Solidaridad desde Caracas
Frente a la embajada cubana en Caracas se desarrolla una manifestación de solidaridad y repudio a los intentos desestabilizadores de los «gusanos». «Cuba-Venezuela, una sola bandera», gritan los presentes como aporte a la jornada mundial. «Manos fuera de Cuba». Detrás de la bandera del PSUV, algunos líderes del proceso bolivariano – Tania Díaz, Asia Villegas, María Rosa Jiménez, Penélope Alsina, Rander Peña, y del GPP; rostros conocidos del movimiento feminista, de la Asociación de Cubanos Residentes en Venezuela y del Movimiento de Amistad y Solidaridad Mutua Venezuela-Cuba; acompañan al embajador Dagoberto Rodríguez Barrera.
Tania Díaz, vocera del Comando de Campaña Aristóbulo Istúriz, recuerda cuando durante el golpe contra Chávez en 2002, Henrique Capriles y Leopoldo López; atacaron la embajada cubana y se encontraron con la resistencia férrea del personal diplomático. La misma resistencia que el pueblo cubano opone a las agresiones imperialistas de hoy; cuando tratan de aplicar en la isla los mismos elementos de la guerra híbrida desatada en los últimos años contra la revolución bolivariana. Un laboratorio que, en poco tiempo, ha concentrado los diversos tipos de agresiones que Cuba ha rechazado a lo largo de su revolución, desde 1969 hasta la actualidad.
Junto a la Plataforma Continental Latinoamericana y Caribeña, el Movimiento Amistad y Solidaridad Mutua Cuba-Venezuela (ASMCV), coordinado por Yhonny García Calles, organizó una serie de actividades, del 12 al 17 de noviembre, para denunciar «la campaña oportunista» contra Cuba; también en estos tiempos de pandemia. Un intento de arrodillar al pueblo estrangulando la economía, similar al que se intentó contra «nuestra querida Venezuela».
Desde la llegada de Trump a la presidencia de los Estados Unidos —recuerda el ASMCV— se han dictado contra Cuba 243 medidas coercitivas unilaterales, ratificadas por el actual inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden; en flagrante violación de los derechos humanos. «Cuanto más avanza el gobierno cubano en el campo de la salud y la ciencia —dice el comunicado del movimiento— más debe chocar con la desinformación y el ataque extranjero».
Mientras tanto, los hinchas de Miami, reunidos en el llamado Movimiento Archipiélago, para contrarrestar la apertura al turismo internacional, y el regreso a clase de los alumnos, decidido para el día 15 por el gobierno cubano, han decidido prolongar las protestas, extendiendo el «Día Cívico por el Cambio» hasta el 27 de noviembre. Una farsa que el pueblo cubano contrasta con marchas alegres y ojo vigilante, pero que se arma para el uso y consumo de la escena internacional.
Son muchos los elementos análogos a la violencia desestabilizadora que, en varias ocasiones, han intentado desencadenar un modelo de «revoluciones de color» en Venezuela y «balcanizar» el país: desde las formas de protesta —cacerolazos, noticias tarifadas, uso distorsionado de las redes sociales— a la batalla simbólica. Un elemento que caracteriza esta nueva fase de provocaciones, encaminadas a construir en el exterior una falsa representación “en el exilio”, —desde España y con apoyo del Parlamento Europeo, donde hay una fuerte presencia de grupos de presión anticastristas y antichavistas— sobre el modelo del autoproclamado Juan Guaidó.
Para ello, es necesario darle un barniz «socialdemócrata» a las protestas, incluso apoderándose de los símbolos fundacionales del socialismo y la revolución cubana, y distorsionándolos; dando lugar a la retórica habitual de «libertad y derechos humanos» contra «la dictadura». Como si los partidos de la antigua socialdemocracia en Europa no se hubieran adherido a los programas del gran capital internacional, abandonando no solo la perspectiva socialista; sino también las reformas capaces de garantizar los derechos fundamentales.
Y así, aquí está el Archipiélago, pasando de las «manitas blancas» a la rosa blanca en mano; en alusión al famoso poema «Cultivo una rosa blanca», de José Martí, padre de la independencia cubana; escrito en Nueva York en 1891. Una operación descarada, particularmente odiosa para América Latina, que este año recuerda el sueño de Patria Grande de Simón Bolívar; y ciertamente no el regreso al colonialismo y a las “tutelas” norteamericanas. Una farsa que sirve para ocultar quiénes son los verdaderos patrocinadores de los «gusanos», cuyo movimiento más que un «archipiélago» evoca el espectro de Guantánamo, la isla robada a los cubanos y transformada en campo de concentración imperialista.
Y, de hecho, el cóndor está tratando de deslizarse sobre la isla, acechando a Nuestra América en su afán de aplastar la nueva ola progresista que atraviesa el continente, y de la cual Cuba y Venezuela siguen siendo el corazón que inspira. El nuevo proyecto desestabilizador parte de Europa y España y está impulsado por el partido de extrema derecha Vox, que ya se ha arraigado en varios países de América Latina.
Dos eurodiputados de derecha también quisieron apoyar las protestas contra el gobierno cubano, el italiano Carlo Fidanza, de Fratelli d’Italia, y Hermann Tertsch Del Valle-Lersundi, de Vox; ambos en el Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos. “Rosa es hija de Oswaldo Paya, líder de la oposición anticomunista cubana, quien murió en circunstancias misteriosas en 2012 – escribió Fidanza en su Facebook – tomó ese testigo y lucha por la libertad de su pueblo con una fe inquebrantable. Hoy mi colega Hermann Tertsch Del Valle-Lersundi y yo debíamos volar con ella a La Habana para seguir las protestas contra el régimen, que, sin embargo, ‘democráticamente’ nos negó el acceso a la isla».
Los halcones del Pentágono, y los buitres que los apoyan, siempre están al acecho incluso en Venezuela, listos para sabotear y «repudiar» las mega-elecciones del 21 de noviembre. Ya lanzaron un primer torpedo con el secuestro arbitrario y extradición del diplomático Alex Saab, que provocó la interrupción del diálogo en México entre el gobierno bolivariano y la oposición.
Ayer, frente a la embajada de Cuba, también estuvo el comité Free Alex Saab. Un grupo de «motorizados» acompañó la llegada de Camilla Fabri, esposa de Saab, y los discursos del periodista Pedro Carvajalino y la analista internacional Laila Tajeldine. El caso de Saab –dijeron todos– se parece al de los Cinco Héroes Cubanos.