He venido sosteniendo que la construcción del nuevo orden internacional, se está desarrollando desde la praxis de un multilateralismo con respeto a las libertades de las naciones que en ella se consagran. Sin embargo, la lucha por la independencia aún no culmina; pues occidente insiste en seguir la senda de la guerra contra toda forma de autodeterminación que surja en el mundo y se oponga a los preceptos dogmáticos de la dominación imperial.
También he suscrito, en otros trabajos, las sabias palabras de Fidel Castro al señalar que: “revolución es sentido del momento histórico”, ello para explicar que a nuevos tiempos, nuevos retos; y si somos dialecticos en el análisis, hemos de entender que la realidad se construye y deconstruye invocando al todo de nuestra vida como nación libre antihegemónica y antiimperialista; y en ese marco referencial no cabe lugar a divagaciones discursivas, ni extravíos ideo políticos propios del cálculo politiquero y manipulador; con los cuales el maltrecho oposicionismo, arrastrado al imperio, intenta captar la voluntad de los electores.
En ese sentido, es menester abordar la realidad política nacional de cara al despeje de las manipulaciones mediáticas impuestas por el aparato comunicacional interesado en el derrocamiento de nuestra forma republicana de gobierno. Una tarea que amerita explicar, con atención al detalle, el origen de la actual situación político-económica del país; y sin ambages discursivos demostrar, a base de pruebas, que Venezuela tiene una sólida democracia que consagra deberes y derechos iguales para todos; y a pesar de los malintencionados relatos mediáticos, en este país las libertades políticas son el fundamento de la revolución bolivariana; y por ende la praxis social del pueblo las ejerce con plena libertad.
Ahora bien, encadenada en sus frustraciones crónicas por tantas derrotas sufridas, la dirigencia opositora con su dos caras y sus nuevos mejores aliados: la presunta izquierda de cafetín, maniobrera y divisionista, los mareados por nuestro socialismo y demás individualidades solitarias afines y conexos, empeñados en derrocar a la Revolución Bolivariana, navegan en un mar de contradicciones que les lleva de la euforia a la tristeza; con la misma facilidad que viajan de las posverdades a las plusmentiras en todas las redes sociales y los medios de comunicación de radio, web y TV.
Dichos opositores, en apariencia no tienen discurso, ni propuesta política; más allá de sus planes para tomar el poder, por cualquier vía y a cualquier costo. Así se camuflan de civilizados y tolerantes, y repiten cual letanía los relatos responsoriales con los que esquivan las responsabilidades que les corresponden por la actual crisis económica y política en Venezuela.
En ese sentido, esa oposición de apariencia democrática, con una militancia igualmente intoxicada, desorientada y sin fundamentos políticos racionales para el debate; intenta abrirse paso en la campaña electoral señalando que las consecuencias de la crisis son imputables al Gobierno del Presidente Maduro; ocultando las causas tangibles que ellos propiciaron por acción, o por conveniente omisión, frente a los hechos: Paros, Guarimbas, Medidas Coercitivas.
Y que son los mismos que aplaudieron a Ramos Allup cuando dijo que en 6 meses saldría Maduro, los mismos que celebraron cada sanción contra la patria, los que desacataron al TSJ, apoyaron a los violentos, quemaron seres humanos, y se confabularon con fuerzas extranjeras para atacar al país.
Afortunadamente, el pueblo los conoce y sabe que la crisis actual fue inducida; pues hasta 2014 la economía de este país se mantenía con niveles de dificultad moderada, ingresos suficientes para sostener las políticas sociales, y hasta la posibilidad cierta de seguir profundizando el fortalecimiento del poder popular con préstamos bancarios, tarjetas de crédito en dólares a precio preferencial, alimentos subsidiados, viajes al exterior, viviendas, vehículos, energía a bajo costo, comunicaciones telefónicas e internet; entre otros beneficios que constituyen el salario social complementario al salario recibido como contraprestación laboral.
Por eso la maleficencia opositora ataca con todas sus fuerzas contra los mencionados beneficios, claro que no lo hace sola, pues sus amos imperiales les dirigen y apoyan con los infiltrados disfrazados de rojo, los devotos del supermán, los arrastrados al libre mercado y el consumo exacerbado, los infestados por el Sueño Americano, esos que apuestan al descalabro de la Revolución, ya que para ellos «Chávez está muerto» y «Maduro no tiene la capacidad» para soportar la mayor de las crisis económicas jamás vivida en este país.
Sin lugar a dudas, si bien esta «Seudo Democrática Oposición» aspira lograr el triunfo en las venideras elecciones presidenciales, presentándose como mansas ovejas, sin estridencias y hasta reconociendo al Estado y al Gobierno del Presidente Nicolás Maduro; no es menos cierto, que aún no se desmarcan de su apuesta golpista y entreguista, ni han dejado de subordinarse al comando golpista/terrorista que les mandata allende las fronteras.
¿A quién pretenden engañar? Si ellos son los mismos y son iguales. Que nadie se equivoque, ni crea en cuentos de camino, leyendas urbanas y demás fantocherías de los opositores y sus aliados de la presunta izquierda alzada, los mismos que ayer apoyaban a Rafael Caldera (el Ultra derechista Presidente Demócrata Cristiano del Opus Dei) y hoy se autoexcluyen de la Revolución Bolivariana.
Vamos a elecciones y con todas nuestras fuerzas las vamos a ganar. Ya el Presidente Nicolás Maduro Moros le ganó a la derecha fascista la estabilidad democrática y la reconstrucción del poder Legislativo y del Poder Electoral. Vamos a elecciones, y los bolivarianos las vamos a ganar, que nadie tenga dudas.