Lo escribimos recientemente, y no es que hayamos descubierto el agua tibia, Estados Unidos necesitaba alargar el conflicto armado en Ucrania. Había dos motivos fundamentales para ello: Mantener en zozobra a los países occidentales, principalmente la UE, y potenciar su industria armamentística.
Washington siempre actuó así, le funcionaba bien. Le funcionaba; pero hoy ya no es así. ¿Por qué? Porque, por ejemplo, en el plano de la industria militar, hoy sufre severos cuestionamientos.
Veamos. Desde que culminó la Segunda Guerra Mundial se fueron creando diversos conflictos armados donde las grandes potencias iban probando sus nuevas armas, sus estrategias. Corea, Vietnam, son dos ejemplos. Eso sin contar muchos otros dentro de la llamada Guerra Fría, las luchas de independencia, de liberación.
Aunque el liderazgo en ventas era de Estados Unidos; Francia, Italia, Alemania, también lograron vender muchas armas, lucrarse con la muerte y la destrucción.
Con la caída del muro de Berlín, el desmembramiento de la Unión Soviética, el liderazgo estadounidense en la exportación de armas se consolidó. Pero, reiteramos, no se puede desligar el contexto geopolítico del comercial, al emerger China y Rusia como potencias en los ámbitos económicos, diplomáticos, militares; también incrementaron sus exportaciones de armas.
Según información publicada por Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), “el volumen del comercio internacional de armas entre 2017 y 2021 fue un 4,6 % menor que en el periodo anterior (2012-2016), pero un 3,9 % mayor que entre 2007 y 2011. En la actualidad, los cinco mayores exportadores de armas del mundo son: Estados Unidos, Rusia, Francia, China y Alemania. Por su parte, los cinco mayores importadores de armas son: India, Arabia Saudí, Egipto, Australia y China”.
Ahora, esto tiene un detalle, a raíz de las ya conocidas estructuras burocráticas, jurídicas, comerciales y militares; principalmente la OTAN, que se montó luego de la Segunda Guerra Mundial; Estados Unidos saca ventaja a la hora de imponer la compra de armamento. Se la impone a los europeos. Sabemos también que Europa está ocupada militarmente por Estados Unidos, con decenas de bases militares, sobre en todo la parte occidental.
A eso sumamos la presión que impone la corporatocracia mediática, cuyos magnates suelen tener intereses en la industria militar. Ellos, con su narrativa de la supuesta superioridad occidental, refuerzan el convencimiento de que esos equipos militares son mejores.
Pero la realidad, por más que la maquillen, no se inmuta. La realidad termina imponiéndose. Y es allí donde decimos que el alargamiento de la guerra ya no favorece a Washington, como antiguamente. Sus armas, sus equipos militares, están siendo superados por la tecnología rusa.
Porque ahora, en Ucrania, las armas occidentales están quedando muy mal paradas ante las rusas. Un primer ejemplo. A comienzos de año, Washington, y los más beligerantes de la UE, le exigían a Alemania que facilitara a Ucrania los tanques Leopard 2. Pronosticaban que con esos blindados los ucranianos se impondrían a los rusos. La mediática se encargaba de difundir las “bondades” del tanque.
Paralelamente, empezaron a circular en diversos medios y redes unas piezas audiovisuales que titulaban “caza un leopardo”. Allí explicaban de cómo se podía destruir los aclamados tanques.
Occidente respondió que eso era propaganda barata de Vladimir Putin.
Así transcurrían los días. Alemania cedió, envió sus tanques. Estados Unidos hizo lo propio con vehículos blindados.
¿Què pasò? Bueno, el 7 de junio, el Ministerio de Defensa de Rusia informó que había capturado varios tanques alemanes Leopard y varios blindados estadounidenses Bradley en Ucrania.
«Todo el equipamiento capturado es de producción occidental, tanques alemanes Leopard y blindados de producción estadounidense Bradley. Algunas máquinas de combate con los motores en marcha, lo cual apunta a la rapidez del combate y la huida de las tripulaciones ucranianas de equipos en buen estado», señaló.
Difundieron videos donde militares rusos están revisándolos. Unos de los soldados rusos exclama, «aquí está el tan alabado Leopard alemán. Oh, hay dos funcionando. Este es un Bradley…No es tan terrible», agrega, mostrando un tanque con símbolos nazis en uno de los lados.
A las pocas horas la empresa fabricante de los tanques reconoció la pérdida de varias unidades, aunque, como es entendible, no dio mayores detalles.
Entonces la narrativa de occidente tuvo otra falla. Los tanques no eran la “maravilla” que daría un vuelco a la guerra. La facilidad con que fueron reducidos no era propaganda de Putin, como señalaron a comienzos de año, no. Los rusos redujeron con facilidad los tan promocionados tanques.
Pero, días antes, la narrativa occidental había tenido otra debacle.
El 16 de mayo, Rusia informó que sus fuerzas habían destruido un complejo sistema de misiles antiaéreos estadounidense, los Patriot, en Kiev.
Según lo informado, un misil hipersónico de alta precisión Kinzhal alcanzó un sistema de misiles tierra-aire Patriot de fabricación estadounidense.
Un día antes, los sistemas de defensa aérea rusos interceptaron misiles de crucero Storm Shadow de largo alcance de las fuerzas ucranianas.
Paralelamente, las fuerzas rusas han interceptado con facilidad misiles antiradar estadounidenses HARM y proyectiles de lanzacohetes múltiples HIMARS.
El mismo día 16, CNN publicó que “un sistema de defensa aérea Patriot probablemente sufrió daños, aunque no quedó destruido, luego de un bombardeo de misiles rusos en Kyiv y sus alrededores la madrugada de este martes, hora local, dijo un funcionario de Estados Unidos a CNN. Los sistemas antimisiles Patriot son de fabricación estadounidense”.
En otro párrafo de la nota, que todavía puede verse en su portal, agregaba que “ahora, EE.UU. evalúa la magnitud de los daños del sistema, dijo el funcionario. Eso determinará si el sistema debe retirarse por completo o simplemente necesita reparaciones que las fuerzas ucranianas pueden hacer en el lugar”.
¿Sorpresa? No. Hace tiempo se sabe que Rusia tiene superioridad en ese aspecto. Tres años atrás, The Wall Street Journal publicó un trabajo donde advertía que con sus S 400 Rusia destronó a Estados Unidos como dominador del aire. Precisaba que su sistema de radar puede rastrear hasta 300 blancos potenciales (misiles o aviones) a una distancia de hasta 400 km y a velocidades inaccesibles para occidente.
«El sistema de misiles antiaéreos S-400 de Rusia, un escudo aéreo molesto y potencialmente mortal, está cambiando las posiciones de EEUU y sus aliados en posibles puntos calientes, comenzando con su despliegue en Siria», señaló el experto Thomas Grove.
Elbridge Colby, director del programa de defensa del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense, advirtió que «debe entenderse que el período de dominio absoluto del aire por parte de Estados Unidos ha terminado».
¿Què hace superior al S-400 respecto al Patriot?
Segùn el citado medio: “Su sistema de radar puede rastrear hasta 300 blancos potenciales —misiles o aviones— a una distancia de hasta 400 km y a velocidades cercanas a 5 km por segundo”.
El Patriot apenas puede rastrear 100 objetivos potenciales y alcanzar un objetivo que se mueve a una velocidad máxima de poco menos de 1,6 km por segundo.
De acuerdo al artículo, el sistema S-400 ya fue vendido a China y la India, mientras que los acuerdos con Turquía y Arabia Saudí también son posibles y hacen crecer la preocupación de Occidente.
Lo dijeron hace 3 años. Y para entonces Rusia no había puesto en escena sus misiles hipersónicos, pero ya se hablaba de superioridad rusa. Prolongar la guerra, terrestre, aérea, marítima, electrónica, ya no conviene a Washington. De prolongarse quedará evidenciado que sus equipos, los de sus aliados, son inferiores a los rusos. Más allá de la humillación que eso les representa, también significa pérdida de mercado.
Para más inri, el 14 de junio se informó en diversos medios estadounidenses que el Departamento de Defensa de Estados Unidos no aceptará más F-35 Joint Strike Fighter, hasta que se resuelvan los problemas con las actualizaciones de ‘hardware’ de nueva tecnología.
La propaganda de Washington, de sus acólitos, estimó, sobreestimo diríamos, al programa de cazas F-35 como el más importante en la industria armamentista estadounidense. Son aeronaves de quinta generación que también fueron vendidas a Reino Unido, Corea del Sur, Japón e Israel.
Estos aviones, en los últimos meses, han sido objeto de severas críticas y observaciones. Por ejemplo, en diciembre del año pasado se difundió un video donde se ve un F-35 de la Fuerza Aérea estadounidense totalmente vulnerable tras un vuelo de prueba en Japón. Fue tan dramático que, inclusive, se le desprendió una pata del tren de aterrizaje mientras lo remolcaban.
De acuerdo a lo que estamos viendo en Ucrania, conforme a las falencias del F -35 ¿a quién le van a comprar equipos militares países como Arabia Saudita, India, Egipto, China? Evidentemente, a quien está demostrando superioridad.
Estados Unidos pierde prestigio en el mercado armamentístico, eso es grave para ellos. Si las guerras eran una «vitrina» para mostrar sus productos, ahora no les está funcionando bien. Por allí van perdiendo. Se están devaluando.
Respecto a la zozobra que los beneficia para presionar a sus «aliados», puede que también empezara a resquebrajarse. ¿Un ejemplo?
Conforme publicó The Money Post, el 13 de junio, «el Gobierno de Alemania decidió evadir las sanciones y embargos impuestos por Estados Unidos (EEUU) a Irán y decidió importar el petróleo iraní… Según la agencia de noticias IRNA, la Oficina Estadística de la Unión Europea (UE) detalló que Alemania importó en marzo del año en curso, un gran cargamento de petróleo crudo o productos derivados, con origen iraní».
Recordemos que la Oficina Estadísticas de la UE se encarga de publicar estadísticas e indicadores a escala europea.
Esta aventura de Washington no le está saliendo como esperaba. Forzó un alineamiento global contra Rusia, pero resultó un nuevo realineamiento favorable al gigante euroasiático y los BRICS.
Además, se incrementó el rechazo a la tiranía del dólar. De otro lado, en la UE, hecha a su medida, se están abriendo grietas con el asunto de los productos agrícolas que favorecen a los ucranianos.
Cada día aparecen más movimientos y partidos nacionalistas, algunos neonazis, que ven a Estados Unidos como un enemigo.
No le están saliendo bien las cosas al hegemón. Afortunadamente.