Laura Richardson, la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, sin ningún reparo afirmó hace unos días, en el centro de estudios Atlantic Council, organización fundada en 1961, ligada a todo el complejo industrial militar de los Estados Unidos, la necesidad de reapoderarse, de recontrolar Latinoamérica.
Este año, en el que arrastramos una guerra proxy, encargada por Washington arrastrando a Europa, ningún rincón del mundo escapa a la vorágine de Estados Unidos, de las élites que gobiernan en las sombras.
Antes, que tenían un control casi absoluto de la gran prensa, en que la mayoría de gobiernos asumían el discurso homogeneizante sin chistar, en que el balance de poderes favorecía a occidente, les era más fácil controlar, administrar su poderío.
Pero la asunción de nuevos poderes, de una República Popular de China, que ya lo desplaza en el plano económico, de una Rusia que militarmente ha mostrado su poder en esta conflagración contra la OTAN, de un bloque como el Brics que va creciendo, empiezan a perder los papeles.
Están rumbo a una gran crisis. El sistema colapsa. La primera clarinada se escuchó en 2008 con el colapso financiero. Hay otros aspectos quizá menos tomados en cuenta, pero muy relevantes, que muestran el deterioro.
Uno de ellos, señalado por el mismísimo Henry Kissinger, es el declive de sus líderes. Hay crisis de liderazgo, los que tienen hoy muestran pocas luces, son cuestionados por su nivel intelectual, ético.
Más aún, sus diplomáticos se dejan avasallar cada vez más por los estamentos militares u otros elementos de los poderes fácticos.
Por eso es que el derecho internacional, la estructura de la legislación global que ellos mismos crearon, hoy es pisoteada por sus líderes. A ese ritmo, pronto las universidades del “primer mundo” cancelarán las cátedras de derecho público internacional, de diplomacia.
Los jefes militares marcan, o pretenden marcar, el derrotero de los asuntos internacionales.
Allí está el caso de Laura Richardson, la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, quien sin ningún reparo afirmó hace unos días, en el centro de estudios Atlantic Council, organización fundada en 1961, ligada a todo el complejo industrial militar de los Estados Unidos, la necesidad de reapoderarse, de recontrolar Latinoamérica.
«Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras, tiene el triángulo del litio que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60% del litio del mundo está en el triángulo del litio: Argentina, Bolivia, Chile», declaró Richardson.
No se contuvo ahí, recordó que están «las reservas de petróleo más grandes, incluidas las de crudo ligero y dulce descubierto frente a Guyana hace más de un año… Los recursos de Venezuela también; con petróleo, cobre, oro».
No se olvidó de la selva amazónica que constituye «los pulmones del mundo… Tenemos el 31% del agua dulce del mundo en América Latina…»
«Nos queda mucho por hacer», acotó.
Cuando se refiere a Guyana y el petróleo, hace mención a una zona en reclamación. ¿Será que están pensando montar algún conflicto armado? Quizá.
Referente al Litio, al triángulo, no es casualidad; así lo escribimos en su momento, que los ataques contra Cristina Frenández, incluso su intento de homicidio, se diera poco después que ella señalara la necesidad de que Argentina controlara ese recurso para ponerlo al servicio de los intereses nacionales.
En Bolivia intentan desestabilizar a su presidente, de hecho, el golpe contra Evo Morales, se ha dicho más de una vez, tiene como móvil principal el control del litio.
Por cierto, el Gobierno del presidente de Bolivia, Luis Arce, firmó el viernes 20 de enero un contrato con la empresa china CATL BRUNP & CMOC (CBC) para la puesta en marcha de dos complejos industriales con la tecnología de extracción directa del litio (EDL) en salares de las regiones andinas de Oruro y Potosí.
Otro elemento, en el departamento peruano de Puno, fronterizo con Bolivia, uno de los epicentros en esta lucha del pueblo peruano por la destitución o renuncia de la oportunista presidenta, Dina Boluarte, se ubica el yacimiento Falchani; de mil hectáreas. Según la empresa Macusani Yellowcake, Perú cuenta con reservas suficientes para superar a Chile en la producción de litio.
La minera canadiense efectuó pruebas, según estas, el yacimiento puneño tiene rocas en las cuales se obtiene una recuperación de carbono de litio superior al 99,74 %, llegando hasta los 99,82 % de recuperación; haciéndolo prácticamente puro y no mezclado con otros productos que impidan su explotación.
Se estima que en todo el departamento de Puno existe litio. No solo eso, el Instituto Geológico Minero Metalúrgico del Perú dijo que en sus distintas regiones, más allá de ser el segundo mayor productor de cobre en el mundo, ese país es rico en tierras raras.
Perú además, tiene una gran extensión de selva amazónica.
¿Tendrá algo que ver eso con el caos que vive el país incaico actualmente, sobre todo después de lo dicho por Richardson?
Ya lo dijo el presidente mejicano, Manuel López Obrador, la embajadora estadounidense en Perú, Lisa Kenna, se inmiscuye mucho en los asuntos de ese país.
¿Tendrá algo que ver con los amagos secesionistas que se escuchan en Puno y otros departamentos vecinos?
Es cierto, el centralismo concentrado en Lima, advertido por José Carlos Mariátegui hace casi un siglo; asfixia, discrimina a los sectores del Perú profundo; la represión criminal de la que han sido objeto los manifestantes contra Boluarte es inconcebible, pero, ¿la historia no nos enseña que Washington, los poderes ocultos, suelen aprovecharse de estas circunstancias para expoliar los recursos naturales de los diversos pueblos?
Claro, eso no quita la deslegitimización de Boluarte, del vigente parlamento peruano, de la institucionalidad en su conjunto. Curioso, pero no extraño, el 25 de enero, la OEA de Luis Almagro respaldo y «legitimó» a la momentánea mandataria peruana.
En la cumbre de la Celac hubo preocupación por la situación de Perú. La mayoría de jefes de Estado, representantes de los países, abogaron por el diálogo y la convocatoria, a la brevedad posible, de elecciones en ese país.
Urge, la cantidad de muertos, heridos, los daños a la infraestructura, la parálisis económica que empieza a maniatar a los peruanos lo requiere. Las élites peruanas deben entender que ese modelo de sociedad les presentará una nueva crisis si no refundan el país. Se requiere una nueva Constitución que incluya a todos los sectores, a todas las regiones, que distribuya mejor la renta nacional.
Pedro Castillo fue una esperanza que quizá no supo entender lo que representaba. Que quizá no se atrevió a jugársela con el pueblo, ese pueblo que hoy pelea por dejar de ser ignorado, esquilmado.
El pueblo peruano, que está siendo masacrado en todas estas semanas de lucha, demuestra su capacidad para resistir los embates de una élite que lo ve como enemigo. Hay valor en el pueblo peruano, en sus hijos.
Ahora falta dar el salto a la organización lucida, orgánica, inclusiva, latinoamericanista. A la creación de una alternativa popular y factible. Debe estar alerta a los populistas de distinto signo, a quienes ambicionan el poder por el poder.
El pueblo peruano debe estar claro que se encuentra en medio de un inclemente juego geopolítico en donde sus recursos naturales tienen un importante valor estratégico.
Los recursos naturales de los países latinoamericanos son ambicionados por las potencias, por los poderes fácticos, por la corporatocracia global. Ellos no tendrán escrúpulos para robárselos. En crear guerras para apoderarse de lo que requieren. La historia lo demuestra.
Ernesto Bustamante, parlamentario del fujimorismo, de la extrema derecha peruana, dijo, el 23 de enero, que el Ejército de su país debía invadir Bolivia y apropiarse de sus recursos naturales, si La Paz no atiende el «ultimátum» de frenar el supuesto apoyo a «terroristas» en las protestas que piden la renuncia de la presidenta Dina Boluarte.
Un régimen como el de Boluarte, acorralado por las protestas, pero con el apoyo de la derecha local y global, podría caer en la tentación. No lo olvidemos, hay mucho litio en la zona.
Por ello, América Latina debe consolidarse como bloque. Debemos saber manejar nuestras diferencias, nuestras peculiaridades, pero, a tenor de lo debatido en la Cumbre de la Celac, hay conciencia de que la unidad es una necesidad.
Existen diferencias, el caso de la moneda común es un ejemplo, pero la unidad debe ser el norte.