez que le perdona a su papá una deuda de 4 mil millones de dólares que tenía con el Estado. Vemos en vivo y directo la repartición del país entre un clan de amigotes y trasnacionales, la aniquilación de los planes sociales que, en campaña, igualito que Capriles aquí, juró que no iba a eliminar, sino que los iba a mejorar.
Y vemos al equipo de corruptos que tomó el poder en Brasil endosándole sus delitos a Dilma, dando lecciones de honestidad y democracia. Los vemos retrocediendo a los nefastos años noventa, a tiempos que creímos superados y sí seguimos creyendo vainas, nos convertiremos en creyón.
Y vemos al Presidente de apellido impronunciable de Perú promoviendo, sin pudor alguno, la idea de una América Latina sumisa, echada en una alfombrita con un simpático lacito de mierda en la cabeza.
Vemos todo esto y no hay escándalo, por el contrario, hay que alegrarse porque a Kuczynski lo condecoraron los gringos y a Macri lo recibió el Borbón.
Vemos a todos estos cínicos atacar al Gobierno de Venezuela por negarse a hacer lo que ellos perpetran contra nuestros países, y vemos a quienes son sus aliados aquí, en Venezuela, y no hay que ser un genio para deducir que dos más dos son las cuatro patas de la Era del Perrito que nos quieren imponer.
Después les decimos cachorros del Imperio y se ofenden.