Thierry Deronne es belga, pero ya está venezolanizado y ha defendido al país con más entrega que muchos nacidos en esta tierra. Cineasta, periodista, profesor universitario, tiene ya casi 30 años vinculado a Venezuela, desde que vino a ver cómo era eso del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, que aparecía como un faro en las tinieblas de un escenario mundial caracterizado por una izquierda arrasada.
Deronne es el director del documental Nostálgicas del futuro, una película en la que se destaca la enorme contribución de las mujeres al desarrollo alcanzado por la comuna en Venezuela; cuando están por cumplirse diez años del discurso del “Golpe de timón”, en el cual el comandante Hugo Chávez pronunció la contundente frase “¡Comuna o nada!”.
El cineasta, tras pasar casi un año recogiendo testimonios de comuneros y, sobre todo, de comuneras; no tiene la menor duda de que, en la organización popular, Chávez no murió. “Está más vivo y vigente que nunca”, sentencia.
La experiencia, no solo de esta película, sino también de todas las actividades en las que ha participado como revolucionario internacionalista, le lleva a afirmar que “la comuna es la propuesta política más avanzada” que Venezuela puede presentar ante el mundo. En su concepto, el desarrollo alcanzado hasta ahora, a pesar de sus limitaciones y errores, puede considerarse como la cristalización de las más preciadas ilusiones que la izquierda ha acariciado a lo largo de décadas de frustraciones y desengaños. “La comuna venezolana ha realizado el sueño de la izquierda desde hace 100 años, pero no se ha visibilizado lo suficiente”, asegura.
Añade que la comuna prefigurada en Venezuela “no es un capricho ni una decisión de intelectuales ni un modelo importado, sino que es la expresión histórica más acabada del poder popular”.
Otra conclusión que ha sacado Deronne, de su intensa interacción con la gente, es que la organización popular va mucho más allá de la comuna; pues hay muchos colectivos en el país que no han adoptado la forma de comuna, pero funcionan en esencia como tales por el protagonismo de los ciudadanos y las ciudadanas, y porque buscan soluciones desde la base para problemas específicos. En ese orden, cita con gran admiración a las mujeres de Antímano que se han enfocado en la autoconstrucción.
Al revisar lo ocurrido en estos diez años desde la frase “¡comuna o nada!”, el documentalista indica que el avance ha sido heroico, pues “la guerra económica y el bloqueo pretendían destruir el tejido social; y la gran sorpresa es que en muchos casos se ha fortalecido porque la organización comunitaria ha sido la más eficiente respuesta a las graves dificultades que la agresión externa ha significado para la población en su totalidad”.
La violencia ejercida contra el país provocó un natural bajón en el impulso que traía la organización comunal; pues la gente perdía mucha energía porque estaba ocupada sobreviviendo, pero la comuna ahora representa la mejor respuesta a toda nuestra dependencia alimentaria. En todos los aspectos, la comuna es una providencia extraordinaria”.
Admite el director cinematográfico que el desarrollo de las comunas es bastante desigual. Hay algunas que se yerguen como ejemplos, mientras otras muestran grandes limitaciones. Sin embargo, el balance que hace es positivo; en particular por el rol central de las mujeres en cada una de estas organizaciones. “Son diferentes grados de organización; pero a través de la unión comunera se está permitiendo ahora un intercambio de saberes y experiencias. Algunos comuneros creen, en medio de sus dificultades, que están luchando solos; pero luego entienden que hay muchísimas experiencias en el país con las que pueden intercambiar y aprender”, afirma.
En su trabajo como documentalistas, Deronne y su equipo han procurado huir de la tentación de ser vitrinas para mostrar solo experiencias exitosas. “Nadie puede decir que la tuvimos papita, porque visitamos solo las perlas del movimiento comunal. Nosotros nos sumergimos durante más de un año para escucharlos, para entender que también tienen contradicciones y problemas, como en todo grupo humano, y deben aprender a tramitarlos y solucionarlos. Como documentalistas no tenemos que borrar ese fragmento de la realidad, sino divulgarlo para ayudar a corregir los errores y enfrentar las dificultades”, comenta.
Sobre el daño que han causado la guerra económica, el bloqueo y las medidas coercitivas unilaterales en la organización del poder popular; Deronne considera que fue relativo, en el sentido de que no solo fracasó el objetivo de destruir esa organización; sino que, en muchos casos, salió revitalizada. “El venezolano es un campeón del retruque; y para eso tiene una larga experiencia, pues esta no ha sido la primera ni será la última guerra. Estamos en medio de un proceso de liberación colectiva que convierte a Venezuela en un blanco. El capitalismo hegemónico sabe que de aquí han salido y pueden seguir saliendo muchos ejemplos de liberación aplicables a nivel mundial”.
Entre las experiencias más destacadas menciona, por supuesto, a El Maizal; pues ha llegado a un nivel muy elevado. “Tienen un plan de gobierno popular integral que va más allá de arreglar calles o gestionar apoyos gubernamentales. Y ahora que esa comuna ha llegado a la alcaldía, ha fortalecido la presencia del pueblo en el territorio como espacio de poder. Allá comentan que ya, después de esto, nadie querrá ser alcalde porque el pueblo está gobernando de manera directa”, dice.
También se refiere a la Comuna Socialista Altos de Lídice, una de las más avanzadas; a pesar de que se fundó en contra de los pronósticos de quienes decían que en una ciudad tan capitalista como Caracas no podían nacer verdaderas comunas.
Nostálgicas del futuro
La película Nostálgicas del futuro fue estrenada el pasado sábado 24 de septiembre en Caracas y poco a poco se harán las gestiones para presentarla en el resto del país. Es una obra de Deronne con el acompañamiento de un equipo encabezado por los cineastas venezolanos Víctor Hugo Rivera y Jesús Reyes, y la participación de Rubén Paredes, Lana Vielma y Mariela García.
En la cinta aparecen los testimonios de los (y sobre todo de las) integrantes de las comunas socialistas El Maizal y Altos de Lídice, la Escuela Nacional de Circo, la organización de autoconstructoras Infrehaviant del urbanismo Jorge Rodríguez Padre, y de estudiantes del Instituto Agroecológico Paulo Freire.