“…por todas partes, se completa la emancipación de la América. Se asegura que Iturbide ha entrado en junio en México. San Martín debe haber entrado en el mismo tiempo en Lima; por consiguiente, a mí es que me falta redondear a Colombia para completar la emancipación del Nuevo Continente”
Hoy, cuando el pueblo bolivariano celebra un año más del triunfo del ejército de pueblo comandado por el Libertador Simón Bolívar en el campo de Carabobo el 24 de junio de 1821; debemos remontarnos al 15 de febrero de 1819, día en que el Padre de la Patria dice en el discurso inaugural del Congreso de Angostura: “la reunión de la Nueva Granada y Venezuela en un grande Estado ha sido el voto uniforme de los pueblos y gobiernos de estas Repúblicas”.
Esta idea grannacional, Bolívar la venía trabajando como estrategia geopolítica. De hecho, el 6 de septiembre de 1815, el Libertador escribe en Kingston, capital de Jamaica, una carta a Henry Cullen que denomina Contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla, conocida como la Carta de Jamaica: “la Nueva Granada se unirá con Venezuela, si llegan a convenirse en formar una república central, cuya capital sea Maracaibo, o una nueva ciudad que, con el nombre de Las Casas, en honor de este héroe de la filantropía, se funde entre los confines de ambos países, en el soberbio puerto de bahía-honda”. Más adelante dice: “esta nación se llamaría Colombia”.
En el discurso de Angostura Bolívar define la doctrina patria, en la que bosqueja el modelo societal que debe emerger en nuestra América de su impronta libertaria y que es contrario al modelo civilizatorio que impone el Estado Liberal Burgués: “…acá no se pueden adaptar las leyes del norte de América porque es en nuestras raíces, en nuestra cultura donde está el Espíritu de las Leyes ¡He aquí el código que debíamos consultar, y no el de Washington!…”.
El discurso de Angostura es el compendio cultural de nuestra esencia. Mientras en el mundo occidental Inglaterra y demás potencias europeas van tendiendo la transición hegemónica de la supremacía racial a Estados Unidos, Bolívar nos define: “tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del Norte, que más bien es un compuesto de África y de América, que una emanación de la Europa; pues que hasta la España misma deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter. Nacidos todos del seno de una misma madre, nuestros padres, diferentes en origen y en sangre, son extranjeros, y todos difieren visiblemente en la epidermis; esta desemejanza trae un reato de la mayor trascendencia”.
Este modelo político bolivariano garantiza “la mayor suma de felicidad posible, de seguridad social y de estabilidad política” a través de la educación popular y socioproductiva (“excitando la prosperidad nacional por las dos más grandes palancas de la industria: el trabajo y el saber”) y desterrando la esclavitud.
En enero de 1821, Maracaibo es un volcán de pueblo en la calle. Domitila Flores y Ana María Campos lideran la insurrección en la Villa Procera y Levítica del Zulia y en demás zonas de la costa oriental del lago. Los pueblos barí, yukpa, wayúu y japrería se organizan. En el pueblo añú se respira independencia. Yldefonso Finol, nos convoca a entender “en su integralidad el horizonte pasado de una Maracaibo puerto y pista en el tiempo que la navegación es el único transporte pesado de que dispone la humanidad del joven siglo XIX”. El cronista de Maracaibo, actual embajador en Uruguay, explica “…que por esa condición natural fue apetecida por el expansionismo mercantil que movía a las monarquías europeas a invadirnos…”, de hecho, “…contra esa dominación violenta lucharon los primeros maracaiberos, los originarios Añú; con el cacique Nigale como símbolo de una centuria de lucha”.
El cubano José Rafael de las Heras está a las órdenes del general Rafael Urdaneta. En Gibraltar, Juan Evangelista González tiene asegurada la logística. El 24 de enero, Simón Bolívar le escribe a Fernando VII indicándole que la existencia de Colombia es necesaria.
El 25 de enero, le escribe a Miguel de la Torre: “…En el armisticio hemos perdido territorio, Cartagena se surte de víveres y Maracaibo gana en todo, nuestra marina se arruina, el comercio de ustedes respira sin nuestros corsarios. Todo esto se ve, se siente y se sufre. Por lo mismo, amigo, si ustedes no nos entregan en calidad de indemnización los restos de las provincias de Cumaná y Maracaibo con Río Hacha, ya no podré contener el clamor universal de mis compañeros de armas”. Luego agrega: “…entienda usted, amigo, que muy pocos esperan la paz y que los más si sufren el armisticio es por una ciega deferencia a lo que hace el gobierno, pero todo tiene un término y en los gobiernos populares nada hay seguro, porque la marcha del pueblo suele ser muy varia y aun ciega”.
El 28 de enero de 1821, la provincia de Maracaibo se une a Colombia. El ayuntamiento “declara al pueblo de Maracaibo, libre e independiente del Gobierno Español, cualquiera que sea su forma desde este momento en adelante; y en virtud de su soberana libertad se constituye en República democrática y se une con los vínculos del pacto social a todos los pueblos vecinos y continentales, que bajo la denominación de República de Colombia defienden su libertad e independencia, según las leyes imprescriptibles de la naturaleza”.
El 25 de junio de 1821, después de derrotar en la batalla de Carabobo al ejército español, Bolívar desde Valencia escribe: “…ayer se ha confirmado con una espléndida victoria el nacimiento político de la República de Colombia”.
El 16 de septiembre de 1821, Bolívar escribe desde Maracaibo: “…por todas partes, se completa la emancipación de la América. Se asegura que Iturbide ha entrado en junio en México. San Martín debe haber entrado en el mismo tiempo en Lima; por consiguiente, a mí es que me falta redondear a Colombia para completar la emancipación del Nuevo Continente”.
¡Bolívar vive!