Surgen indicios de que se recrudece el ataque al aparato productivo
Vuelve a la carga el dólar criminal
Luego de meses de sostenida recuperación económica, confirmada por propios y extraños, todo apunta a que los factores que llevaron adelante las diversas modalidades de guerra económica entre 2013 y 2021, están de vuelta a sus andanzas.
Uno de los síntomas de esto es el comportamiento de los aparatos montados por especuladores cambiarios para fijar arbitrariamente la cotización del dólar en el país.
Los manipuladores del llamado “dólar criminal” tomaron como excusa el pago de reivindicaciones laborales a los trabajadores del sector público para desatar una carrera enloquecida de la divisa estadounidense.
Muchos expertos coinciden en que pudo haber perturbaciones capaces de presionar un aumento del dólar, pero nunca a los niveles que se han registrado en las últimas semanas, que tienen el mismo cariz especulativo característico de los saltos de la cotización hace algunos años.
Como suele pasar en estos casos, la salida de control es, a su vez, causa de una espiral porque las personas entran en pánico y tienden a comprar dólares para enfrentar la pérdida del poder adquisitivo del bolívar y eso dispara aún más el precio de la divisa.
Brutal remarcaje de precios
Tal como ha quedado incluso en evidencia mediante videos tomados por los clientes, los comerciantes han reaccionado con otro recurso que hace pensar en las calamidades de hace algunos años, cuando el país padeció de hiperinflación: el brutal remarcaje de precios.
Con el argumento de que deben proteger su margen de ganancias, proceden a constantes cambios en el precio de venta o incumplen la obligación de exponer ese dato al público, para “actualizarlo” al momento del pase del cliente por la caja registradora.
Esta práctica vergonzosa ha sido aplicada por empresarios de todos los niveles, incluyendo las más grandes cadenas de supermercados, a pesar de que tienen músculo financiero para amortiguar alguna turbulencia cambiaria.
Su conducta hace sospechar que no se trata solo de protegerse de un desequilibrio cambiario, sino que existe la intención de causar impacto negativo en el aparato productivo y frenar cualquier posible recuperación, por motivos de corte político.
Pulverización del salario
Todo lo que ha venido ocurriendo ha tenido como principales víctimas a los trabajadores asalariados, los que no pueden transferir sus costos adicionales a nadie y no tienen más remedio que reducir el consumo, en detrimento de su calidad de vida e, incluso, de su salud.
Hasta los trabajadores que están recibiendo ingresos en dólares han sufrido pues el aumento de precios ha sido también en la divisa extranjera.
Para justificar el desaforado incremento, algunos empresarios y voceros de la derecha han señalado que todo lo ocurrido es culpa de los ingresos recibidos por los trabajadores públicos en las últimas semanas. El mensaje, nada oculto, es que las mejoras salariales causan automáticamente alzas del costo de la vida. De esa manera, como ya ocurrió en el pasado reciente, procuran poner a los asalariados en contra de sus propios beneficios.
Maquinaria mediática a la carga
Otro signo inequívoco de que los protagonistas de la guerra económica se están reactivando es la conducta de la maquinaria mediática asociada a tan perversos actores.
Tanto la llamada “prensa libre” (pagada por Estados Unidos y otras naciones hostiles) como los grandes medios globales (con sede en esas naciones y en las vecinas latinoamericanas) han desplegado las mismas armas que utilizaron en los años de la hiperinflación con el objetivo de acelerar el deterioro que ya está causando el trastorno cambiario.
Y es que esas corporaciones, asociadas a los grandes capitales mundiales, no quieren permitir que Venezuela siga recuperándose. Eso sería muy negativo para el capitalismo hegemónico global y, en particular, para Estados Unidos porque pondría en evidencia el fracaso del bloqueo, de las medidas coercitivas unilaterales y del inmoral saqueo de activos y empresas al que ha sido sometido el país desde mediados de la década pasada.
La mejoría de Venezuela sería, adicionalmente, un pésimo ejemplo en momentos en que todo el mundo capitalista occidental ha entrado en crisis debido a la desastrosa apuesta de la guerra subsidiaria de Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en territorio de Ucrania y contra Rusia.
Y también es un restablecimiento muy inconveniente porque coincide con un tiempo en el que casi toda Suramérica ha dado un nuevo giro hacia los gobiernos progresistas, ciclo que tiene grandes posibilidades de completarse con una victoria de Luiz Inácio Lula Da Silva, en Brasil.