Los brotes de violencia malandra no son nunca casuales
Petare, antes de Gedeón
Las pruebas de coordinación entre los planes subversivos de la oposición pirómana, dirigida por la CIA, y las bandas de la delincuencia común, dan para escribir una enciclopedia. Siempre se puede observar una conexión obvia entre ambas manifestaciones de la antisociedad.
Uno de esos momentos evidentes ocurrió en 2020, en pleno comienzo del confinamiento por la pandemia de Covid 19, las comunidades de Petare, La Urbina, Palo Verde, Mariche y otras del este de la capital pasaron varios días escuchando tiroteos intensos.
Se denunció que era un enfrentamiento entre bandas y se convirtió en celebridad al delincuente conocido como “el Wislexis”. Lo raro es que, pese a la continuidad de las balaceras, no aparecían personas heridas o fallecidas.
Luego de muchas horas de esa “situación irregular” (así la llaman los medios opositores), ocurrió el fallido intento de incursión armada por La Guaira, la Operación Gedeón, integrada por mercenarios estadounidenses, paramilitares colombianos y desertores venezolanos.
Se entendió entonces que los tiroteos petareños eran un señuelo para volcar los cuerpos de seguridad hacia esa zona y facilitar la invasión dirigida por un “contratista” estadounidense y a solicitud de Juan Guaidó y su combo de ultraderecha.
Cota 905 y la “Fiesta de Caracas”
En julio de 2021, mientras el gobierno se preparaba para la celebración de los 200 años de la Batalla de Carabobo, la oposición extremista lo hacía para la llamada “Fiesta de Caracas”.
El plan era generar un clima de ingobernabilidad en la capital de la República, al tiempo que se intentaría (por segunda vez, luego de lo ocurrido en agosto de 2018) asesinar al presidente Nicolás Maduro en los actos conmemorativos, en el Campo de Carabobo o en Caracas.
Una vez más, la creación de ese ambiente corrió por cuenta de una megabanda. En esta oportunidad fue la de “el Koki”, en la Cota 905.
Los integrantes de esta organización criminal, enclavada en una zona estratégica de la ciudad, llegaron al extremo de atacar comandos de la Guardia y la Policía Nacional Bolivariana. También interrumpieron impunemente el tránsito en la autopista Norte-Sur de Caracas y asaltaron a ciudadanos a la luz del día. Las imágenes de esos hechos se hicieron virales.
Por la “Fiesta de Caracas” fue detenido el dirigente del partido de ultraderecha Voluntad Popular, quien tiempo después fue liberado en aras del diálogo nacional.
Poco tiempo después de las acciones antes referidas, las autoridades decidieron entrar en este intrincado conjunto de barrios y pusieron en fuga a los cabecillas de la megabanda.
Las Tejerías en 2022, para “desnormalizar”
A comienzos de 2022, mientras el país empezaba a registrar señales de recuperación económica y social y Estados Unidos enviaba emisarios para tratar de negociar suministros petroleros (en especial luego del inicio de la guerra en Ucrania), los factores violentos de la política local volvieron a apelar a sus aliados, los jefes malandros, para detener la recuperación e impedir la normalidad en el país.
Esta vez las operaciones para aterrorizar se centraron en el eje de la autopista Regional del Centro y más específicamente en Las Tejerías, donde tenían centros de operación clave los componentes del “Tren de Aragua”.
Las fuerzas de seguridad del Estado se enfrentaron a estas peligrosas organizaciones y lograron neutralizar a varios de sus líderes. La ultraderecha y sus medios de comunicación y ONG aliadas han intentado presentar los hechos como violaciones a los derechos humanos. ¿Por qué no nos extraña?
El Tren de Aragua vuelve en plena Serie del Caribe
La tranquilidad de la zona centro-norte ha sido quebrantada ahora por la reaparición de la famosa megabanda “Tren de Aragua” en la misma localidad de Las Tejerías, que en 2022, además del incidente antes revisado, sufrió una terrible tragedia socionatural.
La actuación de las diversas instancias gubernamentales ante esa catástrofe fue tan inobjetable que las fuerzas opositoras y la prensa a su servicio tuvieron que abandonar sus planes de señalar fallas y omisiones. Optaron por olvidarse de lo ocurrido.
Ahora, el tema de la megabanda recrudece precisamente cuando en Caracas y La Guaira se está desarrollando con notable éxito la Serie del Caribe Gran Caracas 2023.
Es demasiado evidente: para evitar que los turistas y medios especializados que han venido por el torneo beisbolístico se lleven una buena impresión del país, era necesario crear un foco de perturbación y causar temor.
Volvieron entonces a activar a sus compinches de la delincuencia común para opacar lo que, a todas luces, ha sido un gran logro del gobierno y de toda la sociedad venezolana, incluyendo sectores que nunca han sido chavistas ni nada cercanos a la Revolución (como los empresarios del béisbol y sus patrocinantes), pero que creen en el país y sus grandes potencialidades.