El Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista, ente público que en agosto cumplirá 64 años, ha formado, solamente en los 23 años de Revolución Bolivariana, más de 11 millones 200 mil personas, quienes han sido atendidos sin distinción alguna: ni de credo, edad, ideología, militancia partidista, género, etc y mucho menos de nivel de escolaridad alcanzado.
En el Inces puede estudiar quien así lo desee o cuente con el tiempo necesario: un estudiante de bachillerato, pregrado, técnico superior y/ o un PHD en Energía Nuclear. Esta institución emite certificados (no otorga títulos académicos como sí lo hacen las universidades) a quienes demuestren contar con las competencias necesarias para poder convertir ese aprendizaje en el hacer necesario para el desarrollo del país.
Al Inces puede acudir un participante sin mayores conocimientos acerca de la ocupación en la que quiere desempeñarse sea para incursionar en el mercado de trabajo o no. Además, también llegan personas curtidas en el oficio tras años de experiencia en áreas determinadas, quienes al demostrar sus saberes y una vez cumplido el protocolo de rigor, reciben su certificación. Y algunos otros -incluso con licenciaturas universitarias- se inscriben para reforzar, actualizar o simplemente adquirir nuevas herramientas con miras a mejorar su desempeño profesional.
Venezuela necesita producir alimentos y todo lo que sea útil para garantizar el bienestar de su población y garantizar nuestra soberanía. Eduquen y tendrán quien haga, decía Simón Rodríguez. En tiempos de permanente agresión imperialista, se hace urgente pasar del pensamiento, los discursos y el intercambio intelectual, a la práctica.
La soberanía nacional depende, en buena medida, del aumento de la producción agrícola, industrial; de la innovación científico-tecnológica, etc. Y para todo ello se debe estimular la formación de profesionales y técnicos que hagan posible alcanzar y consolidar ese objetivo.
El INCES ha propuesto la creación de un Sistema de Educación y Formación Técnica y Profesional para poder saldar la deuda que aún se tiene con el sueño robinsoneano. Incluir el hacer en el día a día de los escolares, bachilleres, universitarios y más; además de ayudar a los estudiantes a apropiarse de herramientas para abordar el mundo del trabajo, sin duda contribuirá también a que la nación pueda contar con personas con mejores capacitadas, analíticas y críticas. Porque no se trata solamente de aprender a hacer. También se trata de entender cómo y porque funciona lo que se usa para producir.