Que el gobierno gane la partida internacional
Para el opositor promedio, la arena internacional ha sido una zona de dominio absoluto de su tendencia política. Esta idea ha sido reforzada por lo ocurrido en los últimos años, desde que el afroblanqueado Barack Obama declaró al país “amenaza inusual y extraordinaria para Estados Unidos”, y se desataron todos los demonios de la autodenominada “comunidad internacional”.
Entonces, ese opositor promedio considera inconcebible que el gobierno constitucional de Venezuela pueda ganarle la partida a la patota de Washington en la esfera mundial, luego de años de bloqueo, medidas coercitivas unilaterales, robo de activos, ofrecimiento de recompensas y empeños constantes por un “cambio de régimen”.
Eso es lo que ha venido ocurriendo en los últimos meses, cuando la diplomacia venezolana de paz ha ganado importantes batallas de esta larga guerra.
Los avances en relaciones exteriores y la participación de países en el fomento del diálogo son pruebas de que ha fracasado la política de aislamiento y desconocimiento de las autoridades legítimas venezolanas. Al opositor promedio le cuesta admitirlo, pero es una realidad palpable.
Que Maduro sea un gran estratega diplomático
Atado a lo anterior va un aspecto básico de la mentalidad opositora que también ha salido maltrecho en estos días. Se trata del menosprecio a la inteligencia y habilidad estratégica del presidente Nicolás Maduro en el campo diplomático.
Para quienes llevan tantos años tratando de descalificar al jefe del Estado, es muy difícil reconocer que tiene el talento y la capacidad para moverse “como pez en el agua” en el ámbito geopolítico.
En rigor, Maduro ha dado hace tiempo esas demostraciones, pero la gente de la oposición se ha negado a verlas, obnubilada por el ruido mediático y por los análisis de los supuestos expertos.
El solo hecho de haber sido el canciller de Hugo Chávez, durante un extenso trayecto de su gobierno, ya le da a Maduro las credenciales y la experiencia de campo necesaria para andar ahora por su cuenta en esos escenarios tan complejos.
A los opositores partidistas y mediáticos no les ha quedado más remedio que rumiar sus propias viejas opiniones y asegurar que “la comunidad internacional” ha obligado a Maduro a negociar, algo que a todas luces aparece muy lejos de la realidad.
Que el ciclo electoral continental haya sido catastrófico para la extrema derecha
Hasta hace un tiempo muy corto (en términos históricos, prácticamente nada,) Venezuela era asediada no solo por Estados Unidos y la Unión Europea, sino también por un amplio conjunto de sus países vecinos. El patético Grupo de Lima era un ariete del imperialismo, tratando de tumbar el portón del país para una invasión que, de seguro, habría degenerado en guerra civil.
Los pueblos electores se han encargado de cambiar ese panorama, al escoger otro tipo de gobiernos en sus respectivos países. El ciclo electoral más reciente, sin hacerse demasiadas ilusiones, ha sido catastrófico al menos para las posiciones más extremas de la derecha.
En Estados Unidos cayó Donald Trump; en Argentina fue derrotado Macri; en Chile, Piñera fue vencido; en Perú, Kieko Fujimori no pudo salvar a la derecha; Colombia se deshizo de Duque, y con él del uribismo; Brasil echó a Bolsonaro; y el electorado estadounidense se las arregló para castigar a la vez a Biden y a Trump, en los comicios parlamentarios de medio término.
Ese balance hace que Venezuela esté mucho más tranquila en la región y que renazcan las esperanzas de nuevas formas de integración y concordia regional, algo que la oposición no puede soportar.
Que únicamente tengan para negociar las criminales medidas coercitivas
Las habilidades diplomáticas demostradas por Maduro en la cumbre COP 27 de Egipto fueron el preámbulo de una nueva ronda de negociaciones con los factores extremos de la oposición, los que han sostenido la patraña del gobierno interino, que tanto daño ha hecho al país.
El encuentro en Francia ha dejado en evidencia que esos factores opositores, ya desdibujados en lo interno, solo tienen para negociar las criminales medidas coercitivas unilaterales. Nada más.
La mejor prueba de ello es que la Unión Europea acordó renovar dichas medidas criminales justo cuando se estaban reanudando las conversaciones. Tuvieron que hacerlo porque esa extorsión, ese chantaje, es lo único que tienen como recurso en la mesa de negociaciones para tratar de imponer condiciones al gobierno legítimo de Venezuela.
En eso estamos. Así vamos llegando al final de este duro año 2022. Y esa realidad es otra de las cosas insoportables para la oposición.