Estados Unidos es el mayor violador de los Derechos Humanos en toda la historia de la humanidad. No caben dudas. En su corta existencia como nación (fue fundada en 1776), se ha caracterizado por sus cruentos métodos de dominación imperial, con la violencia como principal agente de disuasión. El famoso garrote. Desde sus orígenes se caracterizaron por el exterminio y expoliación de las tierras ancestrales de los nativos americanos, confinándolos a míseras “reservaciones”; para luego impulsar su base económica y comercial en base al trabajo esclavo de los afrodescendientes.
Estados Unidos ha desatado guerras por todos los rincones del planeta, muy a pesar de que nunca han sido amenazados o atacados en su propio territorio. De sus perversas “intervenciones humanitarias”, además de expoliar descaradamente las riquezas naturales, materias primas o rutas comerciales, se ha anexado, como botín de guerra, extensos territorios como Texas (1845), Puerto Rico (1898) y Guantánamo (1903), aplicando métodos de neocolonialismo.
Le han puesto esmero al tema de exterminar a pueblos enteros, con su especialidad, la maquinaria de guerra. Sí, las mayores empresas norteamericanas siempre han estado ligadas al arte de la muerte, a fabricar y perfeccionar las mejores formas de matar, desde sus bombas nucleares hasta sus drones asesinos.
Sin embargo, como potencia colonizadora, es un imperio parasitario y explotador, nunca deja nada bueno en los lugares que toca. Eso sí, domina el arte de la manipulación, la confabulación, la alienación y la dominación ideológica. Así, que con total soberbia, se atreve a llamar a sus operaciones de exterminio y limpieza con nombres como “Causa Justa”. Extraña paradoja, porque donde aplican su modelo de justicia y democracia, solo provocan muerte y destrucción. Nada de salvar o liberar a los pueblos. Sus claros objetivos, sus únicas prioridades, son la expoliación de las riquezas naturales, el dominio del comercio mundial y todo lo que puedan usar en su provecho.
Ellos son expertos en señalar a los otros, en acusar a los otros. Con total inmoralidad son capaces de montar falsedades, como el recordado tema de las “armas de destrucción masiva” que nunca existieron en Irak, para justificar sus cruentas invasiones. Pero ellos pueden matar impunemente. El permiso de la ONU, OEA, Comunidad Europea, es una mera formalidad administrativa, para aparentar algún tipo de dudosa legalidad. La verdad es que al Imperio no le hace falta ningún permiso para exterminar impúdicamente a los pueblos del mundo.
Ese dedo acusador, de juez y verdugo, muy pocas veces se mira al ombligo, a sus propias perversiones, desviaciones y atrocidades. Eso lo ocultan bajo la alfombra. Tienen impunidad y total licencia para matar. Por eso es realmente interesante analizar el documento emitido por el Consejo de Estado de la República Popular China, denominado “Registro de los Derechos Humanos en los Estados Unidos 2017” (informe ocultado y minimizado por los grandes medios mundiales), donde se hace un recuento pormenorizado del “deterioro” de las condiciones de vida de los ciudadanos americanos y donde se evidencia que vienen sufriendo cada vez mayores niveles de injusticia y exclusión. Como señala el informe, Estados Unidos tiene un historial de violaciones gravemente “empañado”, muy a pesar de autodenominarse como “Juez de los Derechos Humanos”.
El informe del Consejo de Estado Chino, pormenoriza los crecientes ataques de odio, tiroteos y masacres, como el de Las Vegas (donde 60 personas fueron acribilladas y más de 800 quedaron heridas). En este tema se evidencia el “control ineficaz de las armas” por parte del gobierno norteamericano, el cual está siempre subordinado a los poderosos lobbies de la industria armamentista, la cual cuenta hasta con sus propios representantes en el Congreso.
Señala también el incremento de la discriminación racial y social, describiendo toda la lógica de segregación y oprobio contra afrodescendientes, minorías étnicas y la población más pobre. Con miles de personas viviendo en condiciones de miseria, sin hogar, con desempleo o trabajos precarios con bajos salarios y con severas limitaciones en el acceso a los servicios de salud y educación.
La brecha entre los ricos y pobres es cada vez mayor, y nada parece detener la caída, por el contrario, “El sueño americano se está convirtiendo rápidamente en la ilusión estadounidense”. Citan al relator especial de la Organización de las Naciones Unidas sobre la pobreza, Philip Alston, el cual señaló “Estados Unidos es uno de los países más ricos, más poderosos y tecnológicamente innovadores de la palabra; pero ni su riqueza, ni su poder, ni su tecnología se aprovechan para abordar la situación en la que 40 millones de personas continúan viviendo en la pobreza”.
Destaca en el informe la recurrente y persistente “infracción grave a los derechos civiles” realizado por las fuerzas policiales en contra de la población afrodescendiente, con acciones de “abuso de poder por parte de la policía” y el uso indiscriminado e injustificado de la fuerza letal. Citan pertinentemente a la estrella de la NBA, LeBron James, el cual alertó: “El racismo siempre será parte de Estados Unidos, y el odio en Estados Unidos, especialmente para los afroamericanos, está viviendo todos los días”.
Se señala con especial énfasis que “Los grupos ricos controlan el desarrollo político”, haciendo que las leyes, las normas tributarias y todo al aparataje del modelo capitalista se desarrolle eficientemente y sin trabas, siempre en su favor.
Dedica especial interés en el tema del aparataje de espionaje instalado por las agencias norteamericanas como el FBI, la NSA y la CIA, las cuales fueron creadas como un mecanismo de espionaje internacional contra el terrorismo. Pero estas agencias han utilizado toda su maquinaria tecnológica para acceder, recopilar y analizar absolutamente toda la información de las personas (incluso hasta realizan el “monitoreo de las cuentas de redes sociales”), lo que representa una “vigilancia gubernamental que viola la privacidad de los ciudadanos”.
El gobierno de Estados Unidos es un estado criminal, un asesino inmoral y despiadado. Pero cuando el siniestro juez es juzgado aparece súbitamente la sórdida verdad. La balanza está rota. No hay nada de democracia, libertad o justicia en absolutamente ninguna de sus “causas justas”. Lo peor, es que no solo oprimen a los pueblos del mundo, sino que también se afanan en oprimir a sus propios ciudadanos.