El imperio y su maquinaria mediática no paran de engañar
¿Es necesario un cronograma electoral?
Las matrices imperiales de opinión se imponen mediante la operación simultánea y orquestada del poder militar, geopolítico, diplomático y mediático. Como las curvas en las carreteras peligrosas, en esta ruta hay mentiras fuertes consecutivas que, según la doctrina de los grandes manipuladores de la historia, a fuerza de repetirse, tienden a convertirse en verdades.
La diferencia con la vía culebrera es que casi no hay señales de advertencia. Por ejemplo, antes de leer las conclusiones de la Conferencia de Bogotá sobre Venezuela, debería haber un cartel de precaución. Y es que en esa declaración se urge al país a establecer un cronograma electoral para los comicios presidenciales, transmitiendo así un mensaje profundamente mendaz.
Esa “solicitud” esconde la reiteración de la mentira imperial de siempre: que el gobierno se está negando a realizar elecciones, un comportamiento típico de las dictaduras y que corresponde a la “comunidad internacional” (es decir a Estados Unidos y sus amigos) fijarle fecha y hora a los comicios.
Es un planteamiento inoficioso y tergiversador, pues Venezuela ha realizado sus elecciones presidenciales, de acuerdo a lo previsto en la Constitución Nacional, cada seis años. Se hizo en 2000, 2006, 2012, y 2018. También se llevaron a cabo los comicios de 2013, forzados por la partida física del comandante Hugo Chávez y, del mismo modo, con apego a la Carta Magna.
Si de algo no puede acusarse a la Venezuela bolivariana es de no hacer elecciones. Desde el arribo al poder de la Revolución, en 1999, las ha habido nacionales, regionales y locales, incluyendo entre las primeras cuatro referendos y dos elecciones de Asamblea Constituyente.
Decir que en Venezuela se requiere un cronograma electoral presidencial es una mentira fuerte y repetida consecutiva y traidoramente.
La oposición y el diálogo
También fruto de la Cumbre de Bogotá, se ha vuelto a presentar la idea de que es el gobierno constitucional el que se niega a cumplir los acuerdos alcanzados en México en 2022.
Es otra gran falacia, que los poderes imperiales confían en imponer como certeza mediante la repetición constante en todos los planos: declaraciones del gobierno de Estados Unidos y de países que siguen su juego; manifiestos de organismos multilaterales; informes de ONG financiadas por el capitalismo hegemónico; y todo ello potenciado al máximo por los altoparlantes del aparato mediático global.
Difundiendo esa versión embustera de los hechos, ocultan la historia real: es la oposición, dirigida por el gobierno de Estados Unidos, la que no ha honrado los compromisos pactados en México el año pasado.
Las supuestas amenazas al autoproclamado
Las llamadas “narrativas”, impuestas a contravía de la verdad, están ahora repitiéndose sin descanso para hacer creer que el exdiputado Juan Guaidó se marchó del país porque está siendo perseguido y amenazado.
Se trata de una mentira absoluta, pues el autoproclamado es, con gran ventaja sobre cualquier competidor en ese terreno, la persona que ha disfrutado de mayor impunidad en el país durante los últimos años, si se toma en cuenta la cantidad y la gravedad de sus delitos sin ningún castigo.
Más allá del debate abierto sobre las razones de esa punzante impunidad, de manera objetiva hay que concluir que Guaidó acumula causas por varios de los delitos más graves contemplados en la legislación penal venezolana, tras haber usurpado funciones de Jefe de Estado, participado en dos intentos de invasión (por Cúcuta, en 2019 y por La Guaira, en 2020), un golpe de Estado (2019) y haber sido cómplice de las maniobras de Estados Unidos, Reino Unido, Colombia y otros países para apropiarse indebidamente de empresas, fondos públicos y oro venezolano.
En cualquier otro país, un sujeto con ese prontuario no solo habría sido perseguido, sino también privado de libertad, juzgado y condenado. Pero, según el relato imperial, es un “líder acosado por pensar distinto”.
Estados Unidos protege a Citgo
La patraña menos creíble y, por tanto, la más repetida de todas es la que reza que Estados Unidos es como esos padres estrictos que castigan para salvar a sus hijos de las maldades del mundo, y por eso nos “sanciona” para evitar que nos hagamos daño.
En ese gran engaño tiene actualmente el rol estelar el relato sobre Citgo, la empresa venezolana que los gringos, simple y llanamente, nos robaron, con la complicidad del autoproclamado y su pandilla. La versión imperial de ese pillaje es que nos están haciendo el favor de cuidar la compañía para que no se la roben los del “rrrégimen”.
La más reciente maniobra de ese cochino montaje deja nuevamente a Citgo en manos de los usurpadores del poder político venezolano, supuestamente para evitar que la empresa sea depredada por los acreedores. La verdad es que todos los problemas financieros de esa firma comenzaron justamente con las medidas coercitivas unilaterales y el saqueo perpetrado por Estados Unidos.