“Boston, tenemos un problema”, dijo a su interlocutor el especialista en operaciones sicológicas parafraseando al astronauta.
-Lo sé. Se llama Trump: Donald Trump, contestó el otro parafraseando a James Bond.
-¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Cómo pudimos permitirlo? ¡El tipo no tenía vida!
-Sencillo sir. No atendimos las advertencias de Michael Moore; pretendimos aplicar las mismas recetas de Obama a la desabrida Hillary y, sobre todo, creímos las mismas encuestas de las mismas firmas que daban perdedor al Breixit. Los únicos que cumplieron
fueron los medios, pero no fue suficiente. Además la estrategia del tipo de concentrarse en el cinturón del óxido le permitieron alinear las iras de los «rednecks»; y PUM. Eso fue.
Quien esto dijo era John Miller, un fornido rubio de ojos azules a quien sus amigos llamaban “El invertebrado”, por carecer absolutamente de toda emoción humana.
-Pues ahora tenemos otra tarea, “amigo”, dijo Foster McCullen poniendo énfasis en la pronunciación española de la palabra amigo.
McCullen y Miller eran viejos compañeros, no tanto amigos, discípulos y estudiosos del profesor Gene Sharp a quien veneraban como un gurú. Directivos de diversas organizaciones no gubernamentales fachadas del trabajo de la CIA, viajaban por todo el mundo poniendo a rodar especializadas operaciones sicológicas destinadas a derrocar gobiernos tiranos. Entiéndase por “tiranos” a todos aquellos países no alineados con las políticas de los halcones de Washington.
-Ahora debemos montar ¡Dios mío! una revolución de colores aquí mismo dentro de nuestro suelo estadounidense. ¿Quién iba a pensarlo?, se quejó McCullen.
-¿No hay manera de evitarlo? Sabes que en todas partes del mundo donde hemos aplicado el manual se desatan demonios que nosotros mismos no podemos controlar. Es peligrosísimo, lo sabes, Foster.
-¡Claro que lo sé! ¿Acaso olvidaré los muertos que nuestros contratistas debieron ocasionar en Ucrania para achacárselos a los rusos? ¿O los nuestros que siempre mueren como daños colaterales y debemos regresar en bolsas plásticas? ¿O a quienes hay que matar para que no divulguen los secretos? ¡Claro que lo sé, Invertebrado! Pero es por nuestro país y alguien tiene que hacer el trabajo sucio.
-Entiendo entonces que la orden viene de muy arriba…
-Sí. Y no preguntes más.
***
-Damas y caballeros, buenas tardes. Queda instalado nuestro comité de crisis y a partir de ahora iniciamos una cuenta regresiva para generar acciones sicológicas y especializadas en distintos ámbitos para remover el gobierno ilegítimo del actual Presidente. Sé que se sentirán asombrados de que apliquemos en nuestro territorio las mismas estrategias y tácticas que en Guerra de 4ª y 5ª generación hemos aplicado en todo el mundo. Pero nuestro establishment, nuestro modus vivendi, nuestros valores, confianza y alianzas han sido subvertidos por un mandatario que ridiculizamos en un principio, que ahora nos tiene perplejos y que ha demostrado que cumple sus promesas de campaña.
-Debemos entonces agruparnos por especialidades: quienes crearon el video de la bella joven ucraniana que pedía auxilio y que luego fue descubierta como actriz, arman un grupo; los que construyeron la falsa Plaza Verde de Trípoli en un estudio de cine, conformen otro; los que aplicaron la operación de las manitas blancas y “La Salida en Venezuela”, conformen otro.
-La llamaremos “La Primavera Naranja”, gritó un nerd desde el fondo.
-¿Por qué?, masculló Foster, malhumorado.
– Porque el tipo es anaranjado, dijo riendo el nerd.
Pedro Gerardo Nieves