Con saña, inmoralidad y sofisticación, los aparatos mundiales de propaganda pretenden enlodar la reputación y desmoralizar a los miembros de la Guardia Nacional Bolivariana, un componente de nuestra Fuerza Armada Nacional que tiene ni más ni menos que la función de mantener el orden interno y garantizar la paz en estos tiempos turbulentos de asedio político, económico, diplomático y militar contra la Patria.
Esta feroz línea de trabajo, patrocinada y financiada con los dólares que copiosamente entrega el Departamento de Estado estadounidense, a través de sus múltiples “fundaciones” cuyo fin es la agitación para la guerra fraticida entre venezolanos, constituye el desarrollo progresivo de la tesis del Estado Forajido, sambenito que pretenden colgarle al gobierno venezolano cuyo único delito ha sido, conforme a su herencia bolivariana, tener el anhelo y la determinación de ser libres, soberanos e independientes.
El trabajo político intrigante y la calumnia abyecta por parte de los enemigos de la Patria contra la Fuerza Armada Nacional, quién lo duda, es la admisión por parte del imperialismo de su fracaso por dividirla mediante la seducción del soborno o la violencia de los falsos positivos que pretenden tildar a nuestros hombres y mujeres de uniforme de narcotraficantes, corruptos o represores de los derechos humanos.
Han fracasado, y fracasarán, porque se han estrellado contra un muro de unidad cívico militar y de dignidad que no ha podido ser vulnerado ni por los cantos de sirena ni por la amenaza del gran garrote imperialista.
Los integrantes de la Guardia Nacional Bolivariana, los mismos que han dejado en ridículo a la DEA por romper récords de incautación de estupefacientes y captura de narcotraficantes después que se fue del país; los mismos que resguardan al Fisco Nacional, nuestros recursos naturales, industrias estratégicas y nuestra fronteras; los mismos que en nuestras calles libran ingrato y peligroso combate contra bandas criminales y ofrendan su vida en su lucha contra el secuestro y la extorsión, están integradas en una absoluta mayoría por hombres y mujeres del pueblo, jóvenes llenos de sueños y anhelos de paz y tranquilidad.
Son también jóvenes estudiantes que padecen los rigores de la vida cotidiana alterada por la brutal guerra económica que, movidos por la lealtad y el patriotismo, abandonan la comodidad de la queja para luchar por su pueblo haciendo suyas las causas justas. Y son los primeros en condenar y expulsar sin vacilación a cualquier miembro que en mala hora falte a su juramento patriota.
Estos chamos y chamas, de todos los rincones del país, son hijos del nuevo paradigma revolucionario que instaló a los derechos humanos como fundamental garantía constitucional y, aún más, como creencia vital. La represión, la violencia y la ignominia contra el pueblo quedó sepultada en el pasado que encarnan hoy los enemigos de la Patria.
Son los guardias nacionales entrenados en el uso progresivo y diferenciado de la fuerza para ejercer el monopolio legítimo de la violencia, que conceptúa Max Weber, preservando así los derechos de los ciudadanos frente a delincuentes y criminales.
Hoy, cuando el enemigo infiltra criminales en las manifestaciones y protestas para herir y asesinar por igual a ciudadanos y agentes del orden, cuando cada protesta pretende ser mutada a enfrentamiento violento, todos los venezolanos como pueblo cerramos filas en torno a nuestros guardias nacionales, soldados de la paz que hoy rinden grandes sacrificios por su Patria.
Pedro Gerardo Nieves