Por: Harim Rodríguez
Consternada y con sentimientos encontrados llegó una amiga de su día de oración en una iglesia cristiana en Guarenas. Según su testimonio, el llamado servicio dominical que imparten en todas sus iglesias del país, se dedicó a la justificación bíblica de las acciones de exterminio contra el pueblo de Palestina por parte de Israel.
En la medida que la pastora comenzó a abordar el tema del conflicto “desde la perspectiva de las escrituras”, el ambiente comenzó a ponerse tenso —describió— muchas personas comenzaron a mirarse entre ellas, otras abandonaron paulatinamente la sala.
“Lo que más me molesta es que nos crean ignorantes y estén tan convencidos de eso que pretendan imponernos una versión según la cual nadie debe sensibilizarse por el asesinato masivo de niños, de mujeres y ancianos. ¿Cómo es posible que se nos subestime tanto?”, reiteró nuestra amiga entre lágrimas.
“No me parece que haya nada del Dios en el que nosotros creemos en esa justificación de hechos tan monstruosos” —prosiguió— “yo voy allí buscando la palabra de Dios para estar en paz espiritual y me encuentro con una explicación que nos aterra, no importa cuantos niños sean mutilados, no importa que las bombas exploten las viviendas de seres humildes que con dificultad pueden comer, estoy muy conmovida”.
Bajo la tesis de ser el pueblo elegido por Dios, el movimiento político judío denominado sionismo, ha centrado su razón de ser en la formación de un Estado de Israel que fue proclamado por la ONU en 1948. A partir de ese momento comenzó el plan expansionista alentado por el Reino Unido y EEUU, con la misión de posicionarse en una zona que les permitiera tener bases para el control geográfico, militar y el acceso a importantes recursos naturales, argumentos que evidentemente no aparecen en la Biblia.
Casi 42 mil asesinatos, más de 97 mil heridos en Gaza, 66% de los edificios destruidos, con bombardeos de alta precisión, 100 mil tiendas de campaña exterminadas, 184 refugios destruidos, 174 periodistas asesinados. Esto sin contar los más de 2 mil asesinados en el Líbano y el millón de personas que necesitan ayuda humanitaria ahora en Beirut.
“No hablen de eso, porque significa criticar a Dios y te va a castigar”, advirtió la pastora. ¿Cuál Dios tan sanguinario será ese? Se pregunta uno.