Comentario sobre la puesta en escena opositora en la UCAB
En conclusión: no debatieron nada
Hasta los analistas opositólogos tuvieron que concluir que el debate de parte de los aspirantes a candidatos opositores no fue exactamente un debate porque, en estricto sentido, no debatieron nada.
Una de las candidatas (la favorita, según las encuestas), María Corina Machado, dijo claramente lo que piensa hacer si llega a controlar el poder. Las otras candidatas y los otros candidatos fueron menos directos, pero nadie cuestionó a la dama oligarca, ni siquiera en cuestiones tan medulares como la privatización de Petróleos de Venezuela. ¿Entonces, es que todas y todos están sintonizados en esa y otras ideas o es que prefirieron no caer en discusiones? ¿De ser esto último, para qué llamaron debate a semejante reunión?
Los referidos comentaristas dijeron que la idea prevaleciente era dar una demostración de unidad de puntos de vista y de objetivos. Entonces, insistimos como observadores no imparciales, no era en absoluto un debate, sino una especie de baby shower de las primarias en gestación y de una candidatura que ya, según propios y extraños, está cantada, aunque también inhabilitada.
¿Y la otra candidata y los otros candidatos?
Pero si la idea era dar una demostración de unidad, eso tampoco se logró seriamente porque de los 14 inscritos para esa carrera, tan solo participaron ocho.
De los restantes seis, dos se ausentaron voluntariamente. Henrique Capriles Radonski prefirió no ir por cuestiones de estrategia de campaña, alegando que no tenía sentido un debate entre ellos. Roberto Enríquez, por su lado, decidió atender otros compromisos que estaban en su agenda fuera del país. No es asunto nuestro, pero ambas excusas suenan bastante extravagantes y hasta cómicas.
Mientras tanto, los candidatos anónimos tampoco estuvieron en el plató del tal debate. César Almeida, Luis Farías, Gloria Pinho y José Hernández, al parecer, quedaron para un debate menor, exclusivo para figuras de reparto.
Entre estos últimos hay que subrayar el caso de Hernández, que es el señor que le está “cuidando el puesto en la cola” a Manuel Rosales, un candidato provisional que será reemplazado por el gobernador zuliano, si se llevan a cabo las negociaciones y trajines que él y su partido tienen en mente. Se cuenta y no se cree.
La candidata Pinho se quejó de no haber sido invitada, mientras el secretario general de uno de los dos toletes de Acción Democrática, Bernabé Gutiérrez, ha denunciado que su opción partidista fue excluida de las primarias.
Ya antes, Benjamín “Er Conde” Rausseo había anunciado que correrá por fuera de las primarias, aunque meses antes había afirmado que quien hiciera eso estaba haciéndole el juego al gobierno. ¿Habrá sido otro de sus chistes obscenos?
Predominó el marketing y la impostura
Otro aspecto que merece comentarios en el evento celebrado en la Universidad Católica Andrés Bello es el de los fuegos artificiales mostrados por varios de los candidatos y sus asesores en creación de imagen, marketing y plan de medios y redes.
Fieles imitadores de las supuestas grandes expresiones de democracia de Estados Unidos y otras naciones, hicieron su puesta en escena del debate y algunos de ellos se esforzaron por mostrar sus campañas huecas, sin contenido, de puro maquillaje, apariencia y vanidad.
Machado pretendió impactar con su blazer bicolor y, sobre todo, con el gesto de despreciar a sus rivales cuando todos se levantaron las manos entre sí. Mientras tanto, otro inhabilitado, Freddy Superlano se presentó con un video del arribo a la UCAB en una camioneta, elegantemente trajeado y con unos acompañantes que eran a la vez escoltas y trompetistas, con pinta de sicarios de narconovela.
A ese nivel andan los aspirantes a llevar la bandera del antichavismo en las presidenciales de 2024.
Mala síntoma desde “la diáspora”
Antes del debate que no fue debate, el discurso opositor había experimentado un tremendo descalabro, atenuado solamente por la prensa complaciente que este sector político tiene en Venezuela y fuera de ella. Se trató del escasísimo número de venezolanas y venezolanos residentes en el extranjero que se anotaron para votar en las primarias.
Como bien se sabe, una de las ideas más repetidas por la dirigencia opositora y por la maquinaria mediática global a lo largo de una década ha sido que de Venezuela se han marchado, huyendo de la miseria del socialismo, una cifra que han llegado a ubicar hasta en ocho millones de compatriotas.
De acuerdo con esa misma narrativa, casi todas esas personas son rabiosamente opositoras y sólo están esperando la oportunidad para votar contra la Revolución para luego retornar al país a vivir felices y comer perdices.
Pues bien, según las cifras oficiales de la Comisión Nacional de Primaria, apenas un poco más de 200 mil personas hicieron la inscripción. Con increíbles malabares, algunos opositólogos han elevado la cifra hasta 300 mil. Aún con este último guarismo, estaríamos hablando de poco más de un 3 % de la cantidad que se ha dado como cierta de la así llamada “diáspora venezolana”.
La verdad que los golpea es que ni la cifra de ocho millones ha sido, ni es, cierta; ni tampoco se trata de gente interesada en respaldar a unos líderes que, justamente, los empujaron a irse del país a vivir experiencias que, en una gran cantidad de casos, han sido terroríficas, debido a la explotación laboral y la xenofobia.