El 3D ofrece enseñanzas a granel
Para el mundo del sur
El referendo consultivo sobre el territorio Esequibo de Venezuela lleva un mensaje de gran trascendencia para el mundo del sur, el que sigue pagando las consecuencias del colonialismo europeo, de su secular terrofagia, de sus arbitrarios repartos territoriales y de sus amañados arreglos de las disputas que causaron.
La voz de Venezuela es la de su Constitución aprobada en amplia consulta popular, fruto de uno de los más hermosos procesos constituyentes de las últimas décadas en todo el planeta. Es la voz de un pueblo que tiene y ejerce la facultad de decidir y de opinar sobre temas de gran interés nacional mediante el mecanismo del referendo, que en muchos de los otros países del sur global es inexistente o muy pocas veces utilizado.
Con la consulta sobre un asunto de corte internacional, con amplias implicaciones geopolíticas y geoestratégicas, Venezuela recurre a su democracia participativa y protagónica para dar un ejemplo de conciencia colectiva.
Para el mundo colonialista
Para las naciones del norte que intentan sostener un orden ya vencido, Venezuela está diciendo que mientras esos países aplican sus leyes extraterritorialmente para castigar a quien no obedece sus designios, esta modesta República ha decidido hablar a través de la voz de la mayoría, no para imponerle sus decisiones a nadie más, sino para demostrar que la voluntad de defensa del territorio es de la colectividad en su conjunto, no solamente de su gobierno o de sus expertos.
El metamensaje es visto con mucho resquemor por las élites dominantes, pues consultar a sus pueblos en torno a este tipo de asuntos es algo que no suelen hacer los gobiernos del mundo industrializado. No pueden hacerlo (salvo en temas secundarios) porque temen que sus electorados puedan desarticular las tramas de los poderes fácticos, los que realmente mandan en esas naciones, por encima de las élites políticas y los anacrónicos monarcas.
Igualmente, abrigan grandes temores a que el “virus” referendario pueda contagiarse a otros países del sur y afectar los intereses de las empresas trasnacionales en esferas clave como la legislación laboral, el ambiente, la agricultura, la alimentación y el agua.
Más allá del efecto que el referendo pueda tener en la etapa actual de la controversia con Guyana, trascenderá como un gesto innovador, que incorpora al pueblo como actor fundamental en un terreno en el que las artimañas cocinadas en trastiendas han sido la causa de graves conflictos entre naciones hermanas.
Para el país nacionalista
Las enseñanzas del referendo son extraordinarias para la esfera interna. Se ha unificado al país nacionalista, más allá de la polarización política actual o pasada. Importantes dirigentes de la oposición han asumido una posición muy firme de defensa de la soberanía, obviando las campañas de desprestigio de sus compañeros radicales enfermos de odio.
La consulta popular ha nucleado al chavismo como en sus mejores momentos electorales, pero en esta ocasión hay un dividendo adicional: a la fuerza de defensa de la soberanía nacional se ha sumado un amplio espectro de opositores e independientes, lo que no puede ser interpretado sino como un síntoma ampliamente esperanzador.
El tema del territorio Esequibo ha unido a muchos factores políticos y ha demostrado, de nuevo, que existe un sector partidista y social opositor con el que es posible contar para buscar consensos en torno a aspectos estratégicos y vitales.
La unidad trascendió el campo de la política partidista y cubrió a grupos sociales, deportivos y culturales, dando pie a un conmovedor derroche de talento y creatividad que, seguramente, será útil en muchos otros asuntos de ahora en adelante.
Para los apátridas
La mayor de todas las lecciones implícitas en el referendo consultivo sobre el territorio Esequibo es la que están recibiendo desde hace varias semanas los sectores apátridas del país, esos venezolanos que han demostrado ser capaces de traicionar a su país sólo por no coincidir con el gobierno bolivariano.
En ese segmento hay mucha gente envenenada por años y años de campañas de toda laya destinadas a culpar al comandante Hugo Chávez, al presidente Nicolás Maduro, y a la dirigencia revolucionaria en general; de todos los males sufridos por el país, inclusive aquellos que la dirigencia opositora propició; como el bloqueo económico y las medidas coercitivas unilaterales.
Pero, más allá de esas personas que, inducidas por tales manipulaciones, incurren en una conducta antivenezolana, hay una élite de dirigentes y formadores de opinión que lo hacen porque están al servicio de los intereses no tanto de Guyana, sino de las grandes corporaciones globales que están detrás del país vecino en su empeño de apoderarse definitivamente de los recursos naturales que se encuentran ya no solamente en el territorio legítimamente venezolano, al occidente del río Esequibo, sino también de los que se encuentran en las áreas marinas y submarinas no delimitadas.
El primer lote, el de las víctimas de la manipulación, es recuperable y tal vez el referendo sirva para hacerlos reflexionar respecto a esa postura tan censurable. El segundo lote, por el contrario, ya no es reversible porque, de manera deliberada y consciente, han perpetrado delitos de lesa patria por los que en cualquier país (incluso los que posan de ser democracias ejemplares) serían juzgados y castigados con largas penas corporales. A esos, el referendo no les puede enseñar nada, salvo darles una nueva prueba de que son indignos de haber nacido en una tierra de libertadores.