Cuatro etapas del gobierno narniano
2019: EEUU y “miles de países”
La primera etapa del gobierno interino, transitorio, paralelo o narniano se inauguró en enero de 2019, cuando un diputado hasta ese momento desconocido, Juan Guaidó, dijo haber asumido la presidencia de la República durante un acto en una plaza de Caracas.
De inmediato, los autores del guion, los trogloditas del gobierno de Donald Trump, siguieron según lo planeado: reconocieron al Autoproclamado y desconocieron al presidente constitucional, Nicolás Maduro y a los demás poderes públicos; con excepción de la entonces vigente (aunque en situación de desacato) Asamblea Nacional, ─electa en diciembre de 2015─ que entró en funciones en enero de 2016. Ese Parlamento, según el argumento jurídico, era el único poder legítimo de Venezuela. Los demás eran chimbos.
Unos 60 países (aunque cierta señora opositora dijo que eran “miles”) se sumaron a la comparsa convocada por Washington y asumieron a Guaidó como “presidente interino”.
Al crear la ficción de una presidencia paralela (que designó embajadores y juntas directivas ad hoc) no lograron el objetivo de derrocar al verdadero gobierno, pero sí alcanzaron, con creces, la meta de desvalijar los activos de la República Bolivariana de Venezuela en Estados Unidos y varios de los países cómplices.
2021: Washington sí, pero no
A diferencia de Maduro, Trump salió con las tablas en la cabeza, pese a los esfuerzos de última hora por quedarse a la fuerza en la Casa Blanca, apoyado en unos tipos con cachos. Llegaron entonces los santurrones del Partido Demócrata al poder, pero no cambiaron gran cosa su estrategia respecto a Venezuela.
Mantuvieron en vigencia las medidas coercitivas unilaterales y el bloqueo, y solo flexibilizaron algo lo relativo a la empresa Chevron, en parte por el brete en que están metidos con su guerra mediante intermediarios con Rusia; y en parte, seguramente, por algún compromiso electoral con los dueños de esa compañía.
Así transcurrieron los años 2021 y casi todo 2022, oscilando entre reuniones para negociar y nuevas bravatas sobre más “sanciones”.
El Autoproclamado se mantuvo en “su cargo” gracias a esta actitud de sí, pero no, de Washington.
2022: Game over del Autoproclamado
A finales del 22, el imperio resolvió cancelar el episodio del Autoproclamado, desconociéndolo parcialmente, en medio de confusas argumentaciones. Así, el exdiputado al que una vez reconocieron como presidente encargado y luego como líder de la oposición, empezó 2023 como uno más de la enorme lista de precandidatos presidenciales de la contrarrevolución.
Pero ni siquiera en ese rol tenía la fuerza que hubiera sido lógico esperar de alguien que fue exaltado por la mediática mundial como uno de los políticos más jóvenes y prometedores del planeta, un émulo de los líderes gringos construidos en laboratorio por expertos en imagen, mercadeo y redes sociales. La precandidatura nunca pegó, hasta el punto de que desde su propio partido, el ultraderechista Voluntad Popular, saltó al ruedo otro personaje: Tamara Adrián, con el respaldo adicional de una parte de la comunidad LGBTI.
Ya acorralado por las circunstancias, sin el apoyo del Tío Sam, el Autoproclamado protagonizó una jugada ya varias veces repetida: la de huir del país y decir que corrió por su vida. Pretendió victimizarse justamente el sujeto que ha gozado de mayor grado de impunidad en la historia reciente de Venezuela, el que más delitos graves ha cometido sin que nadie lo judicialice…
2023: Y dale con la AN vencida
Luego de tantas idas y venidas, el gobierno de Joe Biden demuestra que sigue desarrollando la misma estratagema del cavernícola Trump, cuando una serie de decisiones combinadas del Departamento del Tesoro y de tribunales mercantiles han desempolvado las olvidadas ruinas de la AN de 2015, atribuyéndole la supuesta representación de los intereses nacionales en el manejo de la empresa Citgo, robada por los gringos en complicidad con la oposición apátrida.
Según estos decretos administrativos y fallos judiciales, es al Parlamento vencido en enero de 2021 al que le corresponde dirigir la defensa de Venezuela respecto a la empresa de la que hemos sido despojados.
Esa, es una demostración exagerada de un monroísmo de nuevo cuño: Estados Unidos se arroga el derecho a decidir que el representante legal de una república independiente y soberana no es su actual gobierno, sino unos exfuncionarios que nunca pertenecieron al Poder Ejecutivo, sino al Legislativo y, para colmo, eso fue así hasta enero de 2021, es decir, que están cesantes hace ya dos años y cuatro meses.
Sobre esa base “jurídica” (en realidad, muy política), se pretende que quien tome las decisiones sobre Citgo y otros asuntos de Venezuela en Estados Unidos sea una señora exdiputada llamada Dinorah Figuera, quien lleva años viviendo en España y es totalmente desconocida para la gran mayoría del país.
Esta es la actual etapa del gobierno de Narnia, una suma de arbitrariedades para consumar grandes desfalcos contra la Nación, impidiéndole incluso ejercer una defensa legítima a la auténtica República Bolivariana de Venezuela. Sería gracioso, si no tuviera consecuencias tan trágicas.