El nefasto mecanismo multilateral de injerencia contra Venezuela sigue causando sufrimiento; a pesar de que los gobernantes que lo integraron fueron derrotados
Después de muerto y olvidado, el Grupo de Lima sigue haciendo sufrir a los venezolanos. No sólo porque los gobiernos que integraron ese nefasto mecanismo de injerencia apoyaron todas las medidas coercitivas unilaterales contra Venezuela, que aún están vigentes y haciendo daño al país. El perjuicio lo están sintiendo especialmente los migrantes que se encuentran ahora cautivos en una especie de trampa en Chile.
En tiempos del Grupo Lima, los presidentes de Colombia (Iván Duque), Ecuador (Lenin Moreno), Perú (Pedro Pablo Kuczynski y sus sucesores), y Chile (Sebastián Piñera); abrieron un “corredor humanitario” para permitir el desplazamiento de venezolanos en dirección Norte-Sur desde Cúcuta hasta llegar a Santiago. “Los connacionales circulaban libremente, sin documentos, nadie se los pedía ─relata un alto diplomático venezolano en el sur─. Pero, en un momento equis, Perú y Ecuador impusieron visas a venezolanos impidiéndoles retornar, especialmente por los efectos de la pandemia”.
Adicionalmente, hace tres semanas, la Fiscalía General chilena decidió solicitar a juzgados órdenes de arresto a extranjeros en situación irregular. Esto ha originado la salida apurada hacia Venezuela de muchos venezolanos, encontrándose con la prohibición estricta de pasar a Perú. Así, estas personas han quedado varadas en el límite entre países.
La solución al problema está en manos de los gobiernos de Chile, Perú y Ecuador. Se supone que el presidente chileno, Gabriel Boric, podría estar proclive a una solución, por ser de izquierda. Mejores expectativas hay con Gustavo Petro, en Colombia, pero las esperanzas se anulan con el gobierno de facto de Dina Boluarte, en Perú, y con el derechista Guillermo Lasso, en Ecuador. Estos dos siguen encarnando el espíritu del Grupo de Lima.
Medios alternativos chilenos están tratando de que sus compatriotas entiendan que los venezolanos que se agolpan en la frontera con Perú, nunca ha tenido documentación y recomiendan que la gente se pregunte cómo fue entonces que llegaron desde Venezuela hasta Chile y por qué cuando viajaron hacia el país sureño nunca tuvieron problemas en el largo trayecto.
La respuesta es que había una jugada política, un acuerdo entre los gobiernos antichavistas que entonces copaban el vecindario entero. De esa manera se reforzaba la matriz de opinión de la gran crisis migratoria y humanitaria de Venezuela y se atizaban las brasas de una intervención multilateral para derrocar al gobierno constitucional de Nicolás Maduro.
Muchos de esos venezolanos se toparon en Chile con brotes de xenofobia o, simplemente, comprobaron que esa nación no era el jardín de rosas que la habían pintado, por lo que intentan regresar. Pero la derecha que sigue teniendo amplias cuotas de poder (junto a la ambigüedad del gobierno de Boric) ha logrado generar una nueva crisis migratoria: el país que les permitió entrar sin papeles, ahora los persigue por ser indocumentados y, dadas las restricciones del vecino, se les hace imposible salir.
La prensa chilena, cómplice
Los medios no convencionales chilenos rememoran que la gran prensa de la derecha (uno de los mayores poderes fácticos de Chile) reseñaba con fruición el arribo de cientos de venezolanos a puntos fronterizos como Colchane y Chacalluta. Nadie entonces se preguntó en esos grandes medios cómo es que llegaron sin documentos, y por qué les permitieron el paso por Colombia, Ecuador y Perú. Claro, esa prensa estaba también en la movida.
La participación de la prensa canalla ha sido evidente. En 2020 y 2021, salieron desde Chile 15 vuelos humanitarios de la línea aérea Conviasa, como parte del Plan Vuelta a la patria. De esa forma, unos 3 mil venezolanos regresaron, pero los medios chilenos no se dieron por enterados de esto, ya que era algo positivo para Venezuela. Tampoco han explicado por qué el gobierno de Chile ha saboteado un plan que ayuda para disminuir el número de migrantes venezolanos en el país, un clamor de mucha gente por aquellos lares.
La justificación para impedir que siguieran realizándose los vuelos de vuelta a la patria es la misma que han utilizado en otros países de la región: Conviasa es sospechosa de terrorismo, según Estados Unidos y, al estar bloqueada por la potencia imperial, cualquiera que le preste apoyo puede sufrir las consecuencias.
Tal como ocurrió con el avión de carga de Emtrasur (filial de Conviasa) en Argentina, la persecución procura impedir que la línea aérea venezolana opere normalmente para que el país no pueda obtener ingresos en divisas. Al estigmatizar a Conviasa matan dos pájaros de un tiro: impiden que siga el retorno de migrantes venezolanos y frenan el flujo de turistas y viajeros de negocios. Es el Grupo de Lima redivivo y en plena acción.
Mientras tanto, los políticos de derecha y ultraderecha (que en el caso chileno es mucho decir) practican un doble juego: por un lado bloquean las iniciativas para el retorno de venezolanos, y por el otro arman escándalos por la presencia de estos en Chile, demostrando no sólo xenofobia, sino también aporofobia, pues su rechazo no es contra todos los venezolanos, sino únicamente contra los más pobres.
“Están dispuestos a dejar morir gente de frío y hambre, antes que darle espacio a un programa como ese, humanitario y gratis, con tal de que el gobierno venezolano no aparezca en ninguna actividad que le favorezca en la imagen internacional”, asegura el portal 360 Noticias, en un reportaje titulado: “¿Te tienen chato (equivalente a harto) los venezolanos?”, que hemos versionado en este trabajo.