En Indoamérica, en 2019, se produjo un trágico golpe de Estado en uno de los países donde menos se preveía: Bolivia. Evo Morales y el MAS habían ganado holgadamente las elecciones, confiados en el respaldo popular permitieron que la OEA participara como veedora del proceso, y luego que se declarara el triunfo del líder cocalero, en pocas horas, con respaldo mediático y de la caduca institucionalidad regional, se produjo un golpe que desató los demonios del fascismo boliviano y sus socios regionales.
La sorpresa fue mayúscula, Bolivia era, y hoy con el retorno del MAS volvió a serlo, un país estable económicamente, con altos niveles de crecimiento económico, con estabilidad social, fruto de las políticas de su gobierno, con la macro y microeconomía al servicio de las grandes mayorías, pero, sobre todo, con perspectivas de mayor desarrollo.
Quizá allí estuvo el móvil del ataque a la democracia altiplánica.
¿Cómo así? Porque Bolivia, Evo Morales, en medio de esta disputa global por el litio, apostó por la soberanía, la independencia; desafiando los poderes fácticos que pretenden, como lo han hecho históricamente con los recursos naturales de asiáticos, africanos y americanos; robárselo.
Morales está convencido que su proyecto para explotar industrialmente el litio del salar de Uyuni desencadenó el golpe de Estado. Así lo comentó en el programa televisivo que conducía Rafael Correa en la cadena RT, pocas semanas después.
«Yo estoy segurísimo, porque un grupo de dirigentes cívicos del Potosí rechazaron nuestro plan del litio, que estaba previsto al 2025: 41 plantas, 14 de ellas netamente industria del litio», dijo.
Para 2020, como dijo en la entrevista, “estaba previsto terminar la gran industria del carbonato de litio; en la planta piloto este año estaba previsto 400 toneladas. Una tonelada de carbonato de litio cuesta más de 10.000 dólares. Hidróxido de litio. Y además de eso, plantas de baterías de litio; estaban en el plan».
Del 2019 para aquí se ha hecho más evidente el rol que jugará el litio, y sobre todo, la voracidad de los países del norte por intentar despojar a quienes tienen las mayores reservas.
A mediados de abril, en Bolivia se efectuó un conversatorio al respecto. Se estableció que, debido a la conflictividad energética, Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, China e India, procuran fuentes alternativas para lanzar a gran escala vehículos eléctricos, con lo cual Latinoamérica, donde están las mayores reservas de litio, juega un rol crucial.
Jeanette Sánchez Zurita, directora de la División de Recursos Naturales de la CEPAL, señaló que «Latinoamérica tiene una alta participación en los recursos naturales del litio. Tenemos más de la mitad del total del litio… La demanda de litio para baterías eléctricas es la que más aumenta».
En el evento también hizo presencia Federico Nacif, sociólogo argentino, quien da un valor especial al denominado triángulo del litio, conformado por Argentina, Bolivia y Chile.
«La importancia de los salares andinos de América del Sur no solo se destaca por la gran cantidad de litio que contienen sino también por la calidad de los yacimientos. Bolivia, Chile y la Argentina concentran, en ese orden de importancia, cerca del 90% de los recursos mundiales de litio en salmueras (USGS, 2021). A diferencia de los yacimientos mineros convencionales (espodumeno), estos recursos permiten obtener reservas de carbonato de litio con los costos económicos más bajos del mundo (entre U$S 2.000 y U$S 4.000 por tonelada, con precios promedios que sobrepasan los U$S 12.000 la tonelada), sin utilizar explosivos ni dejar eternos diques de cola para las generaciones futuras», explicó.
Pero, hay más, Perú y Méjico podrían unirse a este grupo, aunque tengan menos litio, unos tres millones de toneladas.
Comparemos esas cifras con la realidad del mercado, con las reservas de litio en el mundo: EEUU (6,8 MT), Australia (6,3 MT) y China (4,5 MT). Sólo Bolivia tiene 21 MT.
Ante esa realidad, ¿no es entendible que los poderes hegemónicos estén tras esa riqueza natural que alcanza grandes dimensiones por su valor estratégico?
Ya causó un golpe de Estado en Bolivia, no nos extrañe que anden en otras conspiraciones para poner acólitos suyos manejando el litio en Indoamérica.
Un detalle, hace unos días, Marc Stanley, embajador de Estados Unidos en Argentina, le dijo públicamente al antiperonismo que “no esperen a 2023 para consolidar un frente».
Coincidentemente, se incrementaba la arremetida judicial contra Cristina Fernández. Se hace en un momento cuando Alberto Fernández y Manuel López Obrador hablan de fortalecer un gran bloque económico latinoamericano, en el que, indudablemente, el litio será un elemento fundamental.
Para muchos, dentro y fuera de Argentina, es muy probable la candidatura presidencial de Cristina Fernández para las elecciones del próximo año. La lideresa peronista es garantía que los recursos naturales, el litio, estarán al servicio de los argentinos, y no de algunos factores de poder global, de las grandes corporaciones.
Esto, más allá del encono visceral de la derecha rioplatense, podría estar tras la cacería mediático judicial que se montó en los últimos días contra la ex presidenta.
La ex mandataria peronista es garantía de litio para el desarrollo, para satisfacer las reivindicaciones sociales que el macrismo le arrebató al pueblo argentino.
La actual vicepresidenta encabezó, el pasado 30 de agosto, un encuentro con los bloques del Frente de Todos de ambas Cámaras del Congreso, allí, donde agradeció el apoyo del peronismo en este intento de linchamiento mediático y judicial, invitó a los asistentes, al pueblo argentino en general, a “ponerse atentos ante el riesgo de que se quieran llevar, sin darnos nada, las riquezas naturales del país: como alimentos, energía y litio».
Días antes, el presidente Alberto Fernández, mientras visitaba las obras en la primera planta de baterías y celdas de litio del país, ubicada en La Plata, decía que “la Argentina es la segunda reserva de litio en el mundo, por lo que no solamente tenemos que exportarlo sino también industrializarlo”.
Independientemente de si Cristina Fernández es candidata en los próximos comicios, la arremetida contra ella, que intenta desacreditar a todo el peronismo, puede entenderse como una pretensión de la derecha y los poderes fácticos de tomar el poder político para despojar al pueblo argentino de su litio.
Recordemos el golpe contra Evo Morales, aprendamos de la historia.