Cuando un editor, educador, prologuista, artista plástico y poeta proletario nace un primero de marzo, está destinado a celebrar cada cumpleaños el Día de la Cero Discriminación, el derecho de todos los seres humanos a vivir una vida plena y productiva, y a vivirla con dignidad.
Cuando un editor, educador, prologuista, artista plástico y poeta proletario nace en 1959, está destinado a celebrar el triunfo de la Revolución Cubana, a crear utopías, a pasar de intelectual orgánico a cimarrón sentipensante, a trabajar la cultura, a escribir, pensar y vivir la poesía, a reflexionar sobre la sociedad de su tiempo, a recuperar la sensibilidad perdida de un modelo civilizatorio decadente.
Cuando un editor, educador, prologuista, artista plástico y poeta proletario nace en Irapa, está destinado a honrar a sus antepasados chaimas, waraos y caribes exterminados por los invasores españoles quienes, disfrazados de misioneros capuchinos dos siglos después, fundan el 19 de marzo de 1736 el Patrocinio de San José de Irapa.
Cuando un editor proletario se marcha a la eternidad, la imprenta, la tipografía, la litografía, la flexografía, la serigrafía, el huecograbado, el alto grabado, la fotografía electrolítica, la fotolitografía, la impresión offset y la xerografía se paran firme ante el catafalco.
Cuando un educador popular se marcha a la eternidad, cuarenta reos, mitad mujeres, mitad hombres, transformados en poetas, escriben cuentos, odas y canciones para tributarle gratitud infinita. Simón Rodríguez en las alturas lo recibe en su aposento irreverente de insurgencia junto a aquellas personas que durante la colonia no tenían lugar.
Cuando un prologuista proletario se marcha a la eternidad, los escritos juegan un, dos, tres, pollito inglés.
Cuando un artista plástico proletario se marcha a la eternidad, las acuarelas permutan en grises rubores, los arcoíris en nubarrones y el cielo del Caribe desvanece su luz reveroniana.
Cuando un poeta proletario se marcha a la eternidad sangran los versos realengos y lloran las letras escritas en las últimas páginas de los cuadernos caribe. El teclado de la computadora exaspera en el aguardo de luceros que alumbren las firmes sendas de la paz.
Cuando un poeta proletario se marcha a la eternidad, lega a los poderes creadores del pueblo las rimas escritas en las sábanas transpiradas de los serrallos, plenas de alegrías, tristezas y zapatos viejos que se empinan por las escalinatas que van al cielo.
Cuando un poeta proletario se marcha a la eternidad, la sensibilidad social se viste de luto, las metáforas aletean descocadas por los patios de la incertidumbre, la convocatoria pide una tregua y el canto colectivo se congoja con elegías en bocca chiusa.
Cuando un poeta proletario se marcha a la eternidad, la hoja de la calle hace remolinos; la conciencia de clase se revalida en su honor; los palíndromos se pierden en la ruta natural; los calambures entristecen y pausan aquel que dice: vaca, gandola, vieja; los haikus intentan hacerse el harakiri; los vates rompen la copa donde nacieron; la calle real iza las banderas a media asta; Caricuao pierde su sonoridad; los ríos crecen en silencio como los poemas en cuarentena y los pueblos gritan a todo pulmón ¡Sin poetas no habrá revoluciones posibles!
Sal a sal, educa, se va la miseria (le vi nivel). Aire, si Malavé sacude las alas.