En el marco del desarrollo del internacionalismo solidario y militante que distingue a las y los revolucionarios, Venezuela dice presente y consecuente con la lucha de los pueblos en favor de su autodeterminación.
Así, la política exterior del presidente Nicolás Maduro, se desarrolla en pro de la construcción de un nuevo orden internacional que busca, en las coincidencias programáticas entre los países, el logro de un mundo más justo y comprometido con los retos que plantea la Crisis Cíclica del Capitalismo en este siglo XXI.
En ese marco hemos visto cómo, desde el más alto nivel del Estado y del PSUV, se han desplegado comisiones de trabajo; cuya participación activa y comprometida ha construido una agenda de tareas, en permanente desarrollo, que se sustenta en nuestro compromiso con la historia, el pensamiento emancipador, y la visión integracionista del Libertador Simón Bolívar.
Y es que para los revolucionarios latinocaribeños, decir BOLÍVAR es reconocernos como hermanos de la patria grande, es sabernos responsables, unidos y comprometidos con sus sueños por la integración; una tarea que el padre de la patria, nos lega como proclama y arenga contra los imperios. «Unámonos y seremos invencibles.»
En ese sentido, convencidos de que la historia insurgente, la que hacemos los hombres y las mujeres libres, con alto sentido del momento histórico que le tocó vivir, el Libertador ha dejado claro que: “Divididos, somos más débiles, menos respetados por los enemigos y neutrales, y por ende, presa de la normalidad instrumentada por los imperios y sus secuaces”
Bolívar nos lega un objetivo histórico ineludible para todos los revolucionarios, al expresar en incontables oportunidades que: “La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres sino inexorable decreto del destino.” Así, consciente de los retos de la libertad, en su tiempo convoca al Congreso de Panamá y marca el rumbo de la nueva historia; estableciendo el azimut de la marcha, y sin menoscabo de las contradicciones dialécticas propias del momento, expresa: “Yo sé que cada república americana tiene pendiente la suerte del bien de los demás y el que sirve a una sirve a muchas.”
Gracias a Fidel y a Chávez, el manifiesto que nos lega el Libertador está impreso en el alma de los que asumimos el reto de construir la integración de los pueblos, o lo que es lo mismo, en quienes navegamos en las aguas turbulentas de la revolución; a sabiendas de que confrontamos a un enemigo despiadado; al que poco le importan las vidas que tenga que sacrificar en favor de sus siempre mezquinos intereses.
Quien tenga dudas sobre la afirmación anterior, solo tiene que observar cómo, en el presente, la ultraderecha se escurre camuflada de buenas intenciones; para impedir cualquier iniciativa de unidad concreta de los pueblos. Por ello, cuando evocamos el pensamiento bolivariano, reanimamos la marcha y nos comprometemos con el logro de su más sublime deseo: “Yo deseo, más que otro alguno, ver formar en América la más grande nación del mundo; menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Para nosotros la patria es América; nuestra enseña, la independencia y la libertad.”
En ese sentido, la integración es para Bolívar la síntesis de la independencia; por ello, al convocar al Congreso de Panamá nos dice: “Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación, con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. ¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos. Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios para tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras partes del mundo!.”
Hoy, asistimos a un tiempo histórico de exigentes y crecientes desafíos civilizadores para la Universalización de la Revolución. Ingentes retos requieren reinventarnos, innovar y crear para dar repuestas sostenibles a la producción y justa distribución de los bienes y servicios; la suficiencia de nuestros parques tecnológicos, la pertinencia de la educación e investigación para el desarrollo integral, la vida humana en armonía con la naturaleza, la lucha contra la diversidad del neo-imperialismo, las ofensivas lesivas al patrimonio cultural de los pueblos oprimidos del mundo, el manejo desigual e inequitativo de la cartera financiera de los organismos de integración internacional, el cese real de las deudas externas, la liberación de patentes y franquicias para usos del desarrollo humano integral; deben ser parte esencial de nuestra agenda permanente en el presente y con visión de futuro.
En la Latinoamérica Caribeña, Bolívar Vive; porque nosotros y nosotras seguimos luchando. Fidel y Chávez viven; porque están encarnados en cada lucha y las contradicciones en este continente.
Esta es una nueva época, con sus nuevas acciones y viejos retos aun por superar. La buena noticia es que estamos construyendo la Patria Grande, y es un hecho tangible el resurgimiento de los pueblos combativos. La integración avanza a pesar de las dificultades; la CELAC, UNASUR, PETROCARIBE son un hecho concreto y allí está Simón Bolívar, el Caraqueño Universal, con su espada desenvainada.
Sin embargo, no podemos bajar la guardia; pues la ultraderecha no cesa en sus intentos de derrocar las esperanzas de los pueblos. En Argentina, se disparan las alarmas luego de las PASO; los mismos que saquearon el erario público hoy se colocan como la primera opción para las venideras elecciones; Ecuador es atacado con macabras estrategias terroristas, para impedir el retorno de la Revolución Ciudadana al poder; en Colombia, Brasil y Mexico, se está dando la batalla por la construcción de un modelo orgánico que haga posible el fortalecimiento del poder popular. Cuba, Nicaragua y Venezuela, resisten y avanzan, mientras el Caribe se va fortaleciendo, convencido de que sólo la unidad nos dará la victoria.
…La Revolución es un acto de amor sublime, de praxis comprometida y vocación combativa…