Rafael Hurtado Bravo.
Quienes militamos en la izquierda revolucionaria durante la 4ta República conocemos en primera persona de éstas prácticas aberrantes cometidas por los esbirros de las plantillas de AD y COPEI.
Cantaura, 04 de octubre de 1982, 5:30 am, apenas despuntaba el sol, algunos compañeros se disponían a entregar la guardia nocturna, mientras se preparaban el cafecito en el rudimentario fogón alimentado a leña, el grueso de la tropa (apenas 40 combatientes, todos jóvenes, algunos estudiantes), aún dormían, algunos otros se hacían el aseo personal. De pronto del cielo comenzó a llover sobre el reducido espacio de aproximadamente 200 mts cuadrados letales descargas de bombas de racimo y napalm que incendiaron vorazmente el improvisado campamento guerrillero. En lo inmediato no hubo muertos, más si muchos heridos con quemaduras de segundo y tercer grado. En las cátedras contra la insurgencia impartidas en la Escuela de Las Américas (Panamá), se instruía a los neo gorilas que era mas provechoso causar heridas al enemigo, pues de esta manera sacabas de combate a 3, al herido y los 2 que irían a auxiliarlo, los cadáveres se dejaban en el sitio mientras duraba el combate.
Luego del incendio provocado por los 2 aviones de combate que expulsaron de sus barrigas las bombas de racimo y napalm (prohibidas por la ONU), repentinamente emergieron del horizonte 2 helicópteros artillados que rociaron la ya devastada área con ráfagas de proyectiles punto 50 durante 2 horas.
Esta desproporcionada arremetida si causó innumerables muertes entre nuestros compañeros, incluso llegaron a derribar varios árboles en que se cobijaban. Para cerrar con broche de oro la Operación Exterminio (así la llamaron), barrieron la tierra arrasada con 2000 efectivos del ejército, Disip y Dim, que fueron rematando uno a uno a los compañeros que yacían heridos y disparon en la boca, nuca y el corazón a quienes ya estaban muertos (era la orden del presidente Luis Herrera Campins, consultada previamente con el CEN de AD, del cual ya formaba parte Henry Ramos Allup). A las mujeres combatientes les atravesaron las bayonetas en los vientres porque los delatores les habían mal informado que algunas estaban embarazadas (otra lección de la Escuela de Las Américas, esa semilla hay que exterminarla antes de nacer). Cuentan algunos sobrevivientes que las carcajadas desquiciadas de Henry Lopez Sisco , jefe de operaciones de la Disip, se lograban escuchar hasta la vía nacional, a 500 mts de distancia. Una orgía de sangre. En la cacería humana que siguió lograron aniquilar a otros combatientes sobrevivientes heridos. Solo 17 lograron romper el hermético cerco militar con apoyo aéreo. No hubo tiempo para selphies ni para videos publicitarios, nunca les fue dada la voz de alto ni se les llamó a la rendición. No hubo televisión ni fiscales del Ministerio Público. No hubo ni tiempo ni espacio para nada, solo una orden presidencial: Operación Exterminio.