Si hay una escena que ha marcado el imaginario bolivariano de todas aquellas y todos aquellos que hemos elegido el camino de la conciencia de patria como única senda, es aquella en la que nuestro Libertador, en un espacio de profunda intimidad, se encuentra con el recuerdo de su maestro y escribe aquella misiva que cita: “usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Ud. me señaló” … Y justo en estos días de reencuentro y revisión me he venido cuestionando a partir de esta premisa, pues tal como lo indica nuestra raíz robinsoniana, la educación, el conocimiento, es libertad.
Ahora, como bien lo he compartido en otras ocasiones, considero de vital importancia anclar nuestras raíces a cuatro grandes paradigmas, la conciencia de Patria, de clase, de género y la conciencia étnica y a esto voy en estas líneas, ¿desde la conciencia de género y de clases, estamos educando para la libertad?
Pues si bien, desde la victoria de la Revolución, hemos nutrido nuestra agenda con numerosos avances en diversos aspectos referidos a la educación; como la histórica lucha contra el analfabetismo, la inclusión al sistema educativo en todas sus fases, y la ruptura de algunas formas de discriminación contra las mujeres en el campo laboral; a propósito de su presencia y crecimiento como sujetos de aprendizaje. Considero pertinente reforzar todos los vínculos suscritos al conocimiento, tanto en lo académico, como en aquellos aspectos que pudieran percibirse como holísticos: (autoconocimiento, educación social, regulación emocional); comprendiendo que hacer una Revolución, sostener una Revolución que a diario nos moviliza e impulsa; arranca a partir de la comprensión de que no sólo somos partes que se atomizan, que somos un todo, un todo fuego que se gesta en lo individual y que se alimenta con el ímpetu colectivo; uno que impulsa lo organizativo y lo sectorial.
Estimular desde la base a la búsqueda y procura del conocimiento, nos lleva a convivir desde un paradigma común, la ampliación de los escenarios de trabajo que expandan consigo el mensaje patriota; pues esta visión amplificada nos llevará a otras certezas que parten desde el reconocimiento de la búsqueda del saber, pues este empodera, permite que el pueblo ─especialmente el pueblo mujer─ halle en sí mismo el núcleo de lo necesario para la consolidación de la emancipación; a partir de la visualización de sus capacidades.
La educación para la libertad, para la emancipación, es la convocatoria para este año en el que el balance, el equilibrio es una premisa que nos lleva a la vida plena y por tanto a una Revolución invencible.
Somos las y los que nunca se rinden
¡Palabra de mujer!