Ocho años después de la siembra de Hugo Chávez, el 5 de marzo de 2013, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) celebró el IV Congreso, para multiplicar, una vez más, la voz de su fundador, líder de la revolución bolivariana. Nicolás Maduro Moros, presidente del partido y del país, lo recordó durante un sentido discurso en la Plenaria Extraordinaria. El presidente quiso recordar el dolor y el desconcierto por la muerte del Comandante, que se decidió notificar al pueblo en forma «rápida y honesta»: con la misma claridad con la que Maduro manejará luego la etapa de transición prevista por la Constitución en caso de «ausencia absoluta» del presidente.
Una cláusula constitucional sobre la que especuló la derecha durante la enfermedad del Comandante, y sobre la que también pretendió montar la farsa del «autoproclamado presidente interino», Juan Guaidó, inventando un vacío de poder en Venezuela. Maduro precisó que su tarea como presidente interino, conforme a la Constitución, era llevar al país a nuevas elecciones según lo programado. Y así lo hizo, el 14 de abril de 2013, acompañado por el pueblo y el partido.
Un partido de cuadros y de movimientos, fundado en 2007, que hoy cuenta con 7.790.960 militantes, como dijo frente a los y a las 850 delegadas y delegados al Congreso el vicepresidente de la organización del partido, Julio León Heredia. Un partido capaz de renovarse ante los desafíos que impone el contexto internacional, y de dirigir la resistencia diaria del pueblo consciente y organizado frente a los ataques del imperialismo, más feroces y criminales aún en esta época de pandemia.
La existencia de la revolución bolivariana, más de 22 años después de la victoria de Chávez en las elecciones presidenciales del 6 de diciembre de 1998, es ya un hecho histórico extraordinario en el contexto posterior al siglo XX, donde el mapa del socialismo representa solo algunos puntos del mundo. Que también goce de buena salud política, a pesar de haberse convertido en el laboratorio de experimentación de la guerra asimétrica y multiforme del imperialismo, puede parecer un verdadero milagro.
Un rompecabezas que el imperialismo no logra dominar y que se puede resumir en tres fortalezas principales: el liderazgo político, en su articulación entre partido y gobierno revolucionario, la organización de masas, en su fructífera dinámica entre partido y movimientos, a nivel nacional y territorial, y la unión cívico- militar. Una alquimia que, por más que se esfuerce, el imperialismo norteamericano no logra entender ni romper, ya que el tema de la unidad es una herencia de Chávez que el pueblo no quiso disipar.
Así lo reiteró el diputado Pedro Infante, electo vicepresidente de movilización y organización de eventos, cargo que perteneció al fallecido Darío Vivas. Y Cabello recordó cómo, inmediatamente después de la desaparición física del Comandante, la oposición comenzó «con el cuento de nuestra división interna, de conflictos internos, pero se quedó con la gana».
La revolución bolivariana es un laboratorio al que también han comenzado a mirar nuevamente los movimientos populares de aquellas partes del mundo capitalista en las que la fragmentación de las fuerzas alternativas parece haberse convertido en un obstáculo insuperable para la unidad de clase, frente a un ataque de la burguesía, más fuerte y omnipresente. Y este es el mérito del trabajo internacionalista organizado por el PSUV en continuidad con lo del Comandante, y que se está gestando en el Congreso de los Pueblos de este Bicentenario de la independencia.
Como es habitual, incluso en este IV Congreso el debate proyectual se ha proporcionado a la actualidad económica y política, en las distintas mesas de trabajo. Central, la discusión sobre la necesidad de fortalecer las Redes de Acción y Articulación Sociopolítica (RAAS) en este año de elecciones regionales y municipales. «Hemos revisado y evaluado todo el esfuerzo que estamos haciendo en todas las calles y comunidades para ver cómo lo complementamos con la estrategia 1 x 10 para llegar a todos los sectores y movimientos que existen más allá del nivel territorial», dijo el gobernador del Estado Miranda, Héctor Rodríguez, nombrado vicepresidente territorial del partido para el área Caracas-La Guaira.
Rodríguez destacó la importancia del concepto de «defensa integral de la nación», no solo en el sentido militar, sino también en el de nutrición y salud. No cabe duda, de hecho, que si el gobierno bolivariano logró contener efectivamente el coronavirus a pesar de las medidas coercitivas y unilaterales impuestas por EE.UU. y la UE, fue gracias a la organización del PSUV, que implementó el espíritu y la letra de los proyectos de Chávez, comenzando por la Misión Barrio Adentro, creada con Cuba.
El tema de la defensa integral de la nación involucra al PSUV en varios niveles: en la defensa de las fronteras y la integridad territorial, por ende en la batalla internacional por la soberanía sobre Esequibo; en la formación e integración de las y los militantes en la Milicia Bolivariana; el fortalecimiento de la línea estratégica de Chávez, denominada “el partido en movimiento”, que implica el vínculo con las organizaciones populares de base, los distintos movimientos y frentes sociales en este año de “Comuna o nada”.
Maduro solicitó a la Dirección Nacional del partido, específicamente a Diosdado, que desarrolle un método de elección de los candidatos que representarán al partido en las elecciones, «que debe ser democrático, basado en el método de abajo hacia arriba y la consulta de la base, comenzando por los líderes de la calle ”. Luego reiteró la importancia de mantener la disciplina dentro de las fuerzas revolucionarias, de evitar egocentrismos con auto nominaciones fuera de los mecanismos del partido: porque esto, dijo, «genera mucho daño».
El ministro de Trabajo, Eduardo Piñate, por su parte ha desarrollado el equipo encargado de sistematizar las líneas de trabajo aprobadas. El equipo estará integrado por la secretaría ejecutiva del partido, algunos secretarios y secretarios de los equipos político y estatal y la vicepresidencia de formación. Líneas cruzadas por la perspectiva de género, en este mes que, a partir del 8 de marzo, se despliega en todo el país y también a nivel internacional, a través del Congreso Bicentenario de los Pueblos, que tiene su fuerte momento organizado por las mujeres del PSUV. Uno de los puntos aprobados en el Congreso, de hecho, prevé «la igualdad de género y su adecuada representación en las postulaciones para las próximas elecciones».