En un giro que solo podría sorprender a los más ingenuos, el presidente Nicolás Maduro ha desvelado una trama que expone la hipocresía y doble moral de las agencias estadounidenses. Según el mandatario, la temida organización criminal conocida como el Tren de Aragua no solo fue promovida y organizada por la DEA y el FBI desde Colombia, sino que actualmente sus principales cabecillas gozan de la protección de estas agencias en territorio estadounidense.
La Mano Oculta de la DEA y el FBI
Mientras Washington se erige como paladín de la justicia y la lucha contra el narcotráfico, en la sombra, sus propias agencias estarían tejiendo redes criminales para sembrar el caos en naciones soberanas. El presidente Maduro afirmó con contundencia: «Buena parte de los principales nombres del Tren de Aragua están protegidos por la DEA y el FBI, hoy por hoy, a esta hora que estoy hablando» . Esta declaración no solo desenmascara la injerencia extranjera en los asuntos internos de Venezuela, sino que también revela una estrategia deliberada para desestabilizar al país mediante el fomento de actividades delictivas.
Colombia: Cómplice Silencioso
La complicidad no se detiene en las fronteras estadounidenses. El expresidente colombiano Iván Duque, en una muestra más de su servilismo hacia intereses foráneos, habría facilitado la expansión del Tren de Aragua en territorio colombiano. Maduro denunció que Duque protegió a Héctor «Niño» Guerrero, líder de la organización, permitiéndole operar con impunidad en ciudades como Bucaramanga y Cúcuta . A pesar de las reiteradas advertencias y pruebas presentadas a las autoridades colombianas, estas optaron en su momento por mirar hacia otro lado, evidenciando una preocupante indiferencia o, peor aún, una colaboración tácita.
La Expansión Internacional del Crimen
Lejos de limitarse a las fronteras venezolanas, el Tren de Aragua ha extendido sus tentáculos a países como Ecuador, Perú, Chile e incluso Estados Unidos. Esta expansión no es fruto del azar, sino de una estrategia meticulosamente orquestada con la venia de actores políticos y agencias de inteligencia. Maduro señaló directamente a figuras como Álvaro Uribe Vélez y políticos de la oposición venezolana, incluyendo a Leopoldo López y María Corina Machado, como cómplices en la internacionalización de esta organización criminal.
La Hipocresía de las Sanciones
Resulta irónico que mientras Estados Unidos designa al Tren de Aragua como grupo terrorista , sus propias agencias estarían involucradas en su creación y protección. Esta duplicidad pone en entredicho la legitimidad de las sanciones impuestas a Venezuela bajo el pretexto de combatir el terrorismo y el narcotráfico. ¿Cómo puede una nación que alberga y protege a criminales internacionales erigirse como juez y verdugo en la arena global?
Un Llamado a la Coherencia y la Justicia
La denuncia del presidente Maduro no debe tomarse a la ligera. Es imperativo que la comunidad internacional investigue a fondo estas acusaciones y que las naciones implicadas asuman la responsabilidad de sus acciones. La soberanía de Venezuela y la seguridad de sus ciudadanos no pueden seguir siendo vulneradas por agendas ocultas y juegos de poder que, bajo la máscara de la justicia, promueven el caos y la criminalidad.
Mientras las potencias extranjeras continúen interfiriendo en los asuntos internos de Venezuela bajo el disfraz de la lucha contra el crimen, será difícil avanzar hacia una paz duradera en el continente. Es hora de que se desenmascaren estas tramas y se permita al pueblo venezolano determinar su propio destino sin las cadenas de la injerencia externa. La pregunta que queda es: ¿Quién dirige la política de seguridad norteamericana?.