Salvatore Mancuso echa al pajón a la oligarquía colombiana
La alianza del Estado y el paraestado
Las declaraciones en remoto del exjefe paramilitar, Salvatore Mancuso, ante la Jurisdicción Especial de Paz (JEP) de Colombia; aparte de permitir una mirada a la corroída mente de un sociópata, es un escalofriante paseo por las entrañas de un sistema político inmoral y criminal; que la perversidad de una oligarquía consentida por el imperio ha pretendido vender como una democracia ejemplar.
Con los testimonios de este genocida, se ratifica la veracidad de una de las denuncias más reiteradas a lo largo de los años por personalidades de la política colombiana (de izquierda y de derecha moderada), de las organizaciones de derechos humanos y de muchos intelectuales e investigadores nuestroamericanos: Colombia ha sido un Estado fallido que ha establecido abominables alianzas con entidades delictivas a las que les ha cedido parte de sus atribuciones.
Las fuerzas armadas regulares y los cuerpos policiales de Colombia, durante un largo período, entregaron a los grupos paramilitares el poder para cometer toda clase de barbaridades, hacer el trabajo sucio, incurrir en matanzas, torturas, violaciones, desapariciones y asesinatos masivos.
Mancuso explicó, detalladamente, cómo directivos de organismos estatales les dieron carta blanca a grupos de sicarios sin escrúpulos; para que mataran no sólo a los enemigos alzados en armas, sino también a dirigentes campesinos, estudiantiles y sindicales e, incluso, personas al margen de cualquier tipo de lucha social.
El reinado de la parapolítica
Mancuso se ufanó públicamente del poder que llegó a tener el paramilitarismo cuando incursionó de lleno en la política y llegó a ocupar una enorme cantidad de cargos en los poderes públicos nacionales, regionales y locales, civiles y militares.
Detalló cómo los matones de toda laya que formaron alianzas “de servicios” con la derecha neogranadina empezaron pronto a pensar que tenían derecho a participar directamente en la política y desplazaron incluso a los líderes de los partidos que les dieron alas.
El declarante lo sabe muy bien porque él mismo, y otros dos comandantes paramilitares, Ramón Isaza y Ernesto Báez, fueron recibidos y ovacionados por el Congreso colombiano en 2004.
La penetración paraca en los estamentos políticos se acentuó desde aquellos primeros años del uribismo y aún hoy es evidente, en la forma como se están alineando las fuerzas en contra del gobierno del presidente Gustavo Petro. Un genuino motivo de alerta continental.
El control de los grandes medios
El “paraco cantante” aprovechó la privilegiada tribuna para insistir en sus denuncias contra uno de esos figurones de la oligarquía colombiana que se pasan la vida pontificando sobre democracia y derechos humanos; pero que tienen, no un cadáver en el armario, como suele decirse; sino un cementerio entero, una gran fosa común.
Se trata de Francisco Santos, conocido como “Pacho”, integrante del clan propietario del poderoso diario El Tiempo de Bogotá, del que ha sido alto directivo. Según Mancuso, Santos fue el principal organizador del Bloque Capital, organización paramilitar que cometió delitos de lesa humanidad en Bogotá y sus alrededores.
Este individuo, que fue vicepresidente de Colombia en tiempo de Uribe y embajador ante Estados Unidos en el período de Iván Duque, es uno de los dirigentes más antivenezolanos de la oligarquía neogranadina. Siempre apela al discurso del “combate a la dictadura” y de la supuesta violación de derechos humanos en Venezuela, un acto de sumo cinismo si se toma en cuenta su sangriento pasado.
El exjefe paramilitar también acusa a Santos de haber insistido en proponer el asesinato de Jaime Garzón, un periodista y humorista que fue acribillado por sicarios en 1999. Santos rechaza tal señalamiento.
A propósito de la controversia entre Santos y Mancuso, han salido a la luz relatos internos de El Tiempo, en los que se indica que el exjefe paraco dictó talleres para los periodistas y directivos del periódico para una mejor comprensión del fenómeno de la violencia en Colombia. ¿Qué tal?
Oposición venezolana: grandes admiradores
La gente para la que Mancuso trabajaba, y que ahora pretende desentenderse de él y llamarlo “bandolero”, son algunos de los más importantes amigos, aliados, socios y protectores que tiene el ala pirómana de la oposición venezolana.
Esto también salió a relucir cuando Mancuso señaló que algunos opositores venezolanos habían ido por allá a pedirles que montaran una operación para asesinar al comandante Hugo Chávez.
Es muy conveniente y justo tener esto en cuenta y evitar que se diluya en las brumas de tanta campaña mediática.
El inmoral y criminal sistema político colombiano, cuya máxima expresión son personajes como Álvaro Uribe, “Pacho Santos” y Mancuso, ha sido el sustento de la depravada ultraderecha venezolana y de una parte de la derecha que posa como moderada.
Ya sabemos cuán largo y florido es el prontuario de las acciones intentadas durante dos décadas contra la Venezuela bolivariana, en el que aparece desde el intento de invasión paramilitar de 2004 hasta el fallido magnicidio de 2018; desde el apoyo logístico y diplomático a las guarimbas de 2014 y 2017, hasta las dos fracasadas invasiones: por Táchira en 2019 y por Macuto en 2020.
Como dice el lema: Prohibido olvidar.