Discursos que definen personalidades políticas
Petro, líder ideológicamente sólido (la sorpresa grata)
Igual que ha ocurrido con varias de sus ejecutorias y declaraciones en el mes y pocos días que lleva en el poder, Gustavo Petro fue una grata sorpresa en su primera intervención ante la Asamblea General de las Naciones Unidas.
En la sede del foro mundial en Nueva York, es decir, en la cara del imperio, Petro soltó verdades con una valentía que solo los grandes líderes latinoamericanos se habían atrevido a pronunciar. En efecto, el nuevo presidente colombiano habló, como lo hicieron en su momento, Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, Lula Da Silva y otros pocos.
Para quienes tenían angustiantes dudas sobre Petro, en especial por sus actitudes respecto a Venezuela a lo largo de la campaña electoral, ha resultado de alto impacto que el mandatario haya tomado las medidas necesarias para el inmediato restablecimiento de las relaciones bilaterales, incluyendo la devolución de Monómeros a su legítimo propietario, el Estado venezolano, representado por el gobierno constitucional.
Ahora, como refuerzo a esa buena impresión, el jefe del Estado neogranadino ha hablado con una solidez ideológica y una claridad de conceptos que muchos no le atribuían, al cuestionar el belicismo imperial y declarar perdida la guerra contra las drogas, que ha sido el ariete propagandístico de Estados Unidos para su intervencionismo en Colombia y, a través de ese país, en Venezuela y otras naciones del vecindario.
Boric: La “izquierda” al servicio del imperialismo (confirmado)
Mientras tanto, con Gabriel Boric ha ocurrido un proceso contrario al de Petro: las expectativas que había generado por su procedencia de las luchas estudiantiles y por su juventud se disiparon demasiado pronto, derivaron en el fracaso del esfuerzo constituyente y, después, han quedado sepultadas con su actuación en la ONU.
El presidente chileno se comportó como un operador de las estrategias imperiales de ataque, con el argumento de los derechos humanos, a los países que no siguen las órdenes de Washington. En ese sentido, hizo el mismo triste papel de su predecesor, el derechista recalcitrante Sebastián Piñera.
Lo peor de este caso es que Boric se atreve a cuestionar el respeto a las garantías ciudadanas en países con gobiernos que no le gustan a Estados Unidos, mientras en su propia nación, bajo el gobierno que encabeza, no se ha logrado ningún avance en dicho campo. Por el contrario, sigue la represión en la Araucanía contra los campesinos e indígenas, y en las grandes ciudades contra los estudiantes, es decir, contra aquellos que una vez lideró el ahora presidente.
En la ONU ha quedado confirmado lo que ya se sabía: Boric es un destacado representante de esa izquierda que se pone al servicio del imperio con el iluso propósito de que este la deje gobernar en paz. Es lo que algunos llaman “la izquierda boba”.
Biden y la cínica defensa de los países pequeños (lo mismo de siempre)
El discurso del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, no sorprendió a nadie porque fue un muestrario del deplorable cinismo de la élite que gobierna esa nación, más allá de que el presidente sea un dirigente del Partido Demócrata con signos de demencia senil o un magnate desquiciado como su antecesor, Donald Trump.
Todo lo que salió de la boca de Biden en la alta tribuna mundial fueron falsedades e hipocresías, pero la más lacerante de todas en esta oportunidad fue la defensa que asumió de los países pequeños que son invadidos por los grandes y mejor armados.
Hay que ser realmente descarado para decir algo así cuando se habla a nombre de un país que ya acumula más de un siglo invadiendo países pequeños, pobres y desarmados, utilizando subterfugios como la defensa de la democracia o la lucha contra el terrorismo.
Nadie que conozca, aunque sea superficialmente, la historia contemporánea, en especial si vive en América Latina; puede tomarse en serio esta solidaridad de Biden con las naciones oprimidas por superpotencias.
Lo peor de este episodio no es que Biden lo haya dicho; sino que lo aplaudan dirigentes y gente común de las naciones sometidas por Estados Unidos.
Alberto Fernández contra el bloqueo (como te digo una cosa, te digo la otra)
La mirada a las intervenciones en la Asamblea General de la ONU se completa, por lo pronto, con la alocución de Alberto Fernández, el presidente de Argentina.
Su discurso fue impecable al condenar los discursos de odio que producen eventos como el intento de magnicidio de su vicepresidenta, Cristina Fernández, y cuestionar la desigualdad mundial que se ha agudizado con la pandemia.
También exigió el cese de los bloqueos y las medidas coercitivas unilaterales como las que se aplican contra Cuba y Venezuela, alegando que en la esfera internacional solo son admisibles las sanciones que derivan de decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU.
Sus aseveraciones, sin embargo, contrastan con la actitud de su gobierno ante una de las manifestaciones concretas de las medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos contra Venezuela: la retención de la tripulación del avión de Emtrasur en Buenos Aires y la entrega de la aeronave al Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos. Si Fernández tuviera la determinación de enfrentar las arbitrariedades estadounidenses, habría tenido —como mínimo— una actitud más proactiva en este caso.