La fábula de la independencia de poderes en otros países
Estados Unidos: jueces politizados y con perenne vocación imperialista
Como suele suceder, la máxima intensidad del mito de la independencia de poderes la tiene Estados Unidos. Durante dos siglos y más se han presentado ante el mundo como un país en el que funciona la separación entre las ramas de lo público.
Basta un ligero conocimiento de la historia y de la cotidianidad de esa nación para que ese relato se desplome. Desde la forma de designación de los jueces de la Corte Suprema y otras instancias hasta el marcado sesgo racial de las decisiones son pruebas de que el Poder Judicial estadounidense está altamente politizado, controlado por el duopolio partidista que domina ese país desde su fundación y por el llamado Estado Profundo, es decir, la oligarquía gringa.
En lo que nos atañe, la supuesta independencia de los tribunales de Estados Unidos es lo que llaman un chiste que se cuenta solo. El despojo de la empresa CITGO, la legitimación de actos de piratería naval contra tanqueros iraníes que transportaban gasolina a Venezuela y, ahora, la pretensión de robarse el avión venezolano de Emtrasur en Argentina, son pruebas de que el Poder Judicial de Estados Unidos responde a las líneas políticas del Ejecutivo de ese país y tiene, por tanto, su misma vocación imperialista e injerencista.
Reino Unido: los tribunales hacen lo que digan la corona, los partidos y demás piratas
Otro país que presume de la independencia de poderes y de la imparcialidad de sus jueces es el Reino Unido. Pero todo es puro engaño.
Tal vez haya mucha pompa y formalidad y los magistrados hasta usen toga y peluca, pero, en última instancia, forman parte de la misma pandilla de filibusteros de añeja tradición que encabeza la reina e integran la nobleza británica, los partidos que se turnan en el gobierno (otro duopolio) y el resto de las instituciones públicas y privadas, todas con gran predisposición por la piratería y el saqueo.
Venezuela ha batallado en las cortes británicas para recuperar las 31 toneladas de oro que el Banco de Inglaterra tiene retenido, con complicidad de Estados Unidos y los “venezolanos” (bueno, nacieron acá) del falso gobierno interino y de la burguesía parasitaria que medran en Londres para quedarse con el botín.
El más reciente fallo de un juez inglés admite abiertamente que su decisión se basa en un dictamen político del gobierno conservador del antiguo imperio, el que supuestamente reconoce a Juan Guaidó como presidente de Venezuela, es decir, que esa sentencia no tiene nada de independiente frente al poder ejecutivo. Como dicen en las películas: “No más preguntas, su señoría”.
Brasil y Ecuador: el lawfare desenmascarado
La derecha se ha llenado la boca con la supuesta independencia de los poderes judiciales de países como Brasil y Ecuador, donde decisiones de jueces han hecho posible derrocar gobiernos electos por sus pueblos o han impedido que se postulen candidatos de izquierda que, claramente, iban a obtener una victoria.
En el caso de Brasil, los magistrados venales, al servicio de superpoderes económicos y del Departamento de Estado de Estados Unidos, no solo sacaron injustamente de la presidencia a Dilma Rousseff; sino que luego bloquearon la posibilidad de que Luiz Inácio Lula Da Silva fuese electo, favoreciendo así el ascenso al poder del troglodita ultraconservador Jair Bolsonaro.
La maniobra fue tan ramplona que el juez que condenó a Lula (sin pruebas ni nada parecido), Sergio Moro, de inmediato recibió su premio: fue nombrado Ministro de Justicia y Seguridad Pública al inicio del gobierno de Bolsonaro.
Con el tiempo, ha quedado claro que todo fue un montaje burdo, un episodio de lawfare para sacar a Brasil de la senda progresista.
En Ecuador, el supuestamente independiente Poder Judicial ha torcido por completo la voluntad del electorado, y durante los gobiernos del traidor Lenin Moreno y el banquero Guillermo Lasso ha estado alineado perfectamente a la estrategia de impedir el retorno de Rafael Correa.
Tanto en Brasil como en Ecuador, el uso político de los tribunales ha quedado desenmascarado.
Argentina: a las órdenes del gran poder
Luego de la decisión del juez federal argentino Federico Villena de secuestrar el avión de carga 747-200 de la empresa venezolana EMTRASUR y permitir que lo revise y allane el Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI) queda clarísima la dependencia de los tribunales del país sureño de factores extrajudiciales y extraterritoriales.
Villena es conocido por su cercanía con el gobierno de Mauricio Macri, gracias a cuya influencia llegó al cargo que ostenta. Por otro lado, es evidente que responde a los lineamientos fijados por Washington contra Venezuela, en el contexto del bloqueo y las medidas coercitivas unilaterales.
Los opositores partidistas y mediáticos que celebran esta decisión alegan que es una demostración de que en otros países, a diferencia de Venezuela, el Poder Judicial es independiente del Ejecutivo. La realidad comprueba que esa independencia del gobierno de Alberto Fernández es reflejo de una vergonzosa politización a favor de la derecha, actualmente en rol opositor, y una sumisión deplorable a la injerencia estadounidense.