Por Lorena Almarza
La negra Eumelia Hernández, obrera del calzado y dirigente sindical, solía decir que fue en 1936 cuando verdaderamente nació, pues ese año, tras la muerte de Juan Vicente Gómez se incorporó, hasta el fin de sus días, el 17 de septiembre de 1990, a la lucha por los derechos de la mujer y de la clase obrera. Sobre su nuevo nacimiento diría: “Todo lo mío parte de 1936 (…) antes del 36 era una mujer joven, alegre, distraída, bailadora, que no sabía nada de la lucha de clases (…)». De modo tal que será la lucha de clases el punto de partida de Eumelia.
La efervescencia de 1936
Con la muerte de Juan Vicente Gómez, quien ejerció con fiereza durante 27 años un régimen dictatorial y de alianza con las transnacionales petroleras, el país asistió al igual que Eumelia a otro parto. Eleazar López Contreras, ministro de guerra y marina de Gómez, se inauguró como presidente provisional con la frase “calma y cordura”, mientras la protesta recorría las calles.
La libertad, esa a la que cantó el poeta y revolucionario Pío Tamayo, estaba en los labios y en el corazón de hombres y mujeres, quienes exigían un sistema de gobierno que no ejerciera “el gomecismo sin Gómez”. El país se hizo protesta cotidiana y una mañana del 14 de febrero, la multitud que se encontraba en la Plaza Bolívar recibió ráfagas de disparos que provenían del edificio de la Gobernación del Distrito Capital, donde resultaron heridos 150 manifestantes y 6 personas perdieron la vida. Esta arremetida indignó a los grupos y movimientos sociales que habían venido actuando clandestinamente durante el período gomecista, entre los cuales destacaban la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV), Asociación Nacional de Empleados, Asociación Cultural Femenina, Asociación de Escritores de Venezuela (AEV), gremios profesionales, trabajadores linotipistas y artes gráficas, los cuales, realizaron una marcha en rechazo a la violencia ocurrida y exigieron al presidente el cambio de las medidas decretadas y la restitución de las garantías constitucionales.
En respuesta, el presidente López Contreras presentó a los pocos días el Programa de Febrero, a través del cual planteó entre otras decisiones, la promulgación de una nueva Constitución y la creación de la Oficina Nacional del Trabajo. Sin embargo, el descontento no cesó y avanzó en el sector petrolero, la propuesta de una huelga en pro de reivindicaciones y contra las transnacionales. El 11 de diciembre inició la huelga, la cual fue un espacio de lucha que permitió unificar visiones y métodos, y generó actos de solidaridad clasista, como la recaudación de fondos para apoyar a los huelguistas y a sus familias, y que no mermara la protesta.
Cabe señalar que lejos de dar mayores libertades, la reforma Constitucional, mantuvo la restricción sobre la actividad de los partidos de izquierda y ratificó el decreto de declaración de “traidor a la patria” a aquellas personas que divulgaran o practicaran la ideología comunista.
Por la igualdad y la justicia social
Eumelia ya estaba en el mundo del calzado y en la militancia política. Para el momento, la rama textil no solo estaba llena de mujeres trabajadoras en largas faenas, con mala paga y sin derechos; sino que además los sindicatos estaban mayoritariamente en manos de hombres. El pleno conocimiento de la situación de injusticia que vivía la mujer, así como la formación y acción política, educativa y cultural desarrollada desde la Central Unitaria de Trabajadores (CUTV) y en la Asociación Cultural Femenina, le permitió perfilarse como dirigente sindical y ser una voz a favor de los derechos de la mujer y en pro de la igualdad social de hombres y mujeres.
Desde los 22 años formó parte de la directiva del Comité Ejecutivo de la CUTV, donde trabajó por la protección laboral de la maternidad y la familia, realizó Encuentros de la Mujer Trabajadora y convocó año a año al Comité Pro-Conmemoración del 8 de Marzo. Igualmente desde dicha instancia abogó por la unidad de los trabajadores y por la formación desde una visión clasista. Junto a Cruz Villegas y Rodolfo Quintero entre otros, Eumelia promovió la unificación de todas las corrientes laborales del país.
Militó en el Partido Republicano Progresista que dio origen al Partido Comunista de Venezuela y se mantuvo muy activa, organizando y liderando, manifestaciones sociales, feministas y políticas.
La militancia femenina
Formó parte de la Agrupación Cultural Femenina (ACF), organización de atención a la mujer a través de la cual se realizaban actividades de alfabetización y enseñanza de oficios. Desde esta organización se impulsó la formación y participación política de la mujer, y se promovió la relación igualitaria con el hombre.
Junto a la periodista y precursora del feminismo, Carmen Clemente Travieso, Eumelia participó en 1937 en la reforma del Código Civil, que fue aprobado por el Congreso cinco años más tarde. Ese mismo año, encabezó una gran manifestación en protesta contra el alza de los alquileres. Igualmente en 1940 participó en las conferencias preparatorias para el I Congreso Nacional Femenino Venezolano dedicadas a debatir sobre la discriminación a la mujer en las leyes y el derecho al sufragio universal. En 1942 las féminas lograron una reforma en el Código de Comercio, que permitió que la mujer pudiera ejercer una profesión comercial independiente de su marido.
Tras larga lucha, y años de promoción, organizó la conmemoración del Día Internacional de la Mujer en el país, de modo tal que el 8 de marzo de 1944, se llevó a cabo este acto en el cual, fue también la oradora.
Durante la dictadura de Pérez Jiménez fue perseguida y apresada en la cárcel de Mujeres de los Teques, donde permaneció hasta el 28 de diciembre de 1957. En 1969 se declaró feminista y se unió al Movimiento de Liberación de la Mujer. Fue también promotora de la despenalización del aborto.
Combatir para conquistar los derechos
Esa fue la consigna que orientó la acción y reflexión de Eumelia, “hay que buscar cómo combatir para poder conquistar los derechos”. Esta afirmación revela su espíritu aguerrido y clara conciencia. Ernesto Villegas me contó que fue Eumelia quien presentó al negro Cruz (su papá) y a la catira Maja Poljak (mamá), talentosa periodista y comunista, oriunda de Zagreb, quien llegó a Venezuela huyendo de los nazis. Me contó también que creció con Eumelia en casa, “era de la familia”, me diría con una sonrisa y un brillo en los ojos tan intenso que delataba lo hermoso de recordar a la negra.