Por: Zacarías García
La “forma de organización político-social, fundada en el Estado democrático y social de derecho y de justicia establecido en la Constitución de la República, por la cual el poder es ejercido directamente por el pueblo, a través de los autogobiernos comunales; con un modelo económico de propiedad social y de desarrollo endógeno y sustentable que permita alcanzar la suprema felicidad social de los venezolanos y venezolanas en la sociedad socialista”, es el estado comunal y “la célula fundamentalmente de conformación del estado comunal es la Comuna”. Estas comprensiones primeras las estamos tomando de la Ley Orgánica de las Comunas, en las que además se determina la Comuna como “Un espacio socialista que, como entidad local, es definida por la integración de comunidades vecinas con una memoria histórica compartida, rasgos culturales, usos y costumbres, que se reconocen en el territorio que ocupan y en las actividades productivas que les sirven de sustento, y sobre el cual ejercen los principios de soberanía y participación protagónica como expresión del Poder Popular, en concordancia con un régimen de producción social y el modelo de desarrollo endógeno y sustentable, contemplado en el plan de Desarrollo Económico y social de la Nación”.
Otro aspecto que vale la pena resaltar del texto de la Ley es lo relativo a la Carta Fundacional, “Instrumento aprobado en referendo popular, donde las comunidades expresan su voluntad de constituirse en Comuna…” entendemos que este punto es crucial; pues en ese acto de expresión de voluntad y fundación se pone de manifiesto lo que pudiéramos llamar, citando al importante pensador griego Cornelius Castoríadis, El Imaginario Social Instituyente. El propone que las comunidades humanas poseen una facultad constitutiva, una fuerza de creación que funda las instituciones y el mundo; que antecede, acompaña y trasciende a la realidad social.
Visto así, el Estado Comunal, como modelo de mundo que busca instituirse, está llamado a transformar nuestra sociedad en un proceso que se tiene que cumplir en tiempo y espacio; es un trabajo sostenido en el que las comunidades, y la sociedad toda, van conquistando su bienestar y calidades de vida; desde su organización y procesos de producción hasta los más altos niveles en su educación y el desarrollo de su cultura, aunado a su formación ética y espiritual; se trata de una forma de lucha, de una misma batalla contra las fuerzas coloniales librada desde el imaginario y fundada en la voluntad popular.
Definitivamente la noción de Comuna, más allá del instrumento extraordinario que es la ley, nos hace pensar en una comunidad imaginaria, en su armonía e integridad; en un mundo de justicia. Es el momento de realizar ese Imaginario Social Instituyente, de refundar el mundo en el imaginario y en la realidad, de desplegar una cultura de la Comuna y del Estado Comunal.
Importante en esta aproximación reflexiva al devenir del Estado Comunal y su cultura, es revisar la figura del artista y el cultor, desde siempre el modo de operar el artista y cultor, independientemente de su disciplina, ha consistido en utilizar ciertos privilegios que le otorga su actividad de creador, para entrar al imaginario de su sociedad y del mundo, cual si se tratara de depósitos o cuartos en los que han ido quedando restos y presencias de muchas generaciones, utilizando luego esos materiales como contenidos que se renuevan a sus obras. En ese sentido su papel sigue siendo crucial; los artistas y cultores son los agentes sensibles y con competencias en los oficios que posibilitan la revelación de contenidos y valores indispensables para la sociedad; aspectos de afirmación, patrimonio o identidad que aparecen con elocuencia reveladora para su contemporaneidad y las generaciones futuras. El desarrollo y los alcances de una sociedad se perciben plenos en sus artes y su cultura toda.
En esta comprensión del mundo en un Estado comunal, entendemos a los artistas y cultores, entonces, como una Comuna Imaginaria. Esta noción que parecería tener un énfasis lúdico o metafórico, se refiere además a las responsabilidades de los artistas y cultores con ese imaginario; a la vez de los compromisos de sensibilización y formación que asumen en esta nueva realidad con su comunidad local y con el país. Hay unos poderes en el trabajo de los artistas y cultores que se tornan fundamentales para consolidar los valores que consolidan la patria como dimensión de la identidad, la paz y la armonía social.
Esta Comuna Imaginaria tiene la virtud de ser absolutamente incluyente, no tiene distingos de disciplinas, procedencia, tipo de formación; se pretende abarcar a todos los artistas y cultores del país y mas que ser una institución consiste en acciones: muestra de trabajos, talleres con las comunidades, encuentros reflexivos, tomas culturales de espacios urbanos o regionales, activación de espacios alternativos para el desarrollo de actividades de cultura liberadora, desarrollo de procesos que visibilicen la identidad histórico-comunitaria, fomentar la cultura eco-socialista, activación y creación de imaginarios desde lo regional y lo nacional. En fin, la Comuna Imaginaria podría entenderse como una zona particular de la sociedad, cuyos miembros tienen la virtud de propiciar el acceso, la activación y la creación del mundo imaginario con la sociedad, que más allá del trabajo creador tiene una función religadora —por no decir religiosa— con los mitos, tradiciones y fuentes originarias de nuestra cultura. Se trata, reiteramos que los modelos de mundo son creación y re-creación permanente desde el imaginario hasta la realidad.
Justo ahora, en este tiempo de “resistencia, renacimiento y revolución” que vive nuestra sociedad; es conveniente citar a Cornelius Castoriadis: “Tanto las significaciones imaginarias sociales como las instituciones, una vez creadas, se cristalizan o se solidifican, y a esto lo llamo lo imaginario social instituido. Imaginario que asegura la continuidad de la sociedad, la reproducción y repetición de las mismas formas, que en lo sucesivo regulan la vida de los hombres y que permanecen hasta que un cambio histórico lento; o una nueva creación masiva viene a modificarlas o a remplazarlas radicalmente por otras.» Este extraordinario proceso que comprendemos se cumple en nuestra sociedad y en el mundo; y le da sentido y justificación a la presencia y participación protagónica de los creadores. La Comuna Imaginaria parece existir desde siempre y está en fase de activación; se trata de animar el tejido social con la presencia de los grupos de artistas y cultores de todas las regiones, cuya participación es definitiva. La creación de la cultura es una con la creación de la sociedad, con sus procesos de transformación; allí radica el sentido y aporte de la Comuna Imaginaria.
Bibliografía:
La Institución Imaginaria de la Sociedad
Ediciones: itusquest, 2007
Cornelius Castoríadis: Figuras de lo pensable
Ediciones: Frónesis, Universitat de Valencia