La oposición no busca el voto castigo, sino el voto extorsivo
Promesa 1: Si ganamos, cesarán las “sanciones”
La campaña electoral es, en muchos sentidos, una copia de la de 2015, cuando una oposición que había provocado daños terribles a la economía le dijo al electorado que, si controlaban el Poder Legislativo, se acabarían las colas para comprar pan, papel higiénico, pañales, medicinas y otros productos de primera necesidad.
Era una descarada sinvergüenzura, porque el desabastecimiento, la especulación, la inflación, el bachaquerismo y los ataques de la moneda nacional fueron acciones diseñadas por la conspiración permanente que dirige Estados Unidos y, en ese entonces secundaba, firmemente, por el empresariado nacional; con los partidos opositores añadiendo incertidumbre a través de violencia callejera y operaciones mediáticas.
En pocas palabras, eran como el secuestrador que priva de libertad a una o varias personas, las maltrata, las tortura y luego les dice a los familiares que tienen la solución en sus manos: pagar el rescate. En este caso, se exigió y fue pagado un rescate en votos, que sólo sirvió —dicho sea de paso— para agudizar aún más el sufrimiento de la gente.
Esta vez, el elemento para la “negociación” es el bloqueo y las medidas coercitivas unilaterales (MCU). Los opositores dicen que la única manera de volver a ser felices, como lo éramos antes, es que votemos por ellos para que el poder imperial deje de estrangularnos.
Promesa 2: Si ganamos, volverán los familiares migrantes
En esa misma onda descarada se ponen los dirigentes opositores que enarbolan la bandera del retorno masivo de migrantes que ocurriría en un hipotético gobierno suyo.
El cinismo es mayúsculo, porque fueron esos mismos líderes quienes propiciaron la ola migratoria a través de la gran crisis económica que provocaron, a la que se sumaron el bloqueo y las MCU que solicitaron.
Basta revisar los mensajes que emitieron esos políticos, y los medios de comunicación a su servicio, durante varios años para comprobar que presionaron a todo el espectro de la sociedad venezolana para que saliera del país, en la mayoría de los casos sin un rumbo planificado, a vivir oscuras aventuras y a caer en manos de mafias de la trata de personas y de empresarios explotadores en otros países.
Algunos de esos mismos dirigentes se han hecho multimillonarios aprovechando los aportes de los organismos internacionales y las agencias imperiales para atender a los migrantes. Esa plata sólo ha servido para que personajes sin escrúpulos se conviertan en magnates y vivan como celebridades de Hollywood en las ciudades más costosas del mundo.
Ahora, como argumento de campaña, les ofrecen a las venezolanas y los venezolanos que tienen a sus familiares en el exterior (en muchos casos, pasando tremendas calamidades) que con ellos en el gobierno, habrá un regreso masivo y cargado de prosperidad.
Amenaza 1: Si no ganamos, se redoblará el bloqueo
Si las promesas de que son ángeles salvadores no surten efecto, les queda el recurso de la amenaza. Le dicen a la gente que, si el presidente Nicolás Maduro es reelecto, los poderes neocoloniales reforzarán el bloqueo y las MCU, lo que causará peores sufrimientos de los que ya el país ha vivido.
Para sustentar su amenaza, argumentan que en enero del año próximo Donald Trump volverá a la Casa Blanca y con él la runfla de genocidas en serie que idearon la estrategia de máxima presión contra Venezuela, cuyo objetivo (declarado por el mismo Trump) era robarse el petróleo y los demás recursos venezolanos.
Es deplorable que un sector político no tenga nada que ofrecerle al país salvo que un enemigo externo se abstenga de matarlo de mengua. La mentalidad lacaya que anida en este tipo de advertencias es indigna de una nación que ha plantado cara a las agresiones económicas durante una década y ha logrado, en ese clima hostil, recuperarse y que su aparato productivo comience a crecer de modo sostenido.
Amenaza 2: Si no ganamos, se irán los que no se han ido
Otra de las amenazas de la derecha tiene doble propósito: se dirige al electorado nacional y también al poder imperial y a los gobiernos vecinos.
Esto pasa cuando dicen que si Maduro es reelecto se producirá otra ola migratoria, quizá más grande que la del decenio pasado.
Es una amenaza para los electores porque atiza el temor de que las familias sufran nuevas rupturas, que más y más jóvenes se vayan del país.
Y es una amenaza dirigida al poder imperial y a los gobiernos de naciones receptoras de migración porque les hace pensar en un escenario en el que otra gran cantidad de venezolanas y venezolanos vayan a sus países.
Este chantaje se hace más efectivo por el trabajo previo hecho por los mismos dirigentes opositores y sus medios aliados para satanizar la migración venezolana con matrices como las del Tren de Aragua, los motorizados infractores de Nueva York, el vago Leito y otras tantas.
En resumen, la oposición (especialmente la de ultraderecha) no está apostando al famoso “voto castigo” que se ejerce contra el gobierno, sino al voto extorsivo, mediante el cual se pretende obligar al elector a emitir su sufragio para evitar que una banda delictiva siga causándole angustia y dolor.