Una confesión-delación que dejó en cama a los opositores
Sin novedad: élite de EE.UU.
es ladrona y genocida
Hacer colapsar a un país para robarse todas sus riquezas es lo que ha hecho siempre Estados Unidos, una nación gobernada por una élite de ladrones y genocidas.
Mucha gente ha salido a decir que lo dicho por Donald Trump no constituye ninguna novedad, y es cierto. Lo excepcional es que un expresidente lo confiese de un modo tan abierto, pues casi todos los demás integrantes de la camarilla gringa repiten discursos sublimes acerca del fervor de Estados Unidos en pro de la democracia, la libertad y los derechos humanos.
Es más, el mismo Trump utilizó esos subterfugios durante su mandato. Él y su banda de genocidas en serie (Elliott Abrahms, John Bolton, Mike Pompeo, entre otros) se pasaron esos cuatro años hablando de tan elevados propósitos, cuando desde un principio lo que querían era robarse el petróleo y todo lo demás que tiene Venezuela que le sea útil al imperialismo depredador. Es lo que siguen queriendo y lo que siempre querrán.
Trump ahora aparece como un tipo muy sincero porque está en campaña electoral y su estrategia es mostrarse como el más duro entre los duros, el capo di tutti capi, el gánster más sanguinario, el pran del vecindario americano.
Un golpe al negacionismo
del bloqueo y las MCU
La confesión de Trump es un golpe muy destructivo para los negacionistas de los efectos perversos del bloqueo y las medidas coercitivas unilaterales (MCU); mal llamadas sanciones por el poder imperial.
Sólo la gente muy manipulada, muy estúpida, muy lacaya o cómplice; ha negado que el sufrimiento del país en los últimos años tiene estas agresiones entre sus causas principales. Y allí es donde impacta la declaración de Trump, cuando dice que al final de su gobierno ya tenía a Venezuela al borde del colapso y que el objetivo era apoderarse de su petróleo.
Desde que Barack Obama (demócrata afrodescendiente y Premio Nobel de la Paz) declaró a Venezuela como amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional de Estados Unidos; se inició el ataque despiadado de la superpotencia contra el país. Bajo Trump (republicano y supremacista blanco) las cosas no podían sino empeorar mediante centenares de MCU y el bloqueo económico más brutal.
Ahora, los que decían que esas acciones eran sólo contra los altos jerarcas del gobierno han oído a su propio líder decir toda la verdad: llevaron a todo el país al borde del colapso para apoderarse de sus riquezas. Lo demás era pura paja.
¿Cuántas muertes ha causado
el “casi-colapso” de Venezuela?
Un aspecto importante de la confesión-delación de Trump es que ese “casi-colapso” del que él se ufana de haber provocado en Venezuela no es un hecho abstracto ni una jugada geopolítica. Ha sido la causa eficiente de muchas muertes de gente inocente.
Llevar deliberadamente a un país a la situación que vivió Venezuela entre 2017 y 2020 (el período de Trump en Estados Unidos) solo puede entenderse como un ramillete de crímenes de lesa humanidad.
Esa operación contra sus fuentes de ingreso, intento de deslegitimación internacional, robo de activos y desestabilización interna costó la vida de miles de personas. Entre las víctimas debe contarse a los enfermos que no pudieron ser atendidos apropiadamente (muchos niños entre ellos); las personas que enfermaron debido a carencias nutricionales; y los migrantes asesinados en países con brotes inducidos de xenofobia.
Aparte de las muertes, deben contabilizarse daños graves a la salud, deterioro de bienes públicos, pérdidas económicas de empresas y particulares y crisis depresivas causadas por el malestar generalizado y por la separación derivada de la ola migratoria.
El crimen fue tan despiadado que en plena pandemia, la administración Trump y sus aliados hicieron todo lo posible por evitar que llegaran las vacunas a Venezuela… Y todo ello, como lo ha reconocido el capo, por el petróleo.
Cómplices y lacayos locales
deben ser castigados
La conducta admitida por Trump (compartida por la élite de la que forma parte) es deplorable. Pero revisemos el papel de los lacayos y los cómplices locales.
En verdad, esa conducta es peor que la de los jefes gringos porque, a fin de cuentas, estos últimos pueden sostener que actúan en defensa de sus intereses nacionales. Pero, ¿qué decir de los individuos nacidos acá y que se han prestado para que el país sea conducido al colapso y han participado en planes para que su petróleo sea robado?
Resulta evidente que esos dirigentes políticos han incurrido en delitos muy graves, como los que en el Código Penal están referidos a la traición a la patria.
Son responsables no sólo de cooperar con quienes, desde una potencia extranjera, estaban planificando el robo de la principal riqueza nacional. También, igual que Trump y su pandilla gringa, son coautores de las muertes y los graves daños que causó la estrategia de hacer colapsar al país.
Fueron cooperadores necesarios para que ese casi colapso fuera posible. Sobre su conciencia pesan todas las calamidades que ha pasado la población en estos años.